Traducciones al sur
Creado en 2009, el Programa Sur de apoyo a las traducciones otorga subsidios a editores argentinos que publiquen autores argentinos. En 2016 la continuidad del programa pareció en duda, aunque las nuevas autoridades de la Cancillería y el director de Asuntos Culturales, Mauricio Wainrot, reafirmaron que continúa de acuerdo con el reglamento original. Las solicitudes son evaluadas por un Comité de Traducciones que integran el director de Asuntos Culturales, el director de la Biblioteca Nacional, dos académicos, un crítico literario y un miembro de la Fundación El Libro y que se reúne dos veces al año. En julio, el comité aprobó la traducción de 93 obras. Entre ellas se encuentran Historia de Roque Rey, de Ricardo Romero; Héroes, machos y patriotas, de Pablo Alabarces; Betina sin aparecer, de Daniel Tarnopolsky; Emilia, de Claudio Tolcachir y Las nubes, de Juan José Saer (al italiano); Agosto, de Romina Paula; Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enríquez y Villa del Parque, de Jorge Consiglio (al inglés); Las constelaciones oscuras, de Pola Oloixarac; Enemigos afuera, de Mori Ponsowy y El vuelo, de Horacio Verbitsky (al alemán); Una suerte pequeña, de Claudia Piñeiro (al azerí y al polaco); Las chanchas, de Félix Bruzzone; El pasado, de Alan Pauls, y Partes de inteligencia, de Jorge Asís (al macedonio), Ema la cautiva, de César Aira (al búlgaro); Un hombre llamado Lobo, de Oliverio Coelho; La mano del pintor, de María Luque y Verdades y saberes del marxismo, de Elías Palti (al francés); Tener un patito es útil, de Isol (al griego); Mafalda, de Quino (al guaraní); La uruguaya, de Pedro Mairal, y El comienzo de la primavera, de Patricio Pron (al holandés); Distancia de rescate, de Samantha Schweblin (al serbio); Seis problemas para don Isidro Parodi, de Borges y Bioy Casares (al georgiano); La fiesta del hierro, de Roberto Arlt (al ucraniano), y La mujer de Isla Negra, de María Fasce (al croata). “El Programa Sur ha funcionado muy bien porque contó con el apoyo político correspondiente y tuvo un gestor de lujo en la figura de Diego Lorenzo, uno de los funcionarios públicos más eficientes que me ha tocado conocer. Ahora bien, es perfectible. Hasta ahora, acaso por un deseo del gobierno anterior, de neto corte populista, se ha buscado cantidad. Ahora sería conveniente pensar en términos de calidad”, sostiene Jorge Fondebrider.