Hoy: ‘Operación medibacha’
Operación Medibacha (Planeta, 2011), de José Eduardo Moreno, es la recreación de un viejo sueño: el de una asociación de repúblicas antinorteamericanas moviéndose en las sombras para destruir al Imperio. El plan es efusivo y ligeramente mesiánico desde el momento en que toda la responsabilidad práctica de la misión se le asigna a una sola persona. Pero los recursos materiales empleados –insuficientes, indecuados, casi nunca disponibles– son estatales. Su origen es un pacto entre los presidentes de Argentina, Brasil y Uruguay (sosias, respectivamente, de Néstor Kirchner, Ignacio Lula Da Silva y Tabaré Vázquez), quienes en algún momento se citan en una cripta de máxima seguridad sudamericana con una temperatura ambiente de 50° C. Están en algún lugar de la cuenca del Río de la Plata, tomando mates y haciendo circular chistes regionales, pero con la cabeza puesta en derrocar a George W. Bush.
La realidad de Operación Medibacha tiene sus insumos narrativos a la vista: un coman- del asesinato de Anastasio Somoza en Asunción del Paraguay, diseñó los pasamontañas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en México, “preparó” el Caso Lewinsky y, detrás de un arco del Estadio Centenario de Montevideo –ésta sí que es su máxima proeza nacionalista– le señaló al goleador Sergio “Manteca” Martínez el palo donde debía convertir el penal para que la Selección uruguaya de fútbol ganara la Copa América en 1995.
Operación Medibacha se desarrolla en la vampirización. En esos intercambios debemos consignar, como señal fluorescente de la dinámica del libro, hasta qué punto es evidente que la palabra “operación” pertenece a Operación masacre (1956), de Rodolfo Walsh y, también, en segundo grado, a Leo Fleider, el director de Operación Rosa Rosa (1974), protagonizada por Sandro en el rol de un cantante-agente.
José Eduardo Moreno es sociólogo es la primera de la saga de Denzel Washington Ferreira, el espía uruguayo. do revolucionario Pablo Milanés, un David Hasselhoff Golf Club, un hotel de lujo Garrincha, un Policlínico Rita Lee, una organización llamada Fuerza Especial Lainoamericana de Trabajadores Inmigrantes contra la Opresión (Felatio), reuniones secretas en los subsuelos de Río Turbio y la aparición de un enemigo acérrimo del agente Denzel Washington Ferreyra: el mismísimo Chuck Norris. No el héroe fascista que conoce el espectador sino el verdadero, una “máquina de matar” que ha dejado de actuar en los sets y ha decidido intervenir en la realidad. ¿Y el personaje de ficción Denzel Washington Ferreyra qué misiones ha debido concretar en la “realidad”? Muchas: toda su vida –apócrifa– es la realidad sudamericana. Participó y ha trabajado durante varios años en una tesis sobre la izquierda argentina. Conoce los contenidos profundos y los tips del marxismo-leninismo nacional, su argot apocalíptico y ludopático (en el que la política es Todo o Nada) y su gran literatura (basicamente la de Trotski, el artista de esa familia de bigotudos) y les ha dado a su personajes principales, Denzel Washington Ferreyra y Ze Tapinha (alias “Maconhero”) un lenguaje cotidiano, el registro del chiste rioplatense (misoginia, homofobia y racismo, sin la cual no habría chiste rioplatense), pero también una cantidad de tópicos que sólo pueden provenir de lo que se conoce como “formación de izquierda” y el qué hacer revolucionario.