LAS CALLECITAS DE BUENOS AIRES
Las callecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? En Floresta, por Villa Crespo, Saavedra, etc., hay laberintos debidamente organizados de los que no se puede salir. Por todos lados se rompen asfaltos que no lucen necesarios. Y al no avisar una cuadra antes, se ingresa en atolladeros insoportables, que se agravan por sus cercanías, con clara falta de organización previa. Cada vez hay más cruces con pinturas asfálticas relucientes, grandes macetones y palitos que quién sabe cuánto costaron, creando rotondas o giros artificiales que se suman a embrollar el tránsito. De golpe surgen vehículos acumulados (Medrano, altura Rivadavia, entre otros) producto de la falta de coordinación de los semáforos. Las bicisendas de ida y vuelta, que han proliferado, en los cruces son una invitación al accidente cuando los escasos ciclistas que las utilizan llegan a contramano. Además, un mínimo de sentido común indica que no mucha gente pueda ir a trabajar en bicicleta de Belgrano o Caballito al Centro, por ejemplo. Pero obstruyen a los automovilistas que sí necesitan ir a trabajar. El paroxismo de la insensatez, llegó al extremo de achicar la autopista 25 de Mayo con un metrobus. Se redujo a la mitad la traza de Galván, entorpeciendo la salida a la provincia por el norte, etc., etc., etc. Las cámaras para infracciones y el valor de las multas se han multiplicado. Mientras tanto, en el Ente Regulador de Servicios de CABA ya no alcanzan los escritorios por el ingreso de nuevos empleados. A los agentes de tránsito en general se los ve de a dos confeccionando multas, pero no en el lugar de los atolladeros. Por el momento los cobija la honestidad y prestigio de Lilita, y el temor a la vuelta de los K. Pero algún día alguien investigará a Rodríguez Larreta y a su