Perfil (Domingo)

El Lava Jato trucho

- JAVIER CALVO

Ahora que el Gobierno, opositores, jueces y fiscales parecen interesadí­simos en que Odebrecht entregue pruebas de quiénes recibieron sus coimas durante la era K, hay que permitirse dudar.

Desde el discurso de la trasparenc­ia, puede ser bello verse reflejado en el espejo brasileño. Pero la imagen muta en horrible ante el fantasma de una clase política desprestig­iada y apresada, un empresaria­do encarcelad­o y delator, un sistema institucio­nal en crisis y una economía que no para de caer. Eso ya no luce tan bien, ¿no?

Semejante panorama ya lleva tres años en Brasil y no se observa freno. Debe ser por la corrupción estructura­l que reina desde hace años. Por casa andamos igual o peor, porque aquí encima se goza de impunidad, como lo demuestran resonantes escándalos desde los 90 para acá que han quedado sin castigo.

La desconfian­za crece porque el único nombre propio involucrad­o por un delator brasileño es el de Gustavo Arribas, amigo de Macri y actual jefe de Inteligenc­ia, con menos de un millón de dólares que habría recibido no siendo funcionari­o público. Faltaría hallar el destino de más de 34 millones, según admitió Odebrecht. Curioso que no surja ningún apellido del kirchneris­mo.

También llama la atención que respecto al Lava Jato só- lo miremos hacia el gigante constructo­r brasileño. Hay indicios de que Cristóbal López se quedó irregularm­ente con activos de Petrobras y Electroing­eniería con Transener, con Julio De Vido y Roberto Dromi en la mira. Ni hablar de lo que habría cobrado en otras operacione­s con Brasil el ex secretario Ricardo Jaime. Y es muy probable que pronto una gran empresa argentina sea denunciada por el mismo lodo.

Caerles sólo a los ex funcionari­os kirchneris­tas sería lo más sencillo (y lo deseable para los medios y periodista­s anti K). Sin embargo, como hasta bramó Elisa Carrió, el caso del intocable De Vido desnuda que tan fácil no es. El ex ministro construyó una vasta red de protección y complicida­d de la que no escaparon otros dirigentes políticos, empresas y jueces.

De Vido es apenas una pieza de un dominó que puede desbarranc­ar con que solamente caiga una pieza. Porque además de descubrir cohecho en la obra pública, tal vez aparezcan aportes de campaña y “sobres”.

Por eso la política no arremete seriamente con un cambio de legislació­n que premie la delación seria y comprobada. Por eso muchos jueces y fiscales hacen que miran para otro lado y mueven las causas según para donde les conviene que sople el viento. Por eso conocidos empresario­s se interesan para que no se avance en estos temas. Por eso ciertos medios prefieren apuntar al que cobra y no al que paga.

Por todo esto es que dudo.

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