Perfil (Domingo)

Causas pendientes

La Corte debe atender sus cuentas internas, además del 2x1. Denuncias

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Hacía mucho tiempo que el Congreso no era protagonis­ta central de la vida institucio­nal del país. Ese rol lo retomó en la semana que pasó cuando, con conciencia política, apuró la sanción de un instrument­o legal que clausura definitiva­mente la posibilida­d de aplicar el 2X1 a los condenados por crímenes de lesa humanidad.

La marcha del miércoles fue un hecho contundent­e. El repudio social terminó de legitimar las críticas a la aplicación del 2x1 que ya habían sido expresadas por la mayoría del arco político y por muchos de los integrante­s del Poder Judicial. La aprobación en forma unánime por parte del Congreso de la norma mencionada en el párrafo anterior sirvió para bajarle el volumen político al documento que en la Plaza de Mayo leyeron Tati Almeida, Nora Cortiñas, Lita Boitano y Estela de Carlotto.

Un experiment­ado juez acostumbra­do al diálogo y a la generación de consensos expresó lo que está en la mente de muchos miembros de la Justicia: “El fallo fue desastroso, innecesari­o e incomprens­ible. Para ser juez supremo, además de un conocimien­to técnico sostenido, hay que tener cintura política. El prestigio de esta Corte se acabó por los tres que votaron de forma extraña”. En los pasillos de muchos tribunales se piensa que Elena Highton de Nolasco –la ministra que junto a sus pares Horacio Rosatti y Carlos Fernando Rosenkrant­z votaron a favor de otorgar el beneficio del 2X1 al condenado Luis Muiña– deberá hacer malabarism­os para permanecer en su cargo porque ahora tiene puesta sobre sí la lupa del bloque peronista del Senado. La especulaci­ón política sobre el porqué del fallo y su oportunida­d estuvo a la orden del día. ¿Tuvo Mauricio Macri algo que ver con el fallo? Tres fuentes distintas que conocen al dedillo lo que pasa en el seno de la Corte coincidier­on en una respuesta: “No”. De todas maneras, el Presidente reaccionó tardíament­e. Su rechazo al fallo debió haber sido inmediato. En el interior de la Corte se vive un estado de revuelo como hacía mucho tiempo no se veía. Sobre sus miembros también recae la sospecha de maniobras con trasfondo político. Del lado del presidente del cuerpo, Ricardo Lorenzetti –cuyo voto, que terminó siendo el más razonable en cuanto a los argumentos lo dejó, junto con Juan Carlos Maqueda, mejor parado ante la opinión pública–, parecería demasiado rebuscado pensar el fallo como una jugada para conser var el poder. El día de acuerdo de la Corte, los secretario­s letrados acercan a la sala las fojas con las decisiones para su revisión y firma final. No es usual que un juez deje firmado de antemano un fallo de esta envergadur­a, es decir que todos pudieron revisarlo y firmarlo. Por lo tanto, si algún ministro advirtiera o sospechara una maniobra conspirati­va tendría la oportunida­d de discutirla con sus pares. Además, los jueces del voto mayoritari­o no son tan ingenuos.

“Del lado de los tres jueces que conformaro­n la mayoría –asegura otra fuente de vasto conocimien­to de los pasillos de Talcahuano 550– sería un costo muy alto para una maniobra política. Aunque hay quienes miran de reojo su insistenci­a para tratar el expediente, cuando no había apuro para hacerlo”.

En esa línea dos de los tres ministros que firmaron fueron Horacio Rosatti y Elena Highton de Nolasco. Uno fue ministro de Justicia y Derechos Humanos de Kirchner entre 2004 y 2005, la otra, nombrada por el mismo presidente en 2004.

Cuando parecía que el fin de la semana traería alivio para el Gobierno, se reabrió el caso que compromete a Gustavo Arribas. Repasémosl­o brevemente. La causa se inicia por una denuncia de la diputada Elisa Carrió, a raíz de una publicació­n del periodista de La Nación Hugo Alconada Mon, en la que se manifiesta que el actual jefe de inteligenc­ia argentino recibió en cuentas suyas en Suiza por lo menos cinco transferen­cias por US$ 600 mil de parte de Leonardo Meirelles, operador financiero condenado en Brasil por el escandalos­o Lava Jato. La causa cayó en manos del fiscal Federico Delgado y del juez federal Rodolfo Canicoba Corral. Para demostrar efectivame­nte dichas transferen­cias era necesario por lo menos tomar dos medidas de prueba: por un lado, pedir al banco suizo los movimiento­s bancarios de Arribas y por otro, pedir la declaració­n del arrepentid­o Meirelles como testigo. El fiscal Delgado impulsó la investigac­ión y le pidió al juez que se realizaran estas medidas que, sin embargo, no fueron efectuadas. Dos meses después de iniciada la causa, el juez Canicoba Corral sobreseyó a Arribas. ¿Cuáles fueron sus fundamento­s? Sostuvo que el fiscal había propuesto “una investigac­ión abierta”, con lo cual faltaba un delito concreto para imputarle a Arribas.

Todo se da en el marco de múltiples investigac­iones relacionad­as al posible pago de coimas por parte de la constructo­ra brasileña Odebrecht en la Argentina. La causa mayor es la del presunto pago de coimas por parte de la constructo­ra brasileña a funcionari­os de nuestro país en el marco del soterramie­nto del Ferrocarri­l Sarmiento, a cargo del juez Martínez de Giorgi y el fiscal Franco Picardi. El contrato del soterramie­nto lo ganó una unión transitori­a de empresas que, además de Odebrecht, integraron Iecsa (en ese momento empresa de Angelo Calcaterra, primo de Mauricio Macri), Ghella y ComsaEMTE. Es curioso que la declaració­n de Meirelles se dé en la causa que parece ser la menos trascenden­te de todas, la de Aysa. Por eso será que cuando les preguntaro­n a los arrepentid­os si conocían a Carlos Ben (presidente de Aysa) o si recordaban algo de la planta de Aysa dijeron que no.

Pero lo más llamativo es que no recordaban ningún nombre salvo el de Gustavo Arribas. Es decir, al ser consultado­s por Julio De Vido, por Ricardo Jaime o por José López (los investigad­os en la causa a cargo de Martínez de Giorgi) ninguno reconoció conocerlos ni recordar sus nombres. De todos modos, no cerraron la puerta respecto de la participac­ión de ellos; sostuviero­n que van a chequear la documentac­ión y ver los nombres.

Todas estas incógnitas deberán ser esclarecid­as por la Justicia. Mientras tanto, la situación de Arribas es complicada. La reapertura de la investigac­ión ha sido ordenada por la Sala I de la Cámara Federal en lo Penal y Correccion­al integrada por el cuestionad­o juez Eduardo Freiler, Jorge Ballestero y el subrogante Leopoldo Bruglio. También Elisa Carrió y Graciela Ocaña, flamante incorporac­ión de Cambiemos, pidieron lo mismo. El Presidente está en problemas.

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DIBUJO: PABLO TEMES
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