Infeliz día
Viene de la contratapa
Cuando un usuario utiliza el navegador Brave, puede elegir prender la publicidad. Cuando está prendida, cobra con un token (moneda virtual) por ver publicidad del anunciante y, a través de esta moneda/bitcoin, la persona le paga al medio por el contenido que consume.
Su idea es cortar la intermediación que realizan todas las empresas de adtech (publicidad digital), especialmente Google y Facebook, que se quedan con un gran porcentaje de la publicidad. Dicen que de US$ 1 que el anunciante invierte en publicidad, le llegan sólo US$ 0,20 al productor de contenidos, el 80% de la publicidad se pierde en el camino.
Las personas pagan sin saber por la publicidad que reciben en la web porque les consume ancho de banda que sí pagan a su proveedor de conectividad: los contenidos fluirían dos veces más rápido en computadoras y cuatro veces más rápido en celulares si además no se introdujeran cookies y otros medidores del comportamiento; las empresas como Google y Facebook luego venden esos datos personales en forma de publicidad programática (dirigida sólo a personas con determinados hábitos de consumo). Para Brendan Eich, los únicos que podrían vender sus datos personales serían las propias personas que, de querer hacerlo, también deberían cobrar con este token (moneda virtual) por informar sus hábitos, como quienes aceptan participar siendo muestra en un estudio remunerado.
Aunque el más evolucionado, el de Brendan Eich, no es el único ejemplo: SingularDTV: (https://singulardtv.com/ ) es un blockchain para empoderar a los artistas y creadores de contenidos. Otras plataformas que ayudan a creadores y curadores de contenidos a monetizar la atención con bitcoins son Synereo: (www.synereo.com) y Qrator (https://blog.synereo. com/2017/04/03/synereo-announces-qrator-the-first-liberated-attention-economy-application/).
En este ecosistema, la persona paga por su atención a los creadores de contenidos y cobra por su atención a la publicidad. Quizá no sea la solución, pero la captura de la publicidad por quienes no producen contenidos es el mayor problema de la democracia porque, con cada vez menos periodistas, habrá votantes cada vez menos instruidos.