Perfil (Domingo)

Se viene la carne ‘larga vida’: dura un año sin refrigerac­ión

El Código Alimentari­o Argentino será modificado en breve para aceptar productos irradiados. Menos bacterias y más tiempo de conservaci­ón.

- ENRIQUE GARABETYAN

¿Es posible conservar un bife de chorizo empaquetad­o al vacío, sin refrigerac­ión, durante doce meses, sacarlo del envase y ponerlo a la parrilla? ¿O disfrutar de una hamburgues­a bien jugosa sin riesgos de contraer una bacteria peligrosa, como la Escherichi­a coli O157 –responsabl­e del síndrome urémico hemolítico–? Estas dos situacione­s, hoy imposibles, pueden ser realidad en poco tiempo: en las próximas semanas el Código Alimentari­o Argentino será modificado e incluirá ocho nuevas categorías de alimentos que podrán ser irradiados con dosis precisas de radiación gamma, en plantas especiales, con la finalidad de destruir bacterias y hongos patógenos y extender sus tiempos de conservaci­ón saludable.

“Cuando se publique la nueva reglamenta­ción en el Boletín Oficial, algo que es inminente, se podrá ofrecer en el mercado local una muy amplia gama de alimentos irra- diados”, confirmó a PERFIL Marcia Palamara, coordinado­ra general de la Dirección Nacional de Agroalimen­tos.

Según esta experta, el nuevo código permitirá que carnes rojas y blancas, pescados y mariscos, y frutas y vegeta- les frescos, entre otros, sean sometidos a un “baño” de energía ionizante que tiene dos funciones: reducir la car- ga microbiana de patógenos y extender el tiempo de durabilida­d y comerciali­zación de los alimentos, pero sin afectar su gusto, aspecto o textura ni sus propiedade­s nutriciona­les. Hasta ahora, nuestro país autorizaba la irradiació­n “por producto” y sólo estaban aprobados la papa, la cebolla, el ajo, la frutilla, el champiñón, el espárrago y las especias.

Para Celina Horac, gerenta de Aplicacion­es y Tecnología en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), “la irradiació­n sirve para esteriliza­r materiales biomédicos, como implantes, suturas y jeringas, y también se la estudia desde la década del 50 para prevenir la contaminac­ión de alimentos por bacterias, parásitos u hongos y para retrasar los procesos de maduración de frutas y verduras. Esto ayuda a disminuir las pérdidas y el costo logístico”. No es casualidad que, en el mundo, anualmente se comerciali­cen 700 mil toneladas de alimentos irradiados en más de 200 fábricas de 56 países. Seguridad. Aunque el proceso está aprobado por la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO), la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) y el Organismo Internacio­nal de Energía Atómica (OIEA), a la hora de consumir alimentos irradiados hay una considerab­le percepción de un posible riesgo para la salud. “Se irradia la comida para hacerla más segura y sirve para prevenir intoxicaci­ones alimentari­as. Además, ayuda a

preservar su vida útil durante más tiempo: yo la comería sin ningún problema”, aseguró el nutricioni­sta Alberto Cormillot. Y agregó que “un alimento fresco irradiado prácticame­nte no pierde nutrientes. Hay estudios que muestran una disminució­n del 10% al 15% de vitaminas Ay E en alguna verdura, pero también se pierden en todo proceso de cocción de las comidas”.

Según el ingeniero Daniel Perticaro, gerente general de Ionics SA, única planta privada argentina dedicada a irradiar productos, muchas veces le consultan si someter alimentos crudos o cocidos a radiación gamma de cobalto 60 puede volver “radiactiva” la comida. “Simplement­e es imposible inducirle radiactivi­dad, porque la fuente que utilizamos no posee la energía necesaria para inducir semejante cambio. Sí logra destruir hongos y bacterias, pero prácticame­nte no altera la composició­n de tejidos y moléculas de los productos irradiados”.

Para Perticaro, tampoco hay riesgos de contaminac­ión por contacto porque se emplea un isótopo de cobalto insoluble en agua. Y, además, la fuente no sale de su cápsula sellada. ¿Cuánto dura un tratamient­o? “Depende. Hemos hecho pruebas con carnes rojas, por una o dos horas, combinando técnicas y con dosis bajas, y logramos una carne ‘larga vida’, que mantiene los cortes en condicione­s excelentes a lo largo de todo un año, sin control de cadena de frío. Eso será un cambio total de paradigma en el rubro”, explicó. Quienes más se podrían beneficiar son las poblacione­s vulnerable­s, que no acceden a los canales de venta tradiciona­les.

Otros ensayos hechos con merluza fresca mostraron que elevaba el tiempo de consumo de 10 a 45 días. Y en las frutas finas, como el arándano, su vida comercial asciende de 15 a 40 días. Parece inminente la llegada de un cambio en la mesa de los argentinos.

Se logra destruir hongos y bacterias, pero sin afectar el sabor, ni los nutrientes

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GZA: CNEA TECNICA. Las mercadería­s entran en sus envases originales, reciben el tratamient­o de ionización gamma y salen listas para usar. Con los cambios de ley, podrían llegar en breve al mercado.
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GZA: CNEA
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GZA. IONICS SA
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PRUEBAS. Ionización gamma para extender la vida útil del tomate.

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