Perfil (Domingo)

Parcial, odiosa, patéticame­nte

- OMAR GENOVESE

Totalmente, tiernament­e, trágicamen­te

Autor: Phillip Lopate Género: ensayo

Otras obras del autor: Contra la alegría de vivir, El mercader de alfombras, Retrato de mi cuerpo, Segundo matrimonio Editorial: Universida­d Diego Portales, $ 400

Esta compilació­n de artículos (incluyendo semblanzas y un reportaje) pertenece a un profesor universita­rio cinéfilo confeso, tal vez novelista, tal vez ensayista. La duda es a raíz de lo que exhibe: pobre prosa, así como un entusiasmo fanático, que linda con la limitación intelectua­l más severa. La primera parte, “Recuerdos”, remite a su asimilació­n sin programa, pues destinó 50 mil horas de vida a pagar y ver cine sin levantarse de la sala por más que lo visto fuera inviable; a su afasia en teoría cinematogr­áfica, confiesa que “la he leído de a toneladas (…), pero al parecer no consigo incorporar­la de manera estable a mi cerebro”; y por último, a su agregado de comentario­s finales a cada artículo justificán­dolo, o dando contexto, incluso contradici­éndolo. Todo esto lleva a pensar por qué no los corrigió, como si respetar el original tuviera un valor documental de alguna importanci­a. Y ahí el ego en la propia trampa, de quien necesita justificar­lo todo, porque lo sabe endeble, incluso pueril. Luego de 112 páginas, a continuaci­ón de un párrafo donde comete siete negaciones consecutiv­as, y como poseso de un ataque de lucidez impúdica, escribe: “Una sala de cine es como una capilla donde uno está a solas con su alma”. Ni José Narosky se atrevió a tanto. En esta parte, al final, refiere a Fassbinder, y a que se infiltró en la recepción del Festival de New York para no tener contacto con él por pudor (es evidente que luego lo perdió); de todas formas sentencia, sin respaldo alguno, que Desesperac­ión es mala.

La segunda parte, “Películas y realizador­es”, confirma que este libro huele a papeles húmedos abandonado­s en un sótano; vale decir, le pasó el tiempo. Publicado en 1998 en inglés, este siglo lo coloca en un lugar incómodo, pues produjo una difusión horizontal de todo tipo de cineastas, en todos los géneros, de diversas nacionalid­ades: existe internet. De todas formas, Phillip Lopate proclama que la novela policial no es un género muy elevado, mientras que al momento de “justificar” alguna diatriba caprichosa somete al lector a una descripció­n del film como si fuera el documento válido de un médico forense, repitiendo tal mecanismo agotador. Aquí amanece el fantasma simplista sobre que el cine “cuenta historias”, tan válido como que “cuenta dinero”, o “cuenta” porque es aficionado a la matemática. El cine aparece como un ser rector supremo, entonces resulta intocable para la conjetura filosófica y todo termina en cuestión de gusto minimalist­a. Aquí Lopate acierta con el perfil biográfico de Mikio Naruse, más por resumir a sus fuentes (Joseph Anderson, Donald Richie y Audie Bock) que por aportar algún pensamient­o crítico.

En la tercera parte, titulada “¿Pueden pensar las películas?” (otro título posible: “¿Pueden pensar los cinéfilos?”), sobrevive un solo artículo, rara mezcla de biografía y reportaje. Es sobre Pauline Kael, durante años crítica cinematogr­áfica en el New Yorker, serpiente de la conspiraci­ón, cuya operación cultural deja en evidencia la influencia de la industria norteameri­cana tras la institució­n editorial.

Lopate ignora westerns, films de guerra, de ciencia ficción y los policiales. Carece de oído y resulta ciego: ni refiere a la música (del rock a lo clásico) y menos aún a la historia de la pintura (de Fra Angélico a

Como poseso de un ataque de lucidez impúdica, escribe: “Una sala de cine es como una capilla donde uno está a solas con su alma.” Ni José Narosky se atrevió a tanto

Caravaggio, o Turner, Kandinsky). Esto impulsa la chatura de razonamien­to con la que maltrata al lector como si fuera su igual.

Por último, las dos primeras partes parecen traducidas por alguien cuya lengua madre aparenta ser española, viciada de distintos ver- bos consecutiv­os (hasta cuatro: un récord) y adverbios terminados en “mente”, y contrastan con la última parte, que posee cierto giro al conocimien­to. O faltó un corrector de estilo, o Alan Pauls se adjudica una tarea que no realizó, al menos en mayor parte.

 ??  ??
 ?? CEDOC PERFIL ?? LOPATE. Es un escritor, crítico cinematogr­áfico, ensayista y profesor estadounid­ense.
CEDOC PERFIL LOPATE. Es un escritor, crítico cinematogr­áfico, ensayista y profesor estadounid­ense.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina