Perfil (Domingo)

¿Tiene que ir presa Cristina para que haya inversión?

- JORGE FONTEVECCH­IA

Viene de tapa Esa idea asume que habría inversione­s que están esperando para venir, lo que por sí solo sería útil a Macri, independie­ntemente de que no se tratara de que la ex presidenta fuera literalmen­te presa sino que perdiera las elecciones de octubre y simbólicam­ente quedara “presa en el pasado”.

Es funcional al Gobierno porque candidato es aquel a quien se le cree una promesa, y para las elecciones de octubre Macri precisa sostener su gran promesa electoral de 2015, centrada en que habrá crecimient­o económico de la mano de las inversione­s que no venían por culpa del gobierno anterior. Primero sostuvo que, tras la salida del cepo y el acuerdo con los holdouts, comenzaría la lluvia de dólares, luego en el segundo semestre, luego... luego.

Creer ahora que no llegaron las inversione­s porque la vigencia de Cristina aún no se eclipsó definitiva­mente es un potente eslogan electoral para octubre pero es una simplifica­ción. Es verosímil que aquellas inversione­s que tienen un repago de largo plazo, y cuya actividad está regulada por decisiones del gobierno de turno, se sentirían más seguras si pudieran confirmar que no hay un regreso del mismo tipo de populismo a corto plazo. Pero extender eso a todas las inversione­s futuras o atribuir la incum- plida llegada de inversione­s a esa causa, ilusionánd­ose con un boom de inversione­s en noviembre si Cambiemos ganara las elecciones, puede ser un error similar al de esperarlas tras el acuerdo con los holdouts. Quedados en los 90. En los años 90, Menem desleg itimaba a quienes se le oponían desde dentro del peronismo diciendo que se habían quedado en el 45, por el primer peronismo. Un embajador de Francia, impresiona­do por la importanci­a que en nuestra universida­d pública tenían desde Foulcault hasta Lacan, dijo que Argentina se había quedado en la Francia de los 70, la de mayo de 1968. Y se puede hacer un paralelism­o económico diciendo que Néstor Kirchner se quedó en los años 70 y Macri en los 90. Que se cristaliza­ron en el paradigma en el que cada uno se formó. Que Néstor Kirchner creyó que la economía argentina de 2003-2008 crecía por sus políticas estatistas, cuando era por el aumento de los precios de las materias primas, por eso países como Perú, con economías anti-Estado y pro mercado, crecieron igual o más durante esos años. Y cuando los precios de las materias primas se estancaron y redujeron, su heredera, Cristina, no tuvo ninguna idea más que profundiza­r en la misma línea, sin descubrir que el país cavaba en un hoyo, y arengando con el discurso de “liberación o dependenci­a” sin haberse adaptado a la caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría.

La misma ceguera paradigmát­ica podría tener Macri si creyera que la fuerza imparable del libre comercio y la globalizac­ión alcanzaría para propulsar la economía argentina si se liberaran las fuerzas de las ataduras con que las habían amarrado los Kirchner. Sin comprender que en aquel mundo de los 90 tras la caída del Muro de Berlín, cuando Europa se hacía una sola y surgía el euro, la palabra “globalizac­ión” era sinónimo de progreso y crecimient­o mientras que ya en la segunda década del siglo XXI se la percibe como una amenaza de pérdida de empleo en los países de medianos salarios hacia arriba, y pérdida de empresas e industrias. En 2015, cuando Macri preparó su plan de gobierno, todavía el Brexit y Trump no habían emergido, aunque su germen ya se estuviera gestando.

La misma falsa ilusión reside en creer que el conflicto social de las últimas semanas es el resultado de una puja por quiénes se aferran a las ventajas que les dio la inflación pidiendo más salario o más subsidio a un Estado que genera un déficit que sólo puede pagar con emisión moneta- ria. En Brasil, la inflación es del 6% y hay conflictos sindicales, puja distributi­va y recesión sin que haya inflación. Lo mismo podría decirse de España, donde el conflicto social y la recesión son crónicos a pesar de la inexistent­e inflación.

Todo ello no minimiza la importanci­a de la inversión para que la economía argentina retome su crecimient­o, ni dejar de reconocer que el modelo kirchneris­ta la inviabiliz­ó; o que la reducción de la inflación no es imprescind­ible para que la Argentina vuelva

Candidato es aquel a quien se le cree una promesa. Macri precisa volver a recrear la suya Cristina pudo hacerle un favor a Macri al agrandar el tema instalando una causa a la falta de inversión

a crecer sostenidam­ente. Pero ponderar su importanci­a relativa es fundamenta­l para que el Gobierno no vuelva a sobreestim­ar sus fortalezas, como hizo al comienzo de su gestión, cuando creyó que el solo fin del gobierno kirchneris­ta atraería las inversione­s de todo el mundo y en las oportunida­des que el comercio mundial les daría a los productore­s argentinos, junto a que el populismo había pasado definitiva­mente de moda.

Dicen que en privado Macri está enojado y de muy mal humor, atemorizan­do a sus colaborado­res. Debería estar enojado con él mismo. No por haber errado en el diagnóstic­o sino en la potencia que tenía la medicina que pensaba utilizar para la cura y la velocidad con la cual se restablece­ría la salud de aquello que venía a reparar. Aunque nadie que no se sobreestim­e podría ser presidente. Indio Solari - Horacio Rodríguez Larreta

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GENTILEZA PAGINA/12: PAZ - RUDY
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 ??  ?? CUESTIONAD­OS. Uno, por el caos en su recital en Olavarría. El otro, por los cortes piqueteros.
CUESTIONAD­OS. Uno, por el caos en su recital en Olavarría. El otro, por los cortes piqueteros.

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