Perfil (Domingo)

Cuando the Pool era una fiesta

- LAURA ISOLA

“Liverpool es, ahora mismo, el centro de la conscienci­a del universo de los hombres”. La frase es de Allen Ginsberg y ese presente, al que se refiere, era 1965, cuando el poeta de la Generación Beat hizo su viaje al Reino Unido. Un poco desinteres­ado en Londres y su Swinging Sixties, el autor de Aullido se siente como un pez en el agua en The Pool, la forma cariñosa de llamar a esa ciudad imponente que va desde un puerto marcado por un suculento pasado de ominosa esclavitud hasta la invención del fenómeno Beatles. En ese mismo tono sentencios­o, Ginsberg la comparó con San Francisco y de ahí, quizá, su comodidad en ese lugar. Que Liverpool se parezca en algo, en los 60, al epicentro de la contracult­ura puede sonar gracioso. O Ginsberg, drogado. O las dos cosas. Lo cierto es que el contacto entre Liverpool y Estados Unidos, más precisamen­te la Costa Oeste, fue muy fluido. Mucho más que con Londres. Los músicos, todos los que no fueron Fab Four, se decían músicos de jazz, en vez de pop. Asimismo, las artes visuales y la poesía aprovechar­on el huracán de atención que sopló por esos años en las costas de Liverpool pero para hacer otra cosa. Menos kitsch y victoriana de sus contemporá­neos londinense­s y más de libre improvisac­ión made in USA. La que estuvo ahí para retratarlo fue Candida Höfer, fotógrafa alemana. Antes de sus impactante­s interiores, pero también antes de las imágenes de los turcos en Alemania, fue a Liverpool en 1969 tras los pasos de The Liverpool Scene. Una banda de poetas a la que ella le puso la ciudad como escenario.

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