Autogeneración de energías renovables
Estados unidos se retirará del Acuerdo de París. Justifica su decisión en las pesadas cargas que el acuerdo impone en su economía y en la competitividad de su industria. Los obreros de muchos países desarrollados sienten que los trabajos de manufactura se mudan a economías menos reguladas y con menores costos. Esta impotencia de los trabajadores industriales sin industria sigue provocando reacciones imprevisibles en las urnas y se usa para justificar medidas nocivas en todos los órdenes. La decisión de los Estados Unidos sacude la industria de las energías renovables en el preciso momento en que Argentina se propone la transformación energética más importante en décadas: lograr que el 20% de la energía eléctrica que consume provenga de fuentes renovables. La transformación tiene dos ejes: la generación concentrada y la generación distribuida. Para la generación concentrada se está llevando a cabo el plan Renovar. Estas licitaciones son el marco para que inversores de todo el mundo presenten al Gobierno sus proyectos de generación limpia. La convocatoria inicial superó los pronósticos tanto en la cantidad de proyectos presentados como en los precios de energía obtenidos. Los responsables comprendieron desde un principio que la viabilidad de estas inversiones de largo plazo dependían del costo al que se financiarían. Crearon entonces el fondo de garantías Foder, que junto con garantes internacionales minimizaron el riesgo de los productores de energía y sus prestamistas. La convocatoria inicial les dio la razón, los primeros proyectos se otorgaron en su gran mayoría a empresas chinas a las cuales su gobierno les asegura las tasas más bajas. En 2017, “el año de las energías renovables”, el Congreso se propone sancionar la ley de generación distribuida, el segundo eje de la transformación energética. Esta ley de generación distribuida permitirá a todos los usuarios de la red convertir sus techos en pequeñas plantas generadoras de energía solar y ser productores de la electricidad que consumen. Como los horarios de mayor generación no siempre coinciden con los de consumo, la ley permite inyectar a la red energía durante el día acumulando saldos en el medidor para ser consumidos cuando cae el sol. La generación distribuida es revolucionaria, no sólo porque nos proveerá de electricidad limpia sino porque, como productores, seremos más conscientes de nuestro consumo y por lo tanto más eficientes. La red eléctrica también se beneficia de la generación distribuida. Cuando la producción de energía se acerca al consumo, se disminuyen los costos de transporte y se hace más estable el sistema eléctrico. La autogeneración es un paso fundamental hacia la independencia energética, la eficiencia en el consumo y la reducción de subsidios. Aunque algunas provincias disponen de legislaciones que habilitan la generación distribuida, los resultados son casi nulos. Es que los ahorros que un sistema solar produce en la factura de energía de una familia o un pequeño emprendimiento tardan varios años en compensar la inversión inicial. Comprendiendo que los pequeños usuarios no disponen del dinero para comprar su equipamiento en efectivo, gobiernos de todo el mundo otorgan créditos a tasas subsidiadas a hogares y pymes. Si bien la industria nacional no pudo competir en los proyectos Renovar, la generación distribuida es nuestra gran oportunidad para desarrollar pequeñas empresas de alta tecnología con potencial de exportador. Una ley de generación distribuida que otorgue créditos a tasas especiales para el equipamiento hecho en Argentina garantiza el acceso de miles de pequeños usuarios a la energía limpia, el desarrollo de la industria nacional y la creación de empleos calificados. La salida de Estados Unidos del Acuerdo de París nos enseña que es muy difícil para un país sostener acuerdos en materia ambiental que no tienen un impacto positivo en el empleo. *Miembro del Subcomité de Energía Solar de IRAM.