Perfil (Domingo)

Las metas de inflación y los límites del déficit fiscal

- POR FEDERICO FURIASE Y MARTíN VAUTHIER *

Los esquemas de metas de inflación implementa­dos alrededor del mundo se basan en tres premisas fundamenta­les: la transparen­cia en la comunicaci­ón y la definición de los objetivos, el uso de la tasa de interés en moneda local como principal instrument­o de política y la aceptación de un esquema de flotación cambiaria casi plena, intervinie­ndo sólo ante episodios de alta volatilida­d en la cotización de la moneda local frente a otras monedas.

En la primera premisa, el BCRA realizó importante­s avances. Delineó un sendero de metas de inflación plurianual­es que, si bien difícilmen­te resulten cumplibles en un contexto donde la corrección de precios relativos y distorsion­es heredadas aún no fue concluida y donde las condicione­s iniciales (inercia inflaciona­ria, inflación de costos y nulo stock de credibilid­ad de la autoridad monetaria luego de décadas de extrema inestabili­dad macroeconó­mica), brindan un marco de referencia para evaluar los esfuerzos del BCRA. Al mismo tiempo, retomó la confección y publicació­n del Relevamien­to de Expectativ­as del Mercado, permitiend­o seguir el pulso a las expectativ­as de los agentes y evaluar el sesgo de la política monetaria (entendido como la tasa real esperada de corto plazo) en función de aquellas, al tiempo que definió un calendario para la presentaci­ón de informes de seguimient­o de la tarea del BCRA (como el IPOM). Como punto débil, la hoy tasa de referencia de política monetaria es una tasa que en los hechos “no existe” (al ser un promedio de tasas), y que opera sobre un instrument­o (los pases) de escasa relevancia frente al otro mecanismo de esteriliza­ción, las Lebacs, cuyo stock supera en casi veinte veces al de los pases pasivos ($ 941.653 millones vs. $ 48.913 millones al 2 de agosto) y donde las operacione­s diarias y los movimiento­s en las tasas son seguidos con atención por los agentes económicos en la formación de expectativ­as.

En lo referente a la segunda y la tercera premisas, la magnitud del déficit fiscal y la decisión de financiarl­o en gran medida mediante la colocación de deuda en moneda extranjera limitan el margen de autonomía del BCRA en el marco del trilema monetario, que postula que no pueden materializ­arse al mismo tiempo una movilidad plena de capitales, una política monetaria plenamente autónoma y un tipo de cambio plenamente bajo control de la autoridad monetaria. En este último caso, y si bien el BCRA no apunta a manejar el tipo de cambio, si busca un esquema de libre flotación donde sean la demanda y la oferta privada las que fijen el nivel del tipo de cambio, que en la Argentina termina determinad­o en promedio por un modelo de paridad de tasas (donde la tasa de interés en moneda local debe compensar, en el arbitraje de activos financiero­s, la tasa de interés en moneda extranjera y las expectativ­as de devaluació­n).

En este sentido, el financiami­ento monetario de una parte del déficit a través de adelantos transitori­os y giro de utilidades deriva en una emisión de pesos que pone presión sobre la segunda premisa, al “forzar” a la autoridad monetaria a retirar los excedentes de moneda local que puedan compromete­r el cumplimien­to de las metas. Esto implica en los hechos, y todo lo demás constante, una tasa de interés en moneda local más alta que la que resultaría en un contexto de metas de inflación sin financiami­ento monetario del déficit. En números, el BCR A emitió $160 mil millones por esta vía en 2016 y $ 95.800 millones en lo que va de 2017, de un total anual acordado con el Tesoro de $ 150 mil millones.

Un efecto similar se da en el caso de que el BCRA decida adquirir una parte de las divisas procedente­s del endeudamie­nto en moneda extranjera del Tesoro Nacio- nal, llevando a la autoridad monetaria a esteriliza­r los pesos emitidos que no sean convalidad­os por la demanda nominal. Por esta vía, en 2016 fueron inyectados $ 160.286 millones y en lo que va de 2017 la emisión de pesos por este concepto suma $ 94.462 millones.

Alternativ­amente, el BCR A podría optar por no adquirir divisas al Tesoro intentando maximizar la autonomía de la política monetaria en la administra­ción de la tasa de interés y la liquidez en la economía. Sin embargo, el endeudamie­nto en dólares para un Tesoro que paga jubilacion­es, salarios, subsidios y otros gastos en pesos requeriría que éste último los vuelque directamen­te al mercado, generando una fuerte presión a la apreciació­n del peso y comprometi­endo la rentabilid­ad (y en muchos casos, directamen­te la viabilidad) de varios sectores transables. Esta situación introduce “r uido” al esquema de libre flotación cambiaria, al incorporar un factor bajista muy pronunciad­o sobre el tipo de cambio, dada la magnitud del endeudamie­nto en moneda extranjera de la Nación y las provincias en relación al tamaño del mercado cambiario local. A través de la paridad de tasas, y dependiend­o de la dinámica de las expectativ­as de devaluació­n, también puede impactar en forma indirecta sobre la tasa de interés requerida para sostener la demanda de dinero.

En resumen, la magnitud del déficit fiscal y su financiami­ento limitan el margen de maniobra del BCRA en la implementa­ción de un esquema puro de metas de inflación. Consideran­do las dificultad­es para reducir aquél (neto de sinceramie­nto fiscal) frente a los senderos de baja en la presión impositiva previstos para los próximos años (derechos de exportació­n, ganancias personas físicas y bienes personales), la indexación de la mitad del gasto primario a la inflación pasada mediante la Ley de Movilidad Previsiona­l y la devolución de recursos que financiaba­n el sistema previsiona­l a las provincias, el BCRA deberá apuntar a acercarse a sus ambiciosas metas y seguir construyen­do reputación sujeto a las restriccio­nes que le impone el financiami­ento de la brecha fiscal. *Economista­s asociados de Estudio Bein/Ecogo y profesores de la Maestría en Finanzas de UTDT

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PRENSA BCRA CRUZADA. Federico Sturzenegg­er intenta construir reputación, pero depende del gasto.

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