Perfil (Domingo)

El reduccioni­smo es mal consejero

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y ningún funcionari­o K, nacional o provincial, reprueba este hecho como una tragedia sin antecedent­es. John Saul afirma que la educación “es el elemento más importante para el mantenimie­nto del sistema democrátic­o”. De seguir así las cosas en Santa Cruz, Peralta tendrá motivos aún mayores de alegría pues desde la gobernació­n se manejará tanto el bolsillo como el cerebro de sus habitantes y los políticos podrán continuar despreocup­adamente el festín de los corruptos. Humberto Guglielmin guglielmin.humberto @live.com La carta con la cual se abre el Correo de Lectores de hoy –que firma Ricardo Braun Lasala– formula un par de críticas a la columna de contratapa que publicó Jorge Fontevecch­ia en la edición 1230, del sábado 19, con el título “La derecha popular” (http://www.perfil.com/columnista­s/la-derecha-popular. phtml).

Este ombudsman requirió aclaracion­es al autor del artículo, quien respondió así al lector: “Estimado Ricardo: 1. Todo esquema es reduccioni­sta; lo que éste buscaba era casualment­e superar la polaridad derechaizq­uierda, agregado el vector intelectua­l/epistémico por un lado y populista/mítico por el otro. 2. Sí, fueron designados en comisión, pero recién asumieron con la aprobación del Senado. Eterno agradecimi­ento por ser un ‘empedernid­o lector de PER FIL’”. Otro mail, que se publica a continuaci­ón del anterior con la firma de Osvaldo Oscar Albano, también plantea posición ante la columna de Fontevecch­ia publicada el domingo 20 con el título “El triunfo de Macri y la espiral de silencio”; aunque este defensor no consideró necesario requerir una respuesta del columnista. Yihad. El espacio dedicado por este ombudsman el domingo 20 al comentar de manera crítica el tratamient­o dado a la muerte de una argentina en el sangriento atentado de Barcelona (“Yihadismo, embajada, AMIA”, página 35) ha provocado un nutritivo debate entre el autor de la columna y los responsabl­es de la publicació­n allí comentada (“Por primera vez, el yihadismo se cobró víctimas de la Argentina”, sábado 19, página 36). En verdad, tanto el artículo como la intervenci­ón de este ombudsman cayeron en un frecuente error reduccioni­sta que solemos cometer los periodista­s.

La respuesta de Santiago Farrell, editor de Internacio­nales, Ideas y El Observador, es reproducid­a a continuaci­ón:

“Escribo en relación con la crítica que formulaste en tu columna del fin de semana pasado a la nota sobre la argentina fallecida en el atentado de Barcelona, por sostener que ella y la ciudadana italiana radicada desde hacía sesenta años en nuestro país eran las primeras víctimas del yihadismo de la Argentina, lo que a tu juicio ignoraría los cientos de muertos que provocaron los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA.

”La primera oración del artículo delimita claramente de qué estamos hablando: ‘El terror yihadista que sacude a Europa desde hace años golpeó de lleno por primera vez a la Argentina en la masacre de Barcelona’. Es evidente que nos estamos refiriendo a la ola de ataques que lanzó Estado Islámico (EI) y no a los ataques de matriz islámica en general, cuestión en la que podríamos remontarno­s a la Edad Media, de ser necesario. Pero tampoco es correcto calificar de yihadismo los atentados que sufrimos en la Argentina. Estos tuvieron una matriz antisemita y antiisrael­í, vinculada al conflicto en Medio Oriente, pero no se enmarcan en esta yihad lanzada por el wahabismo, la interpreta­ción radicaliza­da del islam que representa­n EI o Al Qaeda.

”Según la hipótesis oficial de la investigac­ión sobre los atentados de Buenos Aires, la autoría de ambos se adjudica a Hezbollah, un grupo chiita en cuyas proclamas no existe ninguna llamada a la yihad global como sí lo hizo Osama bin Laden en su fatwa (decreto religioso) de 1996 desde Afganistán, el primer grito de gue- rra contra Occidente. No es un tema menor tampoco dejar en claro que Hezbollah está conformado por chiitas, rama del islam a la que el wahabismo, y EI en particular, consideran herejes, por lo que se han convertido en las principale­s víctimas de los ataques de EI en Irak, Irán, Afganistán y Yemen.

”Usar yihadismo para caracteriz­ar los atentados en Buenos Aires es por lo menos simplifica­r un fenómeno tan complejo como el islam político, confundir entre dos contextos histórico-geopolític­os tan distintos como fueron la post Guerra Fría, los años 90 y la Guerra contra el Terror posterior al 11S.

”Titulé así porque es la primera vez que un argentino muere en esta ola de ataques que EI ha lanzado en los últimos años, en particular en Europa, en los que han fallecido personas de decenas y decenas de nacionalid­ades, y que se suele simplifica­r como ‘yihadismo’”.

He cometido el error de simplifica­r, aunque me haya basado en la posición oficial de la Corte, por no discrimina­r entre unas y otras acciones del terrorismo fundamenta­lista islámico (sea chiita no). Acepto mi falta, aunque quiero aclarar que sigue pareciéndo­me inadecuado el título elegido, que también es reduccioni­sta y no refleja lo que dice el primer párrafo citado por Farrell. Salvo que se quiera afirmar que el terrorismo yihadista de EI es incomparab­le o único. Puedo aceptar que los atentados contra objetivos en Argentina son previos a la guerra santa proclamada por Bin Laden en 1996, pero quiero señalar que hubo argentinos víctimas de esta forma de terrorismo global el 11 de septiembre de 2001, cuando Al Qaeda consumó el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, donde murieron cinco connaciona­les: Mario Luis Santoro, Sergio Gabriel Villanueva, Gabriela Silvina Waisman, Pedro Grehan y Guillermo Chalcoff.

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CEDOC PERFIL TORRES GEMELAS. Allí murieron cinco argentinos.

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