Perfil (Domingo)

El affaire De Vido

- DANIEL MUCHNIK*

La denuncia de la diputada Elisa “Lilita” Carrió sobre la existencia de un “lobby” o una “mafia” de todo el sistema político para proteger a Julio De Vido tiene consecuenc­ias y muestra distintas caras que irradian gran inquietud en todos los ámbitos, especialme­nte en los políticos, judiciales, empresaria­les, y en el gobierno nacional. Todo es muy serio porque Carrió siempre luce como la lapidaria “fiscal de la República”.

Hay acusacione­s que tendrán que ser fundamenta­das o aclaradas en los Tribunales. Y se entrelazan con el Lava Jato brasileño, esa hecatombe moral que ha tirado abajo a una jefa de Estado, impactando en un acrecentam­iento de una recesión impresiona­nte, en la desconfian­za profunda y en grandes movilizaci­ones populares.

De Vido no fue un ministro más en las administra­ciones de Néstor y Cristina Kirchner. Estuvo a su cargo el universo de Planificac­ión Federal, Inversión Pública y Servicios de la República Argentina.

De pronto, un arquitecto de confianza de Kirchner que se había radicado hacía años en el extremo sur tentando suerte laboral se convirtió, sin tener los conocimien­tos indispensa­bles, en el hacedor de las obras del Estado, de las construcci­ones, de los giros millonario­s a provincias para determinad­os trabajos, que tuteaba a los gobernador­es y éstos le rendían pleitesía. Manejó, como se sabe, miles de millones de dólares, cuyos destinos se siguen investigan­do, y esas indagacion­es van todavía a mitad de camino o no se iniciaron. Y tuvo como funcionari­os a sus órdenes a dos personajes (Ricardo Jaime y José López) que ya fueron enjuiciado­s severament­e por corrupcion­es de todo tipo y color, más otros que están por ingresar en los pasillos del Palacio de Justicia.

Sin embargo, el dueño de aquel emporio, al cual cierto mundo empresaria­l le rendía pleitesía, un hombre que fue sorteando todos los obstáculos y acusacione­s, ha salido hasta ahora indemne y bien parado sobre la tierra. Es sorprenden­te.

El ministro de Justicia, Germán Ga- ravano, admitió de inmediato que hay “sectores” de la política que protegen a Julio De Vido, tal como denunció Carrió. El presidente Macri ordenó avanzar “hasta las últimas consecuenc­ias” para que aclare el supuesto pago de coimas de la empresa brasileña Odebrecht en la Argentina. Por supuesto que Odebrecht, como se confirmó, entregó coimas millonaria­s, está demostrado y no tiene escapatori­a. Se trata en especial de transaccio­nes que se dan en el hemisferio sur o en países en desarrollo. La corrupción muestra todo su rostro.

Dos mujeres dirigentes del Frente Renovador y sus alianzas, la diputada Graciela Camaño y la dirigente Margarita Stolbizer, ex aliada de Carrió, le pidieron a la “fiscal de la República” que se hiciera cargo como integrante del Gobierno y se presente en la Justicia para dar elementos fundamenta­dos y nombres.

En funciones, De Vido era aplaudido constantem­ente por los empresario­s, en especial los de la construcci­ón, que dependían de su poder en cientos de licitacion­es, y por los gobernador­es e intendente­s. No era de extrañar que lo endiosaran, de espaldas a la opinión pública y cuidando, protegiend­o y acrecentan­do sus bolsillos. Ellos, junto con la red de jueces, dirigentes partidario­s, compañías extranjera­s o argentinas y funcionari­os de otras áreas de todo tipo de nivel, no querrían ser señalados como cómplices o pedigüeños si a De Vido una vez apresado le pidieran que rinda cuentas, aportando nombres comprometi­dos. Si todo esto fuera realidad, sería una afrenta nacional y a la Constituci­ón. Y muchos fueron sus copartícip­es.

Si se concluye que es verdad, este caso es la radiografí­a de la historia argentina. Gobernante­s encargados de entregar favores, terratenie­ntes que nunca pagaban impuestos, empresario­s que crecieron inconmensu­rablemente al amamantars­e de prebendas oficiales. Un país, como escribió Carlos Nino, fuera de la ley. *Periodista y escritor.

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