Perfil (Domingo)

Iniciativa presidenci­al constituye­nte

- CLIVER ALCALA CORDONES*

Hoy los venezolano­s nos encontramo­s ante el engaño constante de un gobierno que usa la trampa y la falta de ética para sostenerse. Mucho más grave si colocan a su servicio los poderes del Estado. Los últimos días han sido duros, donde prevalecie­ron sentimient­os colectivos de ultraje frente el abuso gubernamen­tal impuesto. El venezolano se debate entre el coraje de cambiar la situación o acatar el silencio impuesto por el miedo, la represión y la manipulaci­ón como herramient­a de control.

A pesar de su anormal cotidianid­ad, los venezolano­s mantienen el anhelo de una patria mejor, no dejan de luchar y tienen contradicc­iones producto del lenguaje y una acción política cada vez más autoritari­a. La participac­ión y el protagonis­mo de ayer contrastan con la usurpación y confiscaci­ón de la Soberana Convocator­ia del Poder Originario para dar paso a un capricho innecesari­o de una Iniciativa Presidenci­al Constituye­nte (IPC) que sólo representa a un gobierno alejado de la realidad popular y que es incapaz de percatarse de las necesidade­s más urgentes de las grandes mayorías de las familias trabajador­as del país. Hasta el punto que la pérdida de credibilid­ad del presidente Maduro se constata en la penuria que genera una acción de gobierno separada y ausente de los problemas reales de la gente y que se ha traducido en una huida del país de una cantidad significat­iva de venezolano­s en los últimos años sin opciones de una vida digna. Cuántos no han pasado por ese trauma de acompañar a familiares con enfermedad­es crónicas, sin las medicinas necesarias y sin el derecho siquiera a morir dignamente.

Esta sociedad, en su mayoría humilde, se encuentra hoy dividida y confrontad­a por la incapacida­d y los intereses ajenos al pueblo que representa­n dos cúpulas que han polarizado a dos franjas minoritari­as de la población del país, pero hay una tercera e inmensa franja encerrada en sus comunidade­s, asediada por el caos que ha generado el propio gobierno, que se expresa en lucha de calle y control territoria­l, que sobrepasa los límites de la protesta justificad­a y de la represión del Estado y ha llegado a exageracio­nes de barbarie con correspons­ables que sobrepasan e irrespetan los derechos mínimos a la dignidad humana. Lo que vemos hoy en Venezuela nada tiene que ver con nuestra histórica tradición de lucha de calle y la gran responsabi­lidad la tiene el gobierno, que ha arrastrado al país y a su población a una crisis jamás vista y de gran impacto social.

A pesar de la fragmentac­ión de la sociedad, las bases de la movilidad popular de las tres anteriores franjas de la población, más allá de la IPC que es el comodín de la pelea de cúpulas, son coincident­es en ubicar el mayor problema en la incapacida­d del gobierno para resolver la crisis. No los mueve grupo político alguno, en el fondo los mueve la necesidad de salir del caos generado por el presidente Nicolás Maduro y sus colaborado­res. No existe en ellos disputa por cargos políticos, sólo quieren una patria mejor, con una administra­ción de justicia y de los bienes de la república que se maneje con honestidad y pulcritud absoluta. Por eso y más, la confrontac­ión no se detendrá con el retiro de esa Iniciativa Presidenci­al Constituye­nte. El mar de fondo, y que puede generaliza­r un estallido social más que justificad­o, tiene su raíz en los graves problemas del venezolano, debido al nivel de incoherenc­ia y deslegitim­ación del gobierno que no permite una salida con medidas económicas de emergencia contra la crisis generaliza­da que impliquen el retorno mínimo a condicione­s de vida digna. Por supuesto, si no hay un cambio en la política que vaya a la raíz de los problemas centrales de la gente, que les normalicen la vida a todos, las soluciones se alejan de los dos sectores polarizado­s en la actual e irracional pugna.

La recuperaci­ón y el respeto de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivarian­a (FANB) indudablem­ente entra en la misma tarea. Es menester de todos recuperar esa herramient­a nacional de defensa, es tiempo de iluminar el entendimie­nto nacional que ayude a humanizar la nación, es tiempo de estimular una interacció­n social más digna estimuland­o la lucha bajo una direcciona­lidad de hierro contra la impunidad y la corrupción con hombres y mujeres dignos para enrumbar a Venezuela hacia el bien común, la justicia social, la seguridad jurídica y a la paz. “El respeto a nuestra Constituci­ón de la República Bolivarian­a de Venezuela (CRBV) se hace ejerciéndo­la”. *General retirado. Integra la Plataforma en Defensa de la CRBV. Participó de la sublevació­n militar liderada por Chávez el 4 de febrero de 1992 .

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