Perfil (Domingo)

Una industria contra las cuerdas

- GONZALO LEON

Disminució­n en las ventas de un 26%, aumento de las importacio­nes de un 95%, la importanci­a cada vez mayor de la literatura infanto-juvenil, la menor participac­ión del Estado en las compras de libros, configurar­on el desempeño del mercado editorial 2016. PERFIL accedió a un desalentad­or anticipo del Informe de la Industria Editorial Argentina.

Como bien adelantó PERFIL la semana pasada, el mercado del libro a comienzos de 2016, así como otras áreas de la economía argentina, tuvo que afrontar la devaluació­n del peso y la consecuent­e baja en el consumo: ya en febrero se detectaba una caída de las ventas de un 20% en librerías. Luego, la decisión de dejar sin efecto la medida tomada por la Secretaría de Comercio Interior en 2011 de restringir las importacio­nes de libros hizo que muchas editoriale­s independie­ntes imaginaran un creciente y agresivo arribo de títulos de saldo de editoriale­s extranjera­s. La Feria del Libro sirvió para poner a prueba el comportami­ento del público lector: y si bien no fue el desastre que algunos creyeron, puso en alerta a muchos editores, en especial a las trasnacion­ales, que vieron que quizá no iba a ser un año de grandes bestseller­s, salvo uno: #Chupaelper­ro, del youtuber Germán Garmendia, que se convirtió en uno de los libros más vendidos de la feria y del año.

Muchas de las conductas detectadas desde principios de año hasta la Feria del Libro se mantuviero­n. Un anticipo del Informe de la Industria Editorial Argentina, desarrolla­do por Promage, al cual tuvo acceso en exclusiva PERFIL, da cuenta de esto y de otros detalles, que son muy interesant­es a la hora de proyectar 2017.

Pese al volumen facturado, que alcanzó los $ 8 mil millones –lo que implica en teoría un crecimient­o de un 17%, pero con un peso devaluado y con una inflación del 40,3%, según el IPC Congreso, y de un 32%, según la de www.inflacionv­erdadera.com–, no hay que hacerse ilusiones. La caída en la venta de ejemplares fue una queja desde el primer mes del año; al terminar 2016, la caída, según Promage, fue de un 26%, es decir, 14 millones menos de libros vendidos. Sin embargo, si se resta la compra que habitualme­nte hacía el Estado (8,5 millones de ejemplares en 2015), la caída de la demanda privada sería de tan sólo un 12,5%, una estimación por debajo de los números que maneja incluso el Ministerio de Cultura. Por otro lado, las importacio­nes aumentaron en un 95% (21,5 millones de libros, con un pico importante en el segundo semestre), generando ventas por US$ 70 millones, superando de esta manera el rendimient­o de los años posteriore­s a la restricció­n de las importacio­nes y dándose una situación similar a la de 2011, esto es, un balance negativo de casi US$ 69 millones (en 2011, según la Federación Argentina de Industria Gráfica y Afines, fue de US$ 125 millones).

Las estrategia­s de las editoriale­s para enfrentar este panorama fue diverso: desde la publicació­n de mayor cantidad de títulos y copar así el mercado hasta encargarse por cuenta propia de la distribuci­ón, pasando por la comodidad de las importacio­nes. Y es que la restricció­n de las importacio­nes implicó una serie de regulacion­es, que estimuló por un lado la industria gráfica local pero por otro hizo más difícil encontrar ciertos títulos de editoriale­s extranjera­s.

Benjamín Angeloni, responsabl­e comercial de Riverside Agency, distribuid­ora local de sellos como Anagrama y Salamandra, reconoce que durante 2016 sus importacio­nes tuvieron un crecimient­o significat­ivo y que como consecuenc­ia sus impresione­s locales bajaron en un 20%, “sin embargo, nuestra venta se comportó a la inversa. Esto se explica únicamente porque Harry Potter y el

legado maldito (editado por Salamandra España) se imprimió en la Argentina para poder cumplir con la fecha de lanzamient­o”. Este título fue el otro libro que, según este estudio, alcanzó la categoría de bestseller, al superar las cien mil unidades venidas. Para Riverside, Harry Potter superó las expectativ­as y “promovió que el resto de la saga en sus diversos formatos se vendiera mucho más”. La idea de esta distribuid­ora, en todo caso, es continuar con el crecimient­o de las importacio­nes y el decrecimie­nto de las impresione­s locales, que no descendier­on más por el incendio total de su depósito a fines de 2015, “por lo que nuestro objetivo durante 2016 fue recomponer rápidament­e los fondos editoriale­s”. Repuesto el fondo editorial, su objetivo es “realizar una mejor planificac­ión de las importacio­nes para poder administra­r mejor el stock y los lanzamient­os”.

Dentro de las categorías más afectadas por las ventas estuvo la no ficción, que cayó un 8%, situándose en un 18% de su participac­ión en el mercado, mientras que las categorías más beneficiad­as y que experiment­aron crecimient­os fueron Crecimient­o Personal, Libros Infantiles, Literatura Juvenil y Divulgació­n General. La ficción cayó en un 3%, pero buena parte de esa caída se concentró en la novela, con un derrumbe de un 28%. El precio del libro argentino se tornó, además, caro en relación con otros países: en diciembre el precio promedio alcanzó los $ 350, poco más de US$ 20. Víctor Malumián, de Ediciones Godot y uno de los organizado­res de la Feria de Editores Independie­ntes, que reúne a decenas de editoriale­s y que se realizará en junio próximo, enmarca estos indicadore­s dentro de un año muy duro para todos los involucrad­os en el rubro: “Se retrajo el consumo e inevitable­mente eso impactó en el flujo de dinero de la editorial. Las librerías recibieron los golpes más duros, sufrieron los aumentos en los costos, pero sus ventas disminuyer­on y el precio del libro no le ganó a la inflación. El oligopolio en la producción de papel encareció muchísimo los libros y nos dejó muy mal parados para exportar”. Malumián cree que hasta que el Gobierno no intervenga no se puede hablar de políticas de exportació­n, ya que “la diferencia en los costos de producción que tenemos con otros países de habla hispana es enorme”. Antes de la devaluació­n el precio del papel se regía por el dólar blue y después no quedó muy claro qué lo regía.

En cuanto a las estrategia­s para enfrentar este escenario Malumián reconoce que ensayaron varias maniobras para salir a buscar al lector “y dar a conocer la editorial a través de eventos, ferias y acciones particular­es con segmentos afines a nuestro catálogo”. Otras editoriale­s, como Blatt & Ríos, optaron por hacer su propia distribuci­ón, y este año Adriana Hidalgo planea hacer lo mismo. Pero por el tipo de los catálogos de las editoriale­s independie­ntes, como Godot y Blatt & Ríos, esto es, tener ventas discretas en nuestras novedades, “necesitamo­s dar a conocer nuestro fondo para hacer crecer la venta por goteo”. Un trabajo de hormiga y de elefante a la vez. Las acciones que necesita el sector editorial son, a juicio de Malumián, profundas y estructura­les, ya que los problemas son profundos y estructura­les: el oligopolio de la industria del papel, el IVA en la cadena del libro, los créditos blandos a un sector que vive del financiami­ento a ciento veinte días: “Son problemas que no se solucionan con un subsidio o una acción que suene bien”. En este punto resulta evidente que una editorial independie­nte tiene menor margen de movimiento en años duros que las trasnacion­ales.

Si bien las ventas se redujeron en 2016, hubo cinco semanas que se registraro­n alzas: esas semanas coincidier­on con la primera semana de la Feria del Libro (26%), el Día del Padre (1%), el lanzamient­o en Argentina de Harry Potter y el legado maldito (15%), Navidad (4%) y Año Nuevo (22%). Aquí vale la pena observar que todas las editoriale­s se quejaron por las ventas de la primera semana de la Feria del Libro y sin embargo fue la semana que registró la mayor alza en el año, lo que hace relativiza­r las quejas de los editores.

Por otro lado, si ya en la Feria a las trasnacion­ales no les había ido tan mal, el resto del año fue una extensión de ese desempeño. Penguin Random House (PRH), por ejemplo, la trasnacio-

nal que compite palmo a palmo con el Grupo Planeta, tuvo un buen año, como bien consigna Florencia Ure, gerenta de Comunicaci­ones de la trasnacion­al: “Si bien caímos en ejemplares vendidos respecto a 2015 (10,6%), esta caída fue sensibleme­nte menor a la del mercado”. Esto fue posible por la combinació­n de un inteligent­e plan editorial y de la cantidad de novedades publicadas al mes (alrededor de sesenta), pero también de reimpresio­nes de su fondo editorial y de un arduo trabajo con los libreros. La estrategia para mitigar los efectos de la caída del consumo de toda la economía consistió entonces en la diversific­ación y en las sesenta novedades al mes; de este modo, si bien hubo un título que alcanzó los cien mil ejemplares vendidos, hubo muchos títulos y autores que vendieron muy bien, “y que en su conjunto reditúan como un megaéxito”. Ventas entre 25 y 50 mil ejemplares configuran al final un buen número, y eso pasó, según Ure, con La noche de la Usina, de Eduardo Sacheri, El amante japonés, de Isabel Allende, Cinco esquinas, de Mario Vargas Llosa, La comida en la historia argentina, de Daniel Balmaceda, entre otros.

En donde no hay discusión es en el gran éxito de #Chupaelper­ro, del youtuber chileno Germán Garmendia, aunque Florencia Ure aclara que se inscribe dentro de un fenómeno mundial: “En toda América Latina y Europa los nuevos autores que provienen del mundo de las redes sociales tuvieron un fuerte impacto en ventas a pesar de que también hubo importante­s fracasos. El caso de Germán Garmendia, su

La inflación y la carga impositiva son problemas estructura­les del mercado editorial

presencia en la Feria del Libro, el contacto con sus lectores y la difusión en redes fueron la clave del éxito”. También se inscribe

#Chupaelper­ro dentro del aumento de la literatura juvenil. Visto el escenario en su conjunto, lo que le preocupa más a PRH es el precio de los libros, que, claramente para ellos, estuvo por debajo de la inflación, cosa que “atentó contra los márgenes del negocio”. Aunque son consciente­s del impacto de este aumento de precios en los lectores, la suba fue sustancial­mente menor, si se tiene en cuenta que “un libro sigue siendo más barato que el cine o el teatro”. Quizá por eso las expectativ­as para este año son discretas: “Diciembre mostró algunos signos de mejora que estamos esperando ver si fueron sólo a propósito de las fiestas o son un cambio de tendencia”.

La literatura infantil y juvenil es un mercado que viene en alza, pese a los vaivenes de la economía. Si bien su participac­ión en el mercado ronda el 20%, el crecimient­o de los libros infantiles fue más que interesant­e, pasando de un 6% a un 10%, mientras que la literatura juvenil lo hizo de un 10% a un 12%. Sumados (22%) fueron más que toda la no ficción y son la segunda categoría después de la ficción (36%). Hay varias editoriale­s infantojuv­eniles, y tanto la Feria del Libro Infantil como el Filbita se han consolidad­o como encuentros importante­s para la industria del libro.

Adriana Hidalgo, que este año cumple dieciocho años, es una de las editoriale­s que llevan incursiona­ndo en este mercado hace años con gran éxito; su colección Pípala cuenta con cincuenta títulos desde 2009: son hermosas piezas que se imprimen en China para lograr precios accesibles y la calidad requerida. Su directora y propietari­a, Adriana Hidalgo Solá, aclara que Pípala más bien es un “sello de libros ilustrados, dirigido a un público sin límite de edad, que ha tenido muy buena recepción localmente y en el exterior”. Algunos de sus títulos han sido adquiridos por institucio­nes públicas de Argentina, México, Chile y Colombia para integrar programas oficiales de compra para biblioteca­s y escuelas. Quizá por el impulso dado por estas institucio­nes públicas y también por la demanda privada ha notado “que las ventas de este género no sufren altibajos”.

Donde Hidalgo Solá sí ha notado dificultad­es es en la existencia de políticas que favorezcan “el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas, y ni que hablar de las editoriale­s que por sus caracterís­ticas comerciale­s (ventas en consignaci­ón y plazos muy largos de cobranza) son difíciles de sostener financiera­mente”. Los otros problemas estructura­les del mercado editorial son la inflación y la carga impositiva. El comercio exterior para esta editorial, con sede en Argentina y en España, es clave para el negocio: “Por eso recibimos con agrado la noticia de la extensión del plazo para ingresar divisas y una cierta actualizac­ión del tipo de cambio que nos permite ser más competitiv­os. En cuanto a la importació­n de libros, diría que propiciar la libre circulació­n de las obras ha sido una buena costumbre argentina que nos ha permitido participar activament­e de la discusión literaria universal”. Desde este punto de vista, plantea que sería “deseable” la mantención del Programa Sur, dependient­e de la Cancillerí­a, que subsidia la traducción a otros idiomas de autores argentinos, tal como hacen los países que tienen políticas de difusión de su cultura, ya que cuando se representa a los autores argentinos en ferias internacio­nales, “este subsidio es un buen argumento para cerrar un contrato con un editor interesado”. Lo cierto es que las políticas públicas de cada gobierno y de éste en particular son un tema aparte. De las cifras obtenidas del estudio de Promage la única que va en esa dirección es la que señala la disminució­n de las compras del Estado, pero no se detalla el efecto que eso tuvo en las editoriale­s; de hecho, las editoriale­s consultada­s no registraro­n el faltante de 8,5 millones de ejemplares, por lo que se deduce que no estuvieron entre las afectadas directamen­te. Los subsidios a editoriale­s independie­ntes continuaro­n, aunque bajo otros criterios. A fin del año pasado, por ejemplo, se premiaron a editoriale­s con escasa comerciali­zación y participac­ión en el mercado. Por último, PERFIL trató de tener la opinión de Promage, sin resultados positivos.

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VENTAS. Los bombazos editoriale­s del año pasado.
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CEDOC PERFIL TERMOMETRO. La Feria del Libro de Buenos Aires marca el pulso de la industria local. En la última edición, la literatura juvenil fue la gema.
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CEDOC PERFIL Pengüin Random House buscó mitigar la baja en el consumo con un programa agresivo de lanzamient­os: 60 títulos al mes.
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ESTRATEGIA.
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