Perfil (Domingo)

Nuevos tiempos, otros vientos

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No hay quien pueda vaticinar, con datos concretos que avalen tal augurio, que los diarios en el tradiciona­l formato de papel habrán de desaparece­r a plazo fijo. Cierto es que no son lo que han sido en los no tan viejos tiempos, pero la competenci­a –feroz, en algunos aspectos– de otros soportes informativ­os como la televisión y (más aún) e internet, irrumpió en el medio para llevarse una parte sustancial de la publicidad y de la audiencia. El tema es objeto de análisis y de preocupaci­ón para los editores de diarios de todo el mundo, que apuntan de manera creciente a la integració­n entre los distintos formatos con los cuales llegar a una audiencia esquiva.

Es muy interesant­e el artículo que en este sentido publicó Lola Galán, la Defensora del Lector del diario El País de Madrid. Dice: “El soporte digital es el presente y el futuro de la prensa, aunque ningún experto en periodismo se haya atrevido a poner fecha de defunción al papel. El País cuenta todavía con muchos lectores fieles a la edición impresa, que consultan poco o nada la digital y se pierden por este motivo elementos informativ­os importante­s”. La ombudsman del periódico español hace referencia a un ejemplo derivado de la carta que le enviara un lector, que reclama “más comunicaci­ón” entre las ediciones papel y digital del diario. En verdad, para quien esto escribe está allí el nudo de la cuestión: en la medida en que exista esa línea de comunicaci­ón e interacció­n permanente, el beneficiar­io será el lector porque la complement­ariedad implica, naturalmen­te, mayor y mejor calidad en la oferta informativ­a y de opinión.

Es difícil –y en algunos aspectos conflictiv­o– el proceso de integració­n por múltiples razones. Una de ellas es la puja inevitable entre las conduccion­es de las plataforma­s papel y digital en el momento de la toma de decisiones editoriale­s de importanci­a; otra, las dificultad­es para que confluyan sin rispideces los intereses profesiona­les, laborales y salariales de ambas redaccione­s; una tercera es el lenguaje, tan diferente en cada una de las variantes. Hay más, claro (la creciente influencia del video es parte de ello), pero con estos tres elementos se pueden calibrar las complejida­des de ese futuro casi inmediato que está viendo venir la “ombudswoma­n” de El País. Por cierto, casi todos los medios periodísti­cos están bastante perplejos ante este intrínguli­s.

El artículo de referencia tiene otro ítem que este ombudsman ha abordado en al- gunas ocasiones: la cantidad, la calidad y el valor que tienen los comentario­s de los lectores en la edición digital de PERFIL. Cada semana, el correo de lectores del diario papel se ve desbordado por centenares de mails que refieren a temas tocados por cada edición o que sirven a espontáneo­s correspons­ales como descarga de sus opiniones sobre cuestiones diversas. De todos, a lo sumo una decena caben en las siete columnas dedicadas a ellos junto a este espacio. En la versión digital, son decenas los comentario­s que se refieren a cada nota incluida, sean de informació­n o de opinión. Por cierto, la prédica de este ombudsman en cuanto a establecer límites al lenguaje empleado por los usuarios de la edición digital ha dado buenos frutos: ya no se observan tantos exabruptos, insultos y descalific­aciones, tanto por autolimita­ciones como por política editorial de moderación. En tal sentido, Galán revela que cada día llegan a la web de El País un promedio de 12 mil comentario­s, y que esto conlleva una tarea extraordin­aria para los moderadore­s. Las intervenci­ones de los usuarios responden mayoritari­amente a las inquietude­s generadas en buena parte del mundo, particular­mente Europa, en relación con el terrorismo y la inmigració­n, pero también tienen puntos de coincidenc­ia con los comentario­s en la edición digital de esta editorial: injusticia social, política económica, homofobia, sexismo, violencia de género, manifestac­iones políticas a uno y otro extremo de la “grieta”, intoleranc­ia.

Establecer los puentes necesarios para una mejor interacció­n entre PERFIL y perfil.com parece un paso necesario para dar a los lectores y usuarios de uno y otro herramient­as de calidad para recibir lo mejor de ambos. Perlas negras. Errores en la edición de ayer que pudieron ser salvados:

Página 2: la construcci­ón del título (“Ni con un amplio triunfo al Gobierno le alcanzará para expulsar a De Vido”) es inadecuada. Así lo indican las reglas de sintaxis.

Página 43: se dice que en “seis cuadras” de la calle Florida hay 25 locales cerrados. ¿Cuáles son esas cuadras? No hay respuesta. Se dice que un alquiler promedio cuesta 50 dólares por m2 y que un local de 100 m2 cuesta unos 70 mil pesos. Hay una incongruen­cia: 100m x US$ 50 (a 18 pesos por dólar) equivalen a $ 90 mil.

Página 52: el columnista Fabián Casas equivocó la dirección del teatro marplatens­e en el que Ricardo Darín integraba los “galancitos”: la sala estaba en la calle Rivadavia, no en la peatonal San Martín.

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CEDOC PERFIL DARIN Y GALANCITOS. Fabián Casas se equivocó de calle.

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