TODO FUE UTILERIA
Con la aparición de un grupo de militantes disfrazados de voluntarios en Comodoro Rivadavia, luciendo sus pecheras de La Cámpora y sacándose selfies al lado de un tractor, el kirchnerismo ha ofendido, una vez más, la condición humana. Afortunadamente, los devastados habitantes, a quienes lo único que les sobra es la dignidad, supieron cómo echarlos. No necesitaron recurrir a la violencia, simplemente los conminaron a que “si venían a ayudar se sacaran las pecheras, se calzaran los buzos anónimos y se pusieran a palear el barro”; y se fueron, montados en el oportunismo y la miseria humana. La “década perdida” está plagada de mentiras y actos de utilería: de cabeceras de ramales de trenes, con vías que morían a 300 metros de la estación inaugurada; del tren bala, que uniría Buenos Aires con Mar del Plata, Córdoba, Rosario y Mendoza; del Tren de las Nubes que iba a cruzar los Andes hasta Chile; del Tren de los Pueblos que uniría Argentina con Uruguay; del soterramiento del Sarmiento; de los miles de kilómetros de autopistas (la 9 hasta Salta, la 7 hasta San Luis, la 14 hasta Misiones, la 11 hasta Resistencia, la Autovía sobre la 6 para circunvalar todo el Conurbano, etc., etc.); de los prometidos veinte hospitales que se construirían con las retenciones a la soja; de la energía solar en la Puna; de las represas de Garabí, Chihuidos o el complejo hidroeléctrico J. Cepernic con la represa N. Kirchner; del gasoducto del NE para Corrientes, Misiones, Chaco y Formosa; de Atucha 2, etc., etc. (una carta no da para tantas menciones, aunque sí para muchos reproches). De todos estos anuncios e inauguraciones truchas fuimos tomando registro los argentinos que, después de doce años de mentiras anunciadas por cadena nacional, un 22 de noviembre dijimos: “Basta, no queremos más vivir consumiendo utilería”. Los relatos suelen