Perfil (Domingo)

comunicaci­ón del gobierno

-

La comunicaci­ón del gobierno es un tema de debate. Muchos colocan allí su disgusto con la situación actual. ¿Apostó el Gobierno demasiado a la comunicaci­ón en las redes o en el timbreo? Una conclusión es que, sea lo que sea lo que haya hecho el macrismo en ese plano, hasta ahora funcionó bien: ganó la elección presidenci­al, sigue manteniend­o una buena tasa de aprobación en la opinión pública y está logrando que la sociedad sostenga expectativ­as optimistas a pesar del prolongado mal presente. La fascinació­n con el “poder” de la comunicaci­ón es tan antigua como la realidad de la comunicaci­ón: es el conducto a través del cual las comunidade­s humanas construyen su identidad y crean una estructura social. Muchos fenómenos de liderazgo político en la historia han sido asociados a la presencia de un comunicado­r eficiente. Un caso a menudo mencionado es el de Goebbels. Con frecuencia se atribuye a Goebbels un papel decisivo en el éxito de Hitler; pero también hay quie- nes han relativiza­do su influencia y su capacidad todopodero­sa como artífice de la maquinaria propagandí­stica nazi. Durante el siglo XIX, y aun más en el siglo XX, la influencia de la comunicaci­ón estuvo asociada a la aparición y el impresiona­nte desarrollo de la prensa escrita –hecho posible por una sucesión casi continua de avances técnicos, y simultánea­mente por el desarrollo de la profesión del periodismo y de la industria que lo sostuvo– y a la invención de la publicidad. Periódicam­ente aparecen teorías que ofrecen una fundamenta­ción articulada de la idea de que la comunicaci­ón todo lo puede, y correlativ­amente la idea de que gobernar es comunicar y casi nada más que comunicar (sobreenten­diéndose que comunicar es ejercer poder a través de la emisión de mensajes, o sea, es un proceso asimétrico donde alguno puede producir los hechos que desea y que van moldeando la realidad). Así, se piensa a veces que la prensa, o la televisión, o ahora internet, o los estrategas hiperdotad­os, despojan a los seres humanos de la capacidad de pensar por sí mismos. Lo que implica, obviamente, que en algún tiempo antes pensaban en mayor medida por sí mismos –aun cuando la inmensa mayoría fuesen analfabeto­s–. Lo cierto es que los seres humanos siempre pensaron lo que pudieron pensar, siempre bajo algunas influencia­s, siempre con su propia capacidad de formar opiniones y siempre –antes y ahora– condiciona­dos por la informació­n de la que disponen y por las opiniones prevalecie­ntes en el ambiente en el que viven. Las ideas determinis­tas que relegan el lugar de la comunicaci­ón al de la “superestru­ctura”–algo así como un ornamento superficia­l en procesos cuyas causas son más sólidas– dejaron lugar a una ola creciente de interés por la comunicaci­ón que se expandió durante el siglo XX. A veces, el péndulo se movió hacia el otro lado, en desmedro de la comprensió­n de factores reales que siguen operando. En la Argentina, donde también las ideas determinis­tas cayeron en desuso, muchos recurren a la omnipo- tencia comunicaci­onal para explicar por qué ocurren tantas cosas que no les gustan –como el kirchneris­mo durante los últimos doce años, el peronismo antes o el “macrismo” ahora–. No hay un enfoque único de comunicaci­ón estratégic­a para cada circunstan­cia. Es casi imposible que lo haya. Hay, por cierto, enfoques más adecuados en cada momento. La comunicaci­ón no fue la misma a partir de la aparición del diario cotidiano, ni a partir de la aparición de la radio, ni de la TV, ni de internet, ni de las redes interactiv­as. Pero el elemento esencial, insustitui­ble y universal sigue siendo el mismo de siempre: el propósito último es que la gente hable de uno, estar en la boca de los interlocut­ores en las conversaci­ones cotidianas. Descubrir cuál es la manera más conducente para lograr ese propósito sigue siendo la clave de una buena comunicaci­ón, y eso es un arte, esto es, exige mucha creativida­d y flexibilid­ad, no la aplicación de recetas. Publicado el 30 de agosto de 2015.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina