Instancias siempre recurrentes
Titulada a partir de un verso de Fogwill, la muestra de Martín Legón vuelve sobre algunas preguntas centrales: la relación del arte con la política y el mercado y el diálogo del artista con su tiempo, parodiando el formato de las ferias de arte.
Nuevos pensamientos imbéciles es el nombre de la muestra de Martín Legón y en esas tres palabras una clave para verla. Lo nuevo, en todo caso, remite directo a uno de los problemas centrales de las vanguardias, las históricas y la que le siguieron. Una busca de lo nuevo, opuesto a la novedad que es lo que fenece o pasa de moda, fue su aporte, su ejercicio, al tiempo que su fracaso. Las aporías de la vanguardia así lo enseñaron. A Legón le interesa volver a ellas para indagar en esas formas huidizas en las que el arte se mete en la vida y viceversa. El resto que la vanguardia, como un polvillo, deja aún en las prácticas ar tísticas. La confianza de Legón es reveladora y como buen pensador, la necesita tanto como los buenos argumentos.
Pensamientos son con los que el artista, nacido en 1978, mueve a su mundo. De ellos se nutre, con ellos entabla los más sofisticados mecanismos para hacer avanzar las ideas que propone. Escribe ensayos con imágenes y somete a sus producciones a la sintaxis de ese género de ideas. Deleuze y Agamben, el test de Wartegg, que es una prueba proyectiva que utilizó mucho para reclutamiento en empresas, investigaciones en arte argentino, como el rescate de Leticia Cossettini que fue artista y pedagoga, hermana de Olga, Maïacovski, sus cuadros de pullovers, de escrituras automáticas recolectadas en librerías de autores anónimos que testeaban lapiceras, fibras, biromes son algunos de los componentes que forman el friso (heterogéneo) de nociones. Yuxtapone conceptos que transforma en capítulos de un plan con el que va a dotar a una estructura. La vieja recomendación de los estr uc t ura listas: forma y contenido. En este caso, coinciden de maravilla. La inmensa sala de la galería alberga lo que podría ser una feria de arte. Cuadrícula de stands, también llamados booths, son el esqueleto en el que Legón realiza el vaciado de todo aquello que piensa. Mayormente, sobre esta relación entre el arte contemporáneo y el mercado. Subraya en el gesto, la galería que vende arte que se transforma en feria que pone precio, alguna de sus hipótesis. Revisa la oposición entre valor y precio. Aquella frase de Oscar Wilde viene como anillo al dedo: “El hombre que conoce el precio de todo y el valor de nada”. Al mismo tiempo, la nomenclatura de cada una de esas microexposiciones refuerza la doble significación. Desde A1 hasta E8 son letra y número con los que indican los puestos de la feria pero también esa división sociológica que nos dice quiénes somos por lo que cos- tamos en un mercado de trabajo, de bienes, de símbolos. La parodia como la entiende Agamben en “Parodia”, uno de los ensayos de Profanaciones. Con la dependencia del modelo prexistente, “que de serio se transforma en cómico, así como la conservación de elementos formales en los cuales se insertan contenidos nuevos e incongruentes.”
Por último, imbéciles. La etimología de la palabra es reparadora y nos indica que viene de los que no tenían bastón. Del latín imbecillis, palabra latina formada con el prefijo privativo in- antepuesto a bacillum, --que también da bacilo--, que es el diminutivo de baculum, bastón. En este sentido, no tiene la carga peyorativa que fue adquiriendo y se mantiene. No era tanto como de debilidad de la mente sino de juventud. Llevar bastón era de viejo y por tanto, de sabio.
Por eso, ese estado de lo nuevo y lo joven es el que alienta a Legón. En el medio, su capacidad de razonamiento, sus sistemas y proyectos. Esa manera de ir a paso firme por una senda complicada, pero atractiva, de hacer y pensar el arte.
La inmensa sala de la galería alberga lo que podría ser una feria de arte