El Papa quiere buscar ‘puertas abiertas’ para dialogar con trump
El papa Francisco declaró ayer que esperaba poder entenderse con Donald Trump, a quien recibirá el 24 de mayo en El Vaticano, y aseguró que “nunca juzgo a una persona sin antes escucharla”.
En el vuelo de regreso de Portugal, el Papa no quiso abordar los temas sobre los que está en desacuerdo con Trump, como el cambio climático o las migraciones.
“Nunca juzgo a nadie sin escucharlo. Creo que no se puede hacer eso. Diré lo que pienso, él dirá lo que piensa”, apuntó.
“Siempre (hay) puertas que no se han cerrado”, insistió, y explicó que su método es “buscar las puertas que al menos están un poco abiertas, entrar y hablar de cosas comunes, e ir hacia adelante, paso a paso”. Canonización. En Portugal, Francisco proclamó santos ayer a los dos pastorcitos cuyos relatos de las apariciones de la Virgen María, hace cien años, convirtieron a Fátima en uno de los santuarios católicos más importantes del mundo.
El Pontífice canonizó a los hermanos Francisco y Jacinta Marto al inicio de una misa campal frente a la basílica del santuario, a la que asistieron cientos de miles de personas.
“Tras haber largamente reflejado, invocado varias veces el auxilio divino y escuchado el parecer de nuestros hermanos en el episcopado, declaramos y definimos como santos a los beatos Francisco y Jacinta Marto, los inscribimos en el Libro de los Santos y establecemos que en toda la Iglesia ellos sean devotamente honrados entre los santos”, proclamó.
Francisco y Jacinta, de 9 y 7 años de edad, y su prima Lucía, de 10, contaron que el 13 de marzo de 1917 fue la primera de unas seis apariciones que tuvieron de la Virgen María en Fátima.
Los menores dijeron que la Virgen les confió tres secretos. En el primero se daba una visión del infierno, el segundo hablaba de una guerra peor que las que había entonces y el tercero el secreto se refería al atentado que sufrió Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981 y a la lucha entre el comunismo ateo y la Iglesia en el siglo XX. El tenía nueve años y ella siete; murieron dos años después de su visión por una epidemia de gripe. Su prima, Lucía, aún espera la canonización.