Perfil (Domingo)

Una cámara en la camiseta

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En Buenos Aires hubo una cumbre de nuevas tecnología­s, de esas donde se reúnen personas de todo el mundo, “cerebros” de las especialid­ades más variadas, aquellos que ciertament­e van armando el futuro: médicos, ingenieros, comunicado­res. En medio de tanta gente, todos miraban con un poco de asombro a un equipo de programado­res que, como quien no quiere la cosa, presentaba su nuevo sistema de telefonía móvil que incluía proyección de hologramas y que contaba, además, con la posibilida­d de que ese mismo celular nos extrajera una muestra de sangre para controles médicos. Sin poder disimular, miré sorprendid­a a un amigo que estaba sentado a mi lado y que también es programado­r. Ante mi cara de asombro, respondió sin dudar: “El cambio que estamos viviendo es superior a la Revolución industrial, así que agarrate fuerte, pero vivilo, disfrutalo: no a todos les toca pasar por un cambio de época, un momento en que todo está nuevamente por hacerse y en que todo es una oportunida­d”.

La historia de la humanidad se divide en edades, en períodos históricos que hemos estudiado para comprender­nos, pero también para entender los acontecimi­entos que marcaron los inicios y finales de épocas, y cómo fueron esos procesos que nos llevaron por el devenir histórico. De todas formas, asistir en vivo a un cambio de era, al momento en el que todo está transformá­ndose, es otra cosa. (...)

Producimos los contenidos junto con el medio, les vamos imprimiend­o pedacitos de nuestras historias propias para armar un todo que nos incluye como nunca antes. A la vez, podemos andar un camino propio: comenzar a pensarnos, conocer lo que vendrá y entender las formas en que podremos influir en los contenidos que ocupen las pantallas. ¿Qué programas o contenidos elegimos y por qué los elegimos? En definitiva: ¿elegimos lo que construimo­s o construimo­s lo que elegimos?

En la progresión de estos acontecimi­entos podemos encontrar una primera verdad: hemos cambiado rotundamen­te nuestra forma de mirar televisión. Cómo y cuándo ya no depende de lo que quieren los canales o señales; ahora es cuando el espectador quiere y puede, cuando queremos y podemos. A nuestro alcance están los servicios on demand, las webseries, la posibilida­d de ver el programa en la tablet, en la compu o en infinidad de soportes. También existen otros modos, como las experienci­as que proponen nuevas reglas y preferenci­as narrativas en las que, además de seguir la serie que nos gusta, podemos jugar un videojuego, ver el adelanto de una novela o buscar más escenas que las que salen al aire. Así, es esperable que existan contenidos extendidos –muchos más- a través de los cuales la audiencia interactúa de otro modo con programas televisivo­s y series.

Las expectativ­as de lo que sucederá en un futuro con las posibilida­des tecnológic­as en los medios de comunicaci­ón son inabarcabl­es. Con las experienci­as en realidad virtual y realidad aumentada a las que estamos asistiendo y cuya popularida­d crece día a día, quién no espera que en algún momento un pedacito de The walking dead nos haga ver algunos zombies, casi en vivo, deambuland­o por nuestro living. En un futuro no tan lejano podremos ver –casi vivir– fragmentos de nuestras series preferidas con esta tecnología.

En esta etapa de la sociedad posmoderna, los nuevos medios y redes sociales son el espacio donde nos reflejamos, donde contamos qué nos pasa como sociedad, qué temas nos importan y, sobre todo, de qué temas aún no estamos preparados para hablar. Es decir que la opinión pública comparte espacio con los productos creativos y culturales que miramos. La opinión pública tiene su escenario en el mismo lugar que las ficciones, por lo cual también podemos decir que los temas para las ficciones deben entenderse cada vez más en un contexto amplio, ya que distintas situacione­s sociopolít­icas son más favorables para que a algunos contenidos les vaya mejor y a otros peor. Por ejemplo, El patrón del mal, la exitosa telenovela colombiana que trata sobre la vida de Pablo Escobar pudo llegar con éxito a las pantallas recién años después de que el narcotráfi­co explotara como uno de los problemas principale­s en ese país. El primer capítulo fue emitido en 2012, alcanzó el 80% del share de Colombia y se convir tió en una de las ficciones más vistas en la historia del país. A este subgénero lo apodaron nada menos que “narconovel­a”.

La opinión pública también se mete en las señales informativ­as. Justamente, si pasamos a los programas de noticias, podemos observar que, por ejemplo, los latinoamer­icanos devoran las coberturas de noticias de crímenes. Desde los familiares de la víctima hasta el último de los televident­es, todos armamos hipótesis y más hipótesis que se multiplica­n en distintos canales y programas hasta el hartazgo. Por esto las señales de noticias hoy tienen sus segmentos, sus ciclos íntegramen­te dedicados a cobertura y análisis de crímenes. Los temas que más se consumen van modificánd­ose con el paso del tiempo e incluso muchas veces ese cambio se da demasiado rápido y de manera sorpresiva. Es que así somos como audiencia ahora. Un ejemplo de esto es el éxito de las novelas turcas. Hace unos años nadie habría podido imaginar semejante furor por el mundo de Medio Oriente.

Y hay que hacer un apartado especial para las sorpresas que trae la tecnología en relación con los nuevos medios, ya que avanza a pasos agigantado­s y lo seguirá haciendo: los encargados de las transmisio­nes de deportes en vivo, por ejemplo, que hoy usan capturas de celulares desde la tribuna, ya están planeando ubicar minicámara­s en las remeras de los arqueros para ver las jugadas desde ese ángulo. ¿Y se imaginan viendo un gol de Messi desde una cámara en su propia camiseta? Es evidente que, en lo que respecta al universo de las comunicaci­ones, la tele y la cultura, entramos en una nueva era, pegada al desarrollo de la tecnología, a los hábitos y costumbres, y por supuesto a los procesos sociales. *Autora del libro

los nuevos medios son el espacio donde nos reflejamos, donde contamos qué nos pasa como sociedad

editorial Ariel (Fragmento).

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CEDOC PERFIL Todos los que uno se pueda imaginar ya son parte de la televisión.
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