“Hay libros que están entrando y que son porquerías”
Gabriela Adamo fue directora de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires por varios años y hoy se desempeña como directora del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (Filba), desde ese lugar ha impulsado su versión infantil (Filbita) con gran éxito. —¿Cuál es tu visión general de la industria del libro desde Filba? —Fue un año duro para la industria editorial, hubo un achicamiento del mercado, pero como pasa en los años malos, el buen libro siempre sabe encontrar su camino hacia el lector. —La apertura de las importaciones significó un aumento de 95% de libros extranjeros, ¿creés que eso puede dañar la industria local? —En principio estoy a favor de la apertura de las importaciones, porque entran libros que no estaban entrando, pero también hay libros que están entrando y que no interesan, que son porquerías, de saldo, y no de segunda mano, sino de cuarta mano, pero es muy difícil hacer un control para dejar entrar determinados libros y otros no. —El precio promedio del libro está en $ 350. ¿Te parece caro? —Los libros están caros en Argentina. Se los puede comparar con ir al cine, pero en el cine hay promociones dos por uno. El precio del libro afecta muchísimo al acceso de la lectura. Por ejemplo, por un libro que te comprás acá, te comprás dos en Montevideo. —El año pasado fue un año malo para el mercado del libro, pero los libros infantiles casi duplicaron sus ventas. ¿Te parece que el mercado del libro infantil es inmune a los vaivenes económicos? —Lo que pasa es que era un mercado chico que tenía mucho para crecer. No es un fenómeno de ahora, es un fenómeno que viene de hace años. Hay editoriales especializadas que surgieron en los últimos diez años, muy buenas, de mucha calidad, y me alegra que eso pase. Comparto eso de que este mercado tiene mayor resistencia a los vaivenes de la economía, porque estos libros se tienden a ver como educación para los chicos y por ende es visto como una inversión y se recorta más tarde en relación con la lectura de los grandes. Pero además este fenómeno viene de la mano de la demanda escolar, que es pareja todos los años. Otra cosa buena de los libros infantiles es que tienden a ser longsellers, es decir, si un título se instala, se vende durante años, y eso es una bendición para las editoriales.