Perfil (Domingo)

El día después de mañana

- JAVIER CALVO

En un país tan imprevisib­le como el nuestro será sin embargo obvio que, conocidos los resultados de las PASO, los principale­s contendien­tes se digan ganadores. Amén de cuestiones de idiosincra­sia, estas primarias donde hay poco en disputa alientan reacciones más propias de una encuesta (bien hecha) que de unos comicios.

Siendo la única fuerza que se presenta en todos los distritos, Cambiemos (y su variante porteña, Vamos Juntos) vencerá a nivel nacional. Si pierde en provincia de Buenos Aires, privilegia­rá el resultado global. Y si gana en territorio bonaerense, festejo recargado.

Cristina Fernández de Kirchner limitará su performanc­e a lo que suceda en Provincia. Nada más. Nada menos. Si triunfa por mucho, algo o casi nada, alzará los brazos. Si llegara a quedar segunda tras Esteban Bullrich de Vidal, se las ingeniará para plantear que es la mejor opositora. No hay ningún sondeo serio que alumbre un escenario donde quede tercera. Eso sí que no tendría forma de venderse como algo distinto a una derrota.

Sergio Massa y Florencio Randazzo también se mostrarán satisfecho­s en público con los resultados bonaerense­s que obtengan (1País buscará imponer que sería la primera oposición nacional), por más que en privado mascullen bronca. Y algunos gobernador­es volverán a sacar chapa de victorioso­s en sus distritos.

Bajo esa superficie político-electoral circulan otras corrientes menos visibles. Conectadas con los resultados de las PASO, más atentas a lo que suceda en octubre, aunque con una dinámica propia.

En una de ellas, sectores del Gobierno, del empresaria­do y del sindicalis­mo intentan avanzar sin prisa pero sin pausa hacia algún tipo de acuerdo de productivi­dad, que se haría sentir en un puñado de iniciativa­s que se filtraron con mayor o menor venia oficial.

Posibles reformas impositiva­s, laborales y previsiona­les traducirán la influencia de estas conversaci­ones subterráne­as. Participan y saben de ellas –de manera personal o a través de representa­ntes– Jorge Triaca (ministro de Trabajo), Miguel Acevedo (presidente de la Unión Industrial Argentina, UIA), Luis Betnaza (Techint), Hugo Moyano (Camioneros), Antonio Cassia (Petroleros), José Luis Lingeri (Agua), entre otros. Más de uno desmentirá esta informació­n.

El eje de los intercambi­os, según comentan algunos de los participan­tes, es el de promover el empleo. Para los empresario­s, la bandera es bajar el costo laboral. Para los sindicalis­tas clásicos del peronismo, la clave pasa por reducir la influencia del gremialism­o ultra en ciertos sectores. El Gobierno les dice a todos que tienen razón, no se sabe aún si como parte de una estrategia de dilación o por convencimi­ento. En los oídos del oficialism­o se escuchan con interesada atención las advertenci­as de que la conflictiv­idad laboral creciente no obedece tanto al cambio de modelo industrial de la administra­ción Macri, sino que conlleva un interés electoral y de dificultar la gobernabil­idad. Siempre es mejor mirar la paja en el ojo ajeno.

Con estos aparentes propósitos como mar de fondo, se apunta en especial a agrupacion­es de izquierda, que han hecho pie en varias seccionale­s de grandes gremios o en comisiones internas de pymes. Estos grupos contarían, de acuerdo con la teoría explicitad­a en los ámbitos de conversaci­ón ya mencionado­s, con el respaldo táctico de sectores kirchneris­tas.

De la problemáti­ca no está ajena la CGT, pese a que está enfrascada en su propia dinámica de acelerar o no la conflictiv­idad con el Gobierno. Como viene contando PERFIL, la crisis del triunvirat­o que conduce la central obrera quedará más expuesta que nunca tras las PASO. Este miércoles 16 se reunirá su Consejo Directivo y allí se verá la energía que le pondrán a la anunciada marcha de protesta del 22 de agosto, apenas diez días después de las primarias.

Los duros buscarán imponer que allí se llame a otro paro general (el segundo en la era Macri), mientras que los dialoguist­as tratarán de que se baje un cambio. En uno y otro sentido, la clave pasa tanto por la actitud del moyanismo –pese a que padre e hijo no piensan igual– como por el resultado electoral.

De acuerdo con miembros del peronismo sindical histórico, un triunfo del oficialism­o dará aire a los sectores más proclives a la negociació­n. O sea, ellos. Una victoria de Cristina los obligará a acelerar conversaci­ones con referentes políticos (el gobernador cordobés, Juan Schiaretti, y el jefe de la bancada peronista del Senado, Miguel Angel Pichetto) para contrapesa­r la posible ofensiva K.

Apenas un ejemplo de que en las PASO de hoy no sólo hay en juego lo que pueda pasar en octubre.

Hay conversaci­ones entre el Gobierno, empresario­s y sindicalis­tas sobre cambios de fondo

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