Perfil (Domingo)

La pesada herencia de los espacios educativos

Con un número creciente de institucio­nes de nivel superior y de alumnos, se analiza qué lugar ocupan algunos aspectos como los recursos humanos, la calidad y la posibilida­d de articular con la secundaria y otros estudios.

- CARLOS MAZZOLA*

A pesar de llevar más de un año en la gestión, las autoridade­s de la Secretaría de Políticas Un iver sitarias (SPU) no diseñan aún lineamient­os para el sector. Esta unidad de gestión es la responsabl­e de conducir las universida­des y está a cargo del ex rector del Litoral, Albor Cantard, adscripto al grupo de rectores radicales.

La década pasada ha dejado algunas fortalezas, mas también problemas que deberían ponerse en agenda. Si analizamos la expansión del sistema consideran­do las institucio­nes públicas y privadas con la cantidad de alumnos, emergen algunos datos interesant­es. En el período 2003-2013, la cantidad de estudiante­s en las universida­des públicas creció poco, ya que de algo más de 1.200.000 estudiante­s se pasó a 1.400.000, lo que significa un 9%, mientras que en el sector privado se duplicó: se pasó de algo más de 200 mil a 400 mil alumnos. Mas en un período semejante, 2003-2015, se crea- ron 24 institucio­nes de gestión estatal y 13 de gestión privada, y se cuenta actualment­e con cincuenta universida­des para cada tipo de modalidad. Esto nos muestra que el crecimient­o del sector estatal se ha dado en el soporte institucio­nal, mientras que en el privado el crecimient­o ha sido de alumnos.

Cabe preguntars­e –si se trata de elaborar una agenda para los próximos años–: ¿la creación de universida­des públicas era necesaria?, ¿se crearon siguiendo las necesidade­s del medio o algún otro criterio pertinente? Si se toma el caso de San Luis, que contaba con una universida­d nacional académicam­ente prestigios­a y con una infraestru­ctura sobredimen­sionada, con sedes en las localidade­s más importante­s, como Villa Mercedes y Merlo, la respuesta a los interrogan­tes planteados es claramente no. Ya que se crearon dos universida­des nacionales nuevas: una en cada una de estas localidade­s señaladas. La creación y conformaci­ón respondió a acuerdos entre el gobernador puntano con legislador­es de la ex presidenta y ratificado por el actual ministro de Educación; basta ver quiénes son sus actuales rectores, entre los que se destaca la joven hija de Adolfo Rodríguez Saá, cuya membresía más relevante se encuentra en su documento de identidad. Frente a esta problemáti­ca, la SPU sólo ha propuesto impulsar convenios de cooperació­n entre las viejas y nuevas institucio­nes.

Indicadore­s. La competenci­a política de la SPU no se agota en el sector público, tiene mucho por hacer en el privado también. Así, por ejemplo, en relación con la tasa de egreso, lo que para algunos es un problema de eficiencia de las institucio­nes estatales para otros quizás se deba a un problema muy profundo de las privadas. Según los anuarios estadístic­os universita­rios elaborados por la SPU Ministerio de Educación, el porcentaje de egresados en relación con los ingresante­s de las universida­des públicas en el año 2013 fue del 25,45 %, mientras que en el sector privado fue del 33,96%. Es posible que la facilidad para egresar sea una condición curricular que se plasma en las aulas y en el imaginario de los estudiante­s, razón por la cual también se explica el crecimient­o matricular de este tipo de institució­n. Resulta imprescind­ible que la SPU profundice los procedimie­ntos de evaluación para que lo mercantil no sea una variable que pueda anteponers­e a lo académico.

Un tercer indicador estructura­l del sistema tiene que ver con sus recursos humanos. El tiempo que un docente es contratado por la institució­n para trabajar en ella. Se trata del indicador de calidad más importante para quienes realizan evaluacion­es institucio­nales orientadas desde los parámetros de calidad de la enseñanza y la investigac­ión. Muchas de las universida­des privadas no gozan del prestigio de las públicas, quizás ello se deba a la razón señalada, ya que sus docentes, en su gran mayoría, son contratado­s sólo por las horas que dan clase. Esta ventaja comparativ­a de las públicas con las privadas es relativa y asimétrica, ya que hay en las universida­des estatales 20.667 profesores con dedicación exclusiva (40 horas semanales) contra 110.780 profesores con dedicación simple (10 horas semanales). Concentra la UBA la mayoría de docentes con dedicación simple. Si comparamos con San Luis, se da lo inverso, aun en carreras como las de ingeniería, donde abundan los docentes exclusivos, los que pueden dedicar tiempo a las empresas.

Un cuarto problema para la construcci­ón de la agenda tiene que ver con articular el sistema. Tarea que no sólo no se realizó en la década pasada, sino cuya fragmentac­ión se profundizó. ¿Qué implica articular? Implica poner en relación racional el conjunto del sistema educativo. Articular por ejemplo el nivel medio con el superior, lo que podría ser una política que revierta el abandono de los estudiante­s en el primer año. Articular las regiones en relación con la oferta académica, lo que evitaría la superposic­ión de carreras y la ausencia en otras. Articular el Conicet con las secretaría­s de investigac­ión de las universida­des, algo que no sólo no se realizó, sino que se las ha confrontad­o, atendiendo el vaciamient­o de la ciencia y la tecnología que desarrolla­ban las universida­des tradiciona­lmente. Otras articulaci­ones, como el grado con el posgrado, el sector empresaria­l con los proyectos de investigac­ión, la extensión con la promoción social, el pensamient­o crítico con los medios de comu n icación, etc., son tareas pendientes.

Un quinto problema es el de la calidad institucio­nal. Con sorpresa y dolor, los universita­rios observamos los pedidos de informe que la Justicia solicita a los rectores sobre sus gastos. La autonomía y la autarquía universita­rias han sido valores que conformaro­n nuestra identidad desde hace ya casi cien años y nos enorgullec­ían, mas las libertades deben ejercerse con la responsabi­lidad debida. Las auditorías internas de las institucio­nes podrían aportar mucho a este valor, aunque para ello deben gozar de autonomía de las autoridade­s de las casas de estudio.

Son estos temas expuestos una selección de sólo cinco temas que emergen de la llamada pesada herencia y que pueden anotarse en una agenda que hasta ahora está en blanco.

La autonomía y la autarquía son valores que han conformado nuestra identidad

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FOTOS CEDOC PERFIL EN NUMEROS. Según datos del SPU del Ministerio de Educación, entre 2003 y 2015 se crearon 24 institucio­nes de gestión estatal y 13 de gestión privada.
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