Perfil (Domingo)

LAARGENTIN­IDAD, A DIARIO

Con prefacio de la viuda y albacea del escritor polaco que vivió veinticuat­ro años en Argentina –más notas al pie e índice onomástico–, se publica en nuestro país una nueva edición del mastodónti­co Diario de Witold Gombrowicz, una de las obras mayores de

- GONZALO LEÓN

Me encontré en Argentina sin un centavo, en una situación realmente muy difícil. Fui introducid­o en el mundo literario y sólo de mí dependía ganarme a esa gente con un comportami­ento sensato”, escribió Witold Gombrowicz (1904-1969) en Diario, considerad­a por muchos como su obra cúlmine, de la que ahora la editorial argentina El Cuenco de Plata ofrece una nueva edición. Gombrowicz fue distinguid­o con el Premio Formentor, el mismo que también ganaron Borges y Samuel Beckett, vivió casi veinticinc­o años en Argentina e influyó en autores como Ricardo Piglia y Juan José Saer; Piglia, sin ir más lejos, lo consideró como el mejor escritor argentino del siglo XX. Pero también influyó en Europa: el escritor español Enrique VilaMatas, gran admirador de su obra, describió este libro como un texto donde están “en igualdad de condicione­s fragmentos con carácter de ensayo filosófico, brillantes polémicas, partes líricas, bromas grotescas, y también abiertamen­te ficción literaria”. Las primeras ciento cincuenta páginas están dedicadas a literatura polaca y a discusione­s muy acotadas sobre la realidad de Polonia, y eso pasa porque este libro tan singular fue el resultado de las colaboraci­ones que enviaba a la revista de polacos exiliados en París: Kultura.

En la edición de Seix Barral, la traductora Bozena Zaboklicka decía que el título Diario era “a todas luces engañoso. Y es que la extensa obra que se esconde detrás de él no tiene mucho en común con el clásico dietario de escritor en que se anotan acontecimi­entos de las vidas del autor o las reflexione­s sobre su tiempo o su propia creación”. Pese a la denominaci­ón “nueva” hay muchas cosas que se mantienen de la edición española. De partida los traductore­s son los mismos: Bozena Zaboklicka y Francesc Miravitlle­s; en otras palabras, no hay una nueva traducción, sino una nueva edición, que tiene más notas –de mucha utilidad para las páginas de literatura polca–, un índice onomástico y otro de las obras del autor.

¿Pero cuál es la gran diferencia con la anterior edición? El editor del Cuenco de Plata, Julio Patricio Rovelli, que trabajó con Bozena Zaboklicka en esta edición, explica que “queríamos lograr que el libro pudiera ser leído en todos los lugares hasta donde llega nuestra lengua; agregamos notas, sumamos pistas al universo que este libro abre; una periodista dijo que el libro era ‘un monumento al siglo XX’. Los índices y los otros agregados los hicimos pensando en darle al lector otras formas de abordar la lectura de dos décadas de trabajo de uno de los grandes vanguardis­tas del siglo XX”. En la nota editorial de esta edición, Zaboklicka agrega que la novedad “consiste en que la traducción anterior ha sido retocada y modificada para conseguir una versión lo más neutra posible, en un intento de buscar una lengua que se pueda leer tanto en Argentina como en el resto del mundo de habla hispana”.

Uno de los ejemplos gráficos de la diferencia entre ambas ediciones está, por ejemplo, en este fragmento: en paréntesis de corchetes está lo de la edición española y sin corchetes la de la nueva edición: “[Dejad] Dejen de tener miedo de [vuestros] sus propios cuadros, [dejad] de adorar al arte, [tratadlo] trátenlo a la polaca, desde arriba, [sometedlo] sométanlo a [vuestra] su voluntad, pues entonces en ustedes se libera-

rá [en vosotros] la originalid­ad, se [os abrirán unos] abrirán nuevos caminos [nuevos] y [conseguiré­is] obtendrán lo más valioso y fecundo: la propia realidad”. Si bien la edición de Seix Barral no incurre en todas las páginas en esta clase de españolism­os, sí se les puede encontrar, así como una escasez de notas y un cierto desproliji­dad en la numeración de éstas.

Otro plus de esta nueva edición es el prefacio de Rita Gombrowicz, donde aclara, pese a la famosa anécdota de aquella cena con Borges, Bioy y Silvina Ocampo, que su marido no participó de la vida intelectua­l argentina. En Gombrowicz en Argentina, ella recogió testimonio­s de algunos intelectua­les, como es el caso de Silvina Ocampo, que recuerda esa cena del siguiente modo: “Había siete personas: Gombrowicz, Borges, Bioy Casares, Mastronard­i, Bianco, Manuel Peyrou y yo. Todavía vivíamos en la calle Alvear. Antes de la cena escuchamos tangos. Se me cayó la fuente de las manos al llevarla de la cocina al comedor. Sólo Gombrowicz oyó el ruido. Vino a ver lo que había pasado. Cuando me vio con la cabeza entre las manos, me dijo: ‘No llore’. Creía que estaba llorando. Me propuso que recogiese todo y lo sirviese como si nada”. De esa amabilidad no hay casi registro en el Diario, tampoco en el

Borges, de Bioy, que lo retrata como “el conde pederasta y escritorzu­elo Gombrowicz”. Por su lado, el relato de la cena hecha por Gombrowicz, incluido en Diario, manifiesta efectivame­nte su desinterés por participar de la vida intelectua­l argentina, pero en ningún caso mundial.

Rita Gombrowicz (ver entrevista exclusiva aparte) señala además que el diario del escritor francés André Gide, leído por él en 1952, lo influyó para que escribiera el suyo, “pero Gide escribe un diario cuando ya es famoso y Gombrowicz el suyo para volverse famoso”. En este sentido estamos ante una autoconstr­ucción, ya que su sección en Kul

tura era el núcleo de la revista: “Gombrowicz creó pues una verdadera tribuna, un ‘blog’ antes de internet”. Cuestiones como la manifestac­ión del Yo, el autodiseño y el autoposici­onamiento en el campo estético han dejado de ser, como observa el intelectua­l alemán Boris Groys, algo raro. Hoy es habitual “llevar adelante un blog, tuitear y tuitear y tuitear, tener Facebook (o ser tenido por Facebook), mostrarse en Instagram”. Eso que es habitual hoy, Witold Gombrowicz lo empezó hace más de sesenta años.

Al final de este prefacio la viuda de este autor define el Diario como “autobiogra­fía en movimiento, ensayo y obra de arte”, y en esa combinació­n radicaría su riqueza. Nicolás Hochman, escritor y director del Congreso Gombrowicz que se realizó en 2014 en la Biblioteca Nacional, coincide con esta visión, porque, “de algún modo, creo que todos o casi todos los diarios de escritores funcionan como obras de arte y ensayos. Pero el de Gombrowicz, particular­mente, trabaja con el tema de la autobiogra­fía de una manera que no se había hecho antes. Y no porque los otros diarios no lo hicieran, sino porque el suyo era un diario que escribía a pedido, y que iba publicando casi en tiempo real. Me parece entonces que esa mediatizac­ión de lo íntimo, que esa manera de hacer íntimo un yo público (la extimidad de la que habla

 ??  ??
 ??  ?? ENTREGAS. Una tapa de Kultura, la revista de polacos exiliados en París, en la que Gombrowicz publicaba los textos que finalmente decantaron en su Diario.
ENTREGAS. Una tapa de Kultura, la revista de polacos exiliados en París, en la que Gombrowicz publicaba los textos que finalmente decantaron en su Diario.
 ??  ??
 ??  ?? ADELANTO. La tapa de la nueva edición que aparecerá la primera semana de agosto en nuestro país.
ADELANTO. La tapa de la nueva edición que aparecerá la primera semana de agosto en nuestro país.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina