Gestión sin ideología: el relato macrista
Viene de pág. 7 iban a mantener lo bueno y cambiar lo malo. A partir de aquí voy a citar un editorial de febrero de 2016 del politólogo y periodista José Natanson, director de la edición regional de Le Monde Diplomatique: frente a la debilidad organizativa e ideológica cada vez más marcada de las fuerzas políticas, el sociólogo francés Frédéric Sawicki sugiere estudiar lo que define como “entorno partidario”, es decir, el medio social en que está implantado un partido, los “mundos sociales de pertenencia” de sus funcionarios y dirigentes, que comparten experiencias,valores y visiones, según la definición del sociólogo argentino Gabriel Vommaro. No hace falta esperar los estudios politológicos, que ya llegarán para afirmar que el gobierno del PRO muestra una homogeneidad social, profesional y fonética inédita desde la recuperación de la democracia, lo que tal vez explique que el macrismo, tan hiperkinético a la hora de liberar la economía, reformar la Ley de Medios o premiar al campo, no haya anunciado, salvo la suma de 400 pesos por única vez a los jubilados y beneficiarios de la Asignación Universal, una sola medida importante en materia de política social, laboral, sanitaria o educativa. Para un país que ya se familiarizó con las advertencias de Alfonso Prat-Gay, la mano dura de Patricia Bullrich o las promesas de Oscar Aguad, las ideas de los responsables de las áreas que supuestamente deben hacer cumplir el objetivo de pobreza cero siguen siendo un enigma.
Si bien en el momento en que buscó expandirse a nivel nacional y hacer pie en distritos en los que carecían de armado territorial el PRO echó mano de figuras populares venidas del mundo del espectáculo y el deporte, a la hora de formar gobierno Macri mostró una estricta uniformidad. Eligió a sus principales funcionarios dentro del mundo al que pertenece y en el que realmente confía. Gente de holgada situación económica –por decir lo menos– que decidió “meterse” en política. No necesariamente todos son integrantes de su grupo más cercano, pero sí forman parte de un universo común emparentado con la idea que dio nacimiento al PRO. Este “entorno partidario” que aconseja estudiar el sociólogo Sawicki, al que prefirió por encima de sus aliados electorales, los radicales, a quienes otorgó lugares marginales del poder. Para elegir a su gabinete, Macri seleccionó de un grupo social en el que, como en su caso, prevalecen quienes vienen de familias de clase alta, muchas de ellas de abolengo patricio, con estudios en colegios selectos y profesionales egresados de universidades privadas, con posgrados en Estados Unidos o Europa. Casi la tercera parte de sus funcionarios, además, proviene de la actividad privada y se desempeñaba en cargos gerenciales de empresas multinacionales, lo que algunos analistas calificaron como “ceocracia”.
Si bien ese origen no indica per se una ideología, habla a las claras del “mundo social de pertenencia” de los principales integrantes de este gobierno, su lógica de pensar y actuar. “¿Cuál sería para nosotros el interés de favorecer a los ricos?”, preguntó durante una entrevista Marcos Peña frente a las primeras recriminaciones. En ver- dad, puede que ni siquiera se trate de una política así decidida. Es una lógica de afinidad y de creencias que los lleva a concluir que la solución a los problemas del país pasa por beneficiar a determinados actores de la economía en la medida en que ignoran olímpicamente a otros. Que luego esos sectores fortalecidos, las fuerzas “sanas” de nuestra sociedad, se encargarán de transmitir el bienestar al resto por la lógica del derrame. De esa elite forma parte la gente con la que se educaron, con la que formaron familias, mantienen amistades y hacen negocios.
Una de las estrategias del PRO, y luego de la alianza Cambiemos, fue mostrarse como “lo nuevo” en política, una fuerza que venía a reemplazar a los desgastados partidos tradicionales. Puede que la fuerza sea nueva, pero muchos de sus integrantes descienden de familias que han pertene- cido a los círculos de poder desde hace décadas. En algunos casos, más de un siglo.
Conocer y entender este “entorno partidario” servirá para conocer y entender también la ideología que aseguran no poseer. Su manera de pensar acerca del rol del Estado, del funcionamiento de la economía, de la utilidad de los distintos estamentos sociales, de los alineamientos en las relaciones internacionales, de la importancia de la educación, de la protección de los derechos de los trabajadores, de cómo debe abordarse la situación de los sectores más postergados. Es algo que han mamado desde la cuna, que incorporaron desde la historia familiar, que fijaron en su educación privada y perfeccionaron en los lugares donde son considerados como principales propagadores de conocimiento del mundo desarrollado.
El Gobierno muestra una homogeneidad social, profesional y fonética inédita
Lopetegui y Quintana pasaron de dirigir empresas y conglomerados económicos a ocupar cargos clave de un gobierno que se define por proclamar una gestión más allá de la ideología. Gente de holgada situación económica que decidió “meterse” en política.