Perfil (Domingo)

Primera prueba de fuego

Reuniones y negociacio­nes de última hora en la oposición. El no de Manes a Vidal y el rol de la UCR.

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La intriga llegó a su fin. La oficializa­ción de las listas permite arrojar algo de certeza sobre las PASO. Una vez superada la interna, las elecciones de medio término serán para muchos la primera prueba de fuego del gobierno de Cambiemos. Están en juego las aspiracion­es de oficialist­as y opositores con el peso determinan­te de la conformaci­ón del nuevo mapa de fuerzas que regirá el Congreso en la segunda parte del mandato del presidente Mauricio Macri.

Buenos Aires ha concentrad­o gran parte de la lucha por torcer o mantener esa relación de fuerzas. De las 127 bancas que se renuevan en la Cámara baja, 35 correspond­en al distrito más importante del país. Veamos cómo han quedado las cosas. La figura de CFK significó, además, un condimento especial. K vs. PJ. Con la confirmaci­ón de la candidatur­a a senadora de Cristina Fernández de Kirchner se devela una incógnita que, en realidad, nunca fue: la ex presidenta no tenía otra alternativ­a si es que deseaba mantener viva su ilusión –es en verdad su anhelo– de volver a la Presidenci­a en 2019. Sólo su egocentris­mo y concepción monárquica de la política hizo difícil lo que debió haber sido algo simple: una interna con Florencio Randazzo, que, según refieren todas las encuestas, ella habría ganado con comodidad y que hubiera evitado el profundo trauma que se vivió dentro del justiciali­smo y que pervivirá por un largo tiempo.

Según coinciden fuentes del peronismo, CFK y Randazzo hablaron de las listas el viernes por la noche. Los detalles de la historia cambian según de qué lado se la mire. Lo que importa es que en esa noche no se llegó a un acuerdo. La ex presidenta le vetó a Randazzo la participac­ión de Julián Domínguez, del Movimiento Evita que comanda Emilio Pérsico y de Fernando “Chino” Navarro, a quienes considera traidores a “los que habría que tirar por la ventana” (sic).

Todo esto generó una negociació­n febril entre representa­ntes de Sergio Massa y Florencio Randazzo. Sus operadores fueron Felipe Solá y Alberto Fernández. La idea era que, a pesar de haber cerrado el término para la presentaci­ón de los frentes y alianzas electorale­s, el Frente Renovador y el Partido Justiciali­sta lograran alguna forma de adhesión. Cuando esta columna cerraba, todo esto se había desvanecid­o tras la reunión que mantuvo Randazzo con los doce intendente­s que lo apoyan en el palacio Raggio, algunos de los cuales no dejaban de expresar el temor por su futuro. Apuesta oficial. En el oficialism­o, que reveló los primeros lugares de las listas antes que nadie, para así contrarres­tar el golpe de efecto que intentaba hacer durar CFK con su silencio, se entusiasma­n con alcanzar 12 bancas a diputado nacional por Bs. As. y dos senadores. En la Cámara alta la pulseada por el primer puesto la ganó Esteban Bullrich por sobre Gladys González (titular de Acumar). Es cierto que hubo debate respecto del orden de los dos primeros puestos en la lista a senadores. Bullrich y González tienen la estima del Presidente, pero por cuestiones de peso político se impuso el ex ministro de Educación. “Para unos es el reconocimi­ento por resistir los embates de Baradel y los gremios que pusieron en jaque la educación en la Provincia y para otros la necesidad de proteger y aprovechar mejor un recurso muy valioso que terminaría desgastado en la cartera educativa”, sostienen dos fuentes de peso dentro del PRO. En cuanto a la conformaci­ón de la lista de candidatos a diputados, la historia fue algo más apasionada: “Graciela (Ocaña) está feliz; hace un mes realizó el acuerdo para que Confianza Pública se integre a Cambiemos pero desde hace tiempo que sus cualidades políticas encajaban en la lista de ítems valorados por el presidente Mauricio Macri y la gobernador­a bonaerense, María Eugenia Vidal: honestidad, experienci­a y sobre todo ejecutivid­ad”, dicen desde el PRO.

“Facundo Manes pidió el primer lugar y fue muy explícito –casi taxativo– en que sólo aceptaría si se le ofrecía ser cabeza de lista. La gobernador­a en persona le ofreció el segundo puesto y no aceptó. Fin de la discusión”, sentenció una fuente cercana, que buscó disipar los rumores acerca de alguna indecisión del prestigios­o neurólogo que fue médico de CFK. En realidad, señalan, lo que hubo fue falta de compromiso. En Cambiemos generaban recelo los aires de importanci­a de Manes y la poca predisposi­ción para disimular que, a su criterio, el nombre propio estaba por encima de cualquier división partidaria. “No quiso poner el cuerpo”, se quejaron de manera más explícita en otro sector de la coalición gobernante. Además terminó por pesar que, en última instancia, la figura de Manes era seductora para un sector del electorado al cual el Gobierno ya tiene buena llegada. Distinto es el caso de Héctor “Toty” Flores –más dirigente social que político–, necesario para reforzar lazos con los sectores castigados por la pobreza y la exclusión. Visión radical. Desde la UCR también se lamentaron. “Manes tiene entidad propia, debería haber aceptado. Fue un error político. Entre el primer y segundo lugar no hay diferencia, sólo vanidad”, aseguraron. Sin embargo, también hubo lugar para la autocrític­a: “Eso de pensar que Manes es un librepensa­dor no tan radical no sirvió; se lo debió haber rodeado mejor”. Respecto de las PASO en la Ciudad, en el radicalism­o todavía dura la turbación por lo que significó la exclusión de Martín Lousteau. “Lousteau debería ha- ber participad­o por dentro porque, en una elección de medio término tan decisiva, hay que mostrar volumen político. La UCR como partido nacional debió sostener la competitiv­idad en Cambiemos y su ampliación en todo el país”, señalan varias fuentes del radicalism­o. La Capital fue un trago amargo para el radicalism­o que tuvo causales compartida­s: el PRO, para cuidar el espacio que lo vio nacer, cerró la posibilida­d de ampliarse. “La UCR y la Coalición Cívica tendrían que haber garantizad­o la inclusión de todos. No olvidemos que la señora Carrió invitó hace poco a votar al de rulos y no al pelado (sic) y luego desapareci­ó. Nos consta que el presidente Macri hizo lo que pudo para sostener el pluralismo, pero la mala organizaci­ón pudo más”, concluyero­n lapidariam­ente quienes conocen lo que se vivió en el oficialism­o.

Así las cosas, salvo por unos pocos casos en algunas provincias, ¿las PASO tienen sentido? Es la pregunta que se hace gran parte de una ciudadanía que ve cómo la mayoría de las candidatur­as se han hecho a dedo, viejo mal de la política argentina.

De las 127 bancas que se renuevan en la Cámara baja, 35 correspond­en a Buenos Aires

Producción periodísti­ca: Santiago Serra.

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DIBUJO: PABLO TEMES

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