Un evento que no deja de crecer
Pequeñas y medianas editoriales se reúnen otra vez con una agenda llena de charlas, debates, mesas y, naturalmente, libros. El lugar es Santos 4040, en Santos Dumont 4040, Chacarita, la entrada es libre y gratuita y hoy es el último día.
Apoco menos de un mes de la finalización de la cuadragésima tercera edición de la Feria del Libro de Buenos Aires, en estos días está aconteciendo otra, pero en este caso sin Germanes, ni booktubers, ni instagrammers, ni stands de grandes medios o multinacionales, ni cafés de cincuenta pesos o periodistas de radio en una pecera vendiendo, precisamente, pescados que no pasarían el más laxo de los controles bromatológicos. Ni, por supuesto, epistemológicos.
Se trata, en cierto modo,
La unión hace la fuerza, y la fuerza hace la venta. Aunque todos se muestran cautos Habrá además una mesa de debate en torno a la figura del “autor gráfico”
de una idea innovadora y revolucionaria: una feria del libro donde los protagonistas son –aunque parezca raro y, en efecto, lo sea– los libros. A eso apuntan, al menos, los organizadores de esta nueva edición de la Feria de Editores: un evento que se inició en 2013 y que, a partir de entonces, y a pesar de la situación delicada que ha venido atravesando el país –y en especial, la industria cultural–, no ha dejado de crecer.
El fenómeno es notable: en su primera edición, eran sólo un pequeño puñado de editores –entre doce y quince– y se desarrolló en la pequeña sede de FM La Tribu. Hoy, ya en su quinta edición, participan 115 editoriales de Argentina –24 de ellas del interior–, 25 de países como Brasil, Chile, Uruguay, Venezuela, Ecuador y España, en un predio de aproximadamente 900 metros cuadrados, espacio que duplica al de la edición anterior.
Este crecimiento, a simple vista, pareciera contradictorio respecto de la difícil coyuntura que atraviesa el sector, pero lo cierto es que la expansión no significa necesariamente un progreso comercial. Es más: hasta puede ser indicio de lo contrario; acaso podría estar respondiendo a otro axioma: cuanto peor es la situación, mayor es la necesidad de juntarse. La unión, a veces, hace la fuerza, y la fuerza hace la venta. Aunque por ahora todos se muestran más bien cautos. Uno de los organizadores, Víctor Malumián, de Ediciones Godot, dice: “No habría que llamarlo crecimiento real hasta no ver qué pasa con el público lector”. Lo que han hecho hasta ahora es ampliar la oferta: se trata apenas de un “acto de voluntad”, dice, y se pregunta si habrá interés de los lectores por esa ampliación de la oferta.
En cualquier caso, hay un público del que se espera una concurrencia importante, ya que en esta edición parece convocárselo con especial énfasis: los lectores de historieta o, como dicen algunos, “novela gráfica”, género que parece estar experimentando un boom en Europa –sobre todo en España y Francia– y un nada desdeñable crecimiento en Argentina. A las editoriales especializadas que ya venían participando del evento, este año se suman otras, y habrá además una mesa de debate en torno a la figura del “autor gráfico”, en la que participarán Max Aguirre, Soledad Otero y Juan Vegetal.
En esa línea –línea de revalidación de eso que a veces se llama “literatura popular”–, también habrá mesas dedicadas a otros géneros como el policial, el terror y la ciencia ficción, y algunas dedicadas a esos temas que a esta altura ya pueden considerarse signo de nuestra época: la violencia de género –y su relación con el Estado–, los medios digitales y las nuevas formas de comunicar.
Pero además, y según cuenta Malumián, entre las novedades de este año se ha trabajado, junto a la gente de la Conabip, en la creación de un espacio para que los bibliotecarios tomen contacto con los catálogos de estas editoriales, espacio al que se sumará otro para que los editores nacionales intercambien experiencias con editores del exterior, porque en definitiva, y en el fondo, de eso se trata todo esto: la feria, en cierto modo, se plantea como un espacio de intercambio entre todos, o casi todos, los que intervienen en la producción y circulación del libro: bibliotecarios, editores, lectores, autores y libreros. El objetivo –además de la venta, claro– es generar un encuentro que, se sabe, en fenómenos más masivos se diluye en una lógica casi estrictamente comercial y en la –para usar un término de Guy Debord– “espectacularización” del hecho literario.
En ese sentido, para el lector uno de los principales atractivos de esta feria es que tiene la posibilidad de tomar contacto con los autores –estarán, entre otros, Luis Gusmán, Hernán Ronsino, Luis Chitarroni, Horacio Convertini–, pero también con los “editores independientes”, categoría por cierto difusa, que abarca desde una editorial con recursos, y cuyo dueño es un millonario, hasta un pequeño editor de Montegrande que junta las monedas para editar doscientos ejemplares; aunque, más allá de ese embrollo semántico, podría decirse que se trata de piezas fundamentales –y hoy, sobre todo– para sostener la bibliodiversidad.
Claro que hablar con un editor en calidad de autor o periodista suele ser una experiencia tediosa, y hasta un poco traumática; pero en calidad de lector quizá resulta un poco más soportable, e incluso puede que hasta interesante y provechosa.
A quienes osen arrojarse a esa aventura, les recordamos que la feria continúa hasta el domingo en el horario de 15 a 20, en Santos Dumont 4040.