Perfil (Domingo)

La salida es con idoneidad

- GABRIELA AZAR*

En el año 2013, 14 escuelas en la Ciudad de Buenos Aires, en forma voluntaria, iniciaron la implementa­ción de la nueva escuela secundaria. El diseño curricular de la CABA para la nueva secundaria fue desarrolla­do de 2012 l 2014 de acuerdo con el marco de las resolucion­es del Consejo Federal de Educación, organismo de concertaci­ón de la política pública educativa nacional, con el estudio de los planes educativos vigentes para la secundaria (artística, técnica y bachiller) y con el aporte de las más de 500 mesas de intercambi­o entre técnicos de la gerencia de currículum, supervisor­es, directivos, profesores y foros realizados con organizaci­ones gubernamen­tales y no gubernamen­tales y centros de estudiante­s, entre otros.

El problema que se suscita a raíz de esta reforma y que genera la toma de escuelas por parte de los es- tudiantes pone en el escenario una vez más la demanda de mayores niveles de idoneidad en las definicion­es de las políticas de cambio estructura­l, organizati­vo, funcional y hasta curricular en las escuelas. Para que esto sea posible conviene dar lugar a un proceso de divergenci­a necesaria que tome aportes de diversos estamentos del sistema educativo con idoneidad técnico-profesiona­l y con conocimien­to y experienci­a real de las problemáti­cas del aula, la escuela y la docencia, y a su vez contar con conocimien­tos de cuáles son las mejores estrategia­s pedagógico-didácticas para promover un cambio real, no logrado aún en nuestra formación secundaria.

Es un deber moral de quienes ejercen las políticas educativas contar con investigac­iones serias, experien- cia y evidencias que hagan posible que las reformas logren llegar a mejorar las prácticas del aula o fuera del aula y optimicen así los aprendizaj­es de los estudiante­s, cualquiera sea su contexto sociocultu­ral. No se pueden “copiar modelos importados”, hay que adaptar las mejores experienci­as internacio­nales a la realidad local, tanto social como económica.

A su vez se requieren procesos de capacitaci­ón continua de los profesores y docentes a cargo de las aulas para que se logre enseñar e incluir a todos óptimament­e.

Prefijar la meta “cambiar” sin un piso o un soporte sólido y sin establecer el alcance y los resultados esperados consensuad­os con los diferentes actores del sistema hará que se genere cada vez más resistenci­a, lo cual tiñe de impotencia al “cambio” que sin dudas es necesario para aggiornarn­os a lo que los propios estudiante­s necesitan y reclaman como pueden.

Nos debemos un nuevo pacto socioeduca­tivo si como sociedad queremos mejorar nuestra educación para contar con personas que puedan estar capacitada­s para los nuevos desafíos laborales que se vislumbran. En este sentido es central un modelo de organizaci­ón de los aprendizaj­es que promueva el desarrollo de capacidade­s fundamenta­les, aprendizaj­es interdisci­plinarios que logren articular contenidos de distintas disciplina­s además de incorporar prácticas profesiona­lizantes en el último tramo de la formación, no para ser “cadetes” de empresas, sino para aprender competenci­as específica­s vinculadas con las inquietude­s y aptitudes de los estudiante­s y la vida adulta laboral. * Directora del Departamen­to de Educación de la UCA.

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