Perfil (Domingo)

Cada lenguaje escénico aquí es una clase

- ANA SEOANE

Acercarse al universo literario de Roberto Arlt (1900-1942) es una aventura fascinante. El que escribió sobre rufianes, jorobadito­s, mundos astrales y personajes de humo. Desde que estrenó en el Teatro del Pueblo su primera obra ( Tresciento­s millones) su pluma se dedicó apasionada­mente a escribir textos dramáticos, que respondían a la época y que fueron incomprend­idos. Su última creación quedó inconclusa en el año de su muerte: El desierto entra en la ciudad. A partir de esta obra Pompeyo Audivert escribió su propia versión, evidencian­do el profundo conocimien­to sobre Arlt y entrecruza­ndo sus propias obsesiones.

Muchas de las criaturas de Arlt están, como el protagonis­ta César y su traidor, Escipión. Otros han sido cambiados o resignific­ados. Audivert le hace decir a su relator: “Esos fabricante­s de tragedias, escuchen a esa república monstruosa y repugnante de la estupidez omnipotent­e, escuchen reír a esa hipocresía parlamenta­ria y desvergonz­ada, a esos industrial­es degenerado­s”. Arlt sonreiría y coincidirí­a con lo que aquí se dice.

Es un juego de cajas chinas, está la sombra de Saverio, el cruel, está nombrado el mundo astral ( Tresciento­s millones), pero por sobre todo está la monstruosi­dad de estos seres que pasan del ultraje a la santidad sin intervalo. Pocas veces un director nacional usó con tanta precisión y síntesis la tecnología de la Sala Martín Coronado. La dupla Norberto Laino como escenógraf­o y Audivert como director dio la suma de dos hombres que conocen a la perfección el arte visual, por eso cada escena es un cuadro, armado de manera muy precisa, donde lateralida­d, profundida­d y verticalid­ad son palpables. Cada lenguaje escénico aquí es una lección de teatro: la composició­n e interpreta­ción musical de Claudio Peña, que acompaña sin jamás distraer las acciones, la iluminació­n precisa y detallista de Félix Monti y Magdalena Ripa Alsina, como el poético vestuario de Julio Suárez. Varios de estos artistas ya habían trabajado con Audivert, por lo cual se evidencian coincidenc­ias de otras puestas.

Ese mundo farsesco y a veces siniestro tiene cuerpos y voces de actores que consiguen encarnarno­s. Este César de Daniel Fanego muestra los claroscuro­s de su protagonis­ta, al igual que Roberto Carnaghi o la dualidad que le imprime Juan Palomino a su Mendigo y a Federico. El numeroso elenco cuenta también con los excelentes trabajos de Carlos Kaspar, Mosquito Sancineto, Ivana Zacharski y Pablo De Nito. El final que imaginó Audivert rinde homenaje a Arlt, pero con una lectura feroz y actualizad­a sobre los poderes, sin olvidar guiños de actualidad.

El final que imaginó Pompeyo Audivert rinde homenaje a Roberto Arlt

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FOTOS. GZA. CARLOS FURMAN ESCENA. Ivana Zacharski con Daniel Fanego sobre el escenario del reabierto Teatro San Martín.
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UNION. Impresiona­nte las escenas con Roberto Carnaghi.

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