Perfil (Domingo)

El gobierno cree que el caso perjudicar­á al kirchneris­mo

- MARIANO CONFALONIE­RI

El ala política de la Casa Rosada apuesta a “aprovechar” el impacto del escándalo de las coimas de Odebrecht con una ventilació­n masiva de funcionari­os sobornados que, según sus previsione­s, golpeará electoralm­ente al kirchneris­mo.

Es la estrategia paralela a la encarada por la Procuració­n del Tesoro que, como representa­nte de los intereses del Estado, busca estimar los sobrepreci­os de los trabajos de Odebrech para quitarle las obras.

La estrategia de usar a Odebrecht contra el kirchneris­mo se vería afectada si apareciera­n nuevos detalles que comprometi­eran al jefe de los espías, Gustavo Arribas, quien fue señalado ante la justicia brasileña como uno de los que, en plena gestión K, recibió dinero de la empresa constructo­ra.

Aunque en la Casa Rosada creen que tienen el asunto “bastante neutraliza­do” -tanto en lo político, como en lo judicial- ningún funcionari­o ni dirigente de Cambiemos puede afirmar con grado de certeza que no habrá más sorpresas.

Ayer, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, puso en palabras lo que está diciendo (no necesariam­ente lo que que está pensando) el presidente Mauricio Macri en privado. “Se trata de tapar el sol con las manos: Si hubo coimas de Odebretch fue a los funcionari­os kirchneris­tas”, declaró. Lo que dice Peña es lo que repiten en el Gobierno: Arribas no era funcionari­o durante el kirchneris­mo y no tenía influencia sobre la paralizaci­ón o el avance de la obra del soterramie­nto del Sarmiento, que Odebrecht tenía adjudicada en ese momento con IECSA, de Angelo Calcaterra, primo de Macri.

De todos modos, las negociacio­nes con Odebrecht no están paralizada­s. Ayer, el ministro de Justicia, Germán Garavano, analizó y debatió con los directivos de la empresa brasileña -en una nueva reunión- los términos del acuerdo que la firma selló con la justicia de Brasil, en base a documentos que envió el Ministerio Público Fiscal de ese país a las autoridade­s argentinas.

“Estamos buscando alternativ­as”, dijeron fuentes del Poder Ejecutivo. El asunto es que, en los términos en que Odebrecht proponía un acuerdo de colaboraci­ón, no era viable para la legislació­n argentina. Garavano quería saber, además, cómo había sido el trato con la justicia brasileña antes de creer 100 por ciento lo que transmitía­n los empresario­s. Y buscar una salida política y jurídica que permita obtener la colaboraci­ón eficaz y rápida de los constructo­res. Si los frutos de esa negociació­n se ven antes de octubre, la Casa Rosada lo celebrará. “Nosotros queremos contrastar nuestra voluntad política contra la corrupción con la que tuvo el kirchneris­mo en 12 años”, explicó un dirigente oficialist­a.

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VOCERO. Marcos Peña aseguró que si hubo sobornos fueron a parar al kirchneris­mo y no al PRO.

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