Perfil (Domingo)

Un ministerio descuidado por el gobierno

- FELIPE FRYDMAN*

El Gobierno se lleva mal con la Canciller ía. El Decreto 411/17 modificó una vez más la estructura de la Cancillerí­a para sacarle las funciones comerciale­s que en la práctica venían siendo ejercidas por el Ministerio de la Producción que cobija la Agencia de Comercio e Inversione­s. También se espera una nueva revisión de su estructura interna para rectificar las rectificac­iones efectuadas por estas mismas autoridade­s.

La explicació­n más fácil de estas idas y vueltas se refiere a los deseos del ministro Cabrera para centraliza­r todo lo referido a la inserción de la estructura productiva en la economía internacio­nal. El ministro Cabrera proviene de la Fundación Pensar, el think-tank del PRO, mientras que los cancillere­s designados por el presidente Macri fueron ajenos al ascenso de esta fuerza. La canciller Malcorra fue nombrada con los ojos puestos en la elección del secretario general de Naciones Unidas con el exitismo de generar un impacto político. El canciller actual, Jorge Faurie, recién se acercó al PRO para colaborar con la caótica situación del traspaso de mando el 10 de diciembre para asumir a partir de allí la Embajada en Francia.

Los nombramien­tos de Juan Procaccini en su momento como presidente de la Agencia y de Hugo Reyser como secretario de Relaciones Económicas parecieron destinados a zanjar los diferendos al incorporar a la Cancillerí­a funcionari­os de la máxima confianza de la Jefatura de Gabinete. Ambos conformaba­n el perfil que caracteriz­a a los principale­s asesores del Presidente. El Decreto 411/17 confirma que no fueron suficiente­s.

La Cancillerí­a absorbió el Servicio Económico y Comercial en 1991 con el fin de modernizar el manejo de las relaciones exteriores, donde los temas comerciale­s comenzaban a tener mayor trascenden­cia. Los cancillere­s Di Tella y Rodríguez Giavarini fueron una señal en ese sentido; todo cambió con los nombramien­tos posteriore­s, pues los ministros por sus antecedent­es y prioridade­s políticas dejaron esos temas en las segundas líneas.

Los cambios realizados por este gobierno son hasta el presente de forma, y no implican en realidad una discusión de fondo sobre las políticas para promover las exportacio­nes o atraer inversione­s genuinas. Los funcionari­os en el exterior pueden ser los mejores y realizar una sobresalie­nte tarea de promoción e inteligenc­ia comercial, pero para ello se necesita el acompañami­ento de empresario­s que quieran aventurars­e y compromete­rse con los mercados externos para expandir sus negocios. En el mismo paradigma se encuentra la gestión sobre las inversione­s. Estas llegan cuando existen condicione­s para obtener beneficios en un marco de estabilida­d jurídica y una macroecono­mía confiable. También cuando el Estado ofrece oportunida­des en actividade­s en las cuales interviene, como Vaca Muerta, comunicaci­ones, energía o servicios públicos; las inversione­s no dependen de la voluntad sino de múltiples condiciona­mientos, incluso factores internacio­nales, que influyen sobre el flujo de capitales. El mismo Gobierno sostiene que los costos argentinos y la inflación constituye­n un desaliento a las inversione­s.

Los responsabl­es de estas carteras son los que deberían responder por esta insatisfac­ción de la organizaci­ón de la Cancillerí­a y no reducir la discusión a su ubicación en la estructura. La decepción de este gobierno no es diferente de la que tuvo el ministro Kicillof cuando llenó la Cancillerí­a con gente de su confianza; ahora se pretende hacerlo trasladand­o las funciones que requerirán de nuevo personal, esta vez más a tono con el color político de ese organismo.

Es penoso que luego de diecisiete meses todavía se siga divagando sobre la forma de mejorar la inserción del país en el mundo, más allá de los encuentros en los foros internacio­nales, sin discutir los problemas reales que afectan a los sectores que deberán concretar ese objetivo para mejorar los niveles de empleo e ingresos de los argentinos. *Diplomátic­o.

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CEDOC PERFIL DIPLOMATIC­OS. Susana Malcorra y Jorge Faurie, los ministros de la gestión del PRO.

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