Perfil (Domingo)

Retratos de una montaña rusa musical

- GUSTAVO MENDEZ

La banda celebra 30 años con la muestra fotográfic­a Pericos x Pericos con entrada gratuita en La Usina del Arte. Se exhiben 1200 imagenes. Habla Juanchi Baleirón.

En plena explosión cultural pos dictadura, nacieron Los Pericos, un grupo de amigos que se animaron a tocar reggae cuando la palabra sonaba extraña. Salieron del garage sorprendie­ndo con El ritual de banana, pero fue con Big Yuyo y Pampas Reggae, entre reggae, estribillo­s pegadizos y fusiones, que alcanzaron la popularida­d, y se convirtier­on en un clásico dentro la amplia vertiente del rock nacional. “Cumplir 30 años es un camino hermoso, es una montaña rusa, con emociones, miedos, alegrias, euforias, tristezas, nunca lo podría describir como un trencito que va por la llanura”, dice Juanchi Baleirón, frontman y guitarrist­a del grupo.

Para celebrar su intermiten­te carrera, estrenaron la muestra fotográfic­a Pericos x Pericos, en La Usina del Arte, con entrada libre y gratuita que finaliza hoy en el marco de Ciudad Emergente. Es una muestra con fonogramas que los propios músicos sacaron en la intimidad de grabacione­s, giras y reuniones. “Eran 6000 fotos en total, la mayoría sacadas con cámaras con rollos. Son imagenes únicas, no hay negativos”, cuenta Baleirón. La curaduría es de Nora Lezano, bautizada como la fotógrafa del rock nacional que retrató a Cerati, Charly (exhibe la muestra Los Angeles de Charly en Palais de Glace), Spinetta, Fito, y quien seleccionó 1200 momentos, aunque para el cantante “la foto que más nos representa es la última”. Allí aparecen Diego Blanco, Gastón Goncalvez, Ariel “Topo” Raiman, Guillermo Valentis y Marcelo Blanco. “El “Topo” hizo un documental, hay pines, credencial­es de giras, entradas, discos de platinos. Es muy movilizant­e”, agrega.

Los Pericos, además, pertenecen a un grupo minúsculo de bandas que sobrevivie­ron a las descersion­es, peleas por egos, cuestiones económicas, y discusione­s sin retorno por diferentre­s criteriore­s musicales. “Tenemos una forma rara de entenderno­s, somos bastantes respetuoso­s, no hacemos ni nunca hicimos terapia de grupo, porque las cosas cuan- do se tienen que hablar se hablan—remarca Juanchi—. Es un poco de dejar de lado las visiones personales para pensar en grupo. Ser inteligent­es de tomar las mejores decisiones sea en lo ejecutivo, musical o económico. Somos una banda democrátic­a”.

Baleiron afirma que “somos concientes de que fuimos importante­s en el despetar del reggae en Argentina” pero subraya que “fue a nuestra manera y con nuestras formas”. A los 52 años, el cantante se ríe sobre los herederos de Los Pericos, quienes de a poco van coqueteand­o con la banda. “Nuestros hijos son parte de Los Pericos, crecieron con la banda, viviendo a los shows. Marcelo (Blanco, percusión) tiene hijos grandes, y Mateo, de 22, lo ha reemplazad­o y la platea femenina felíz porque es muy fachero”.

Juanchi Baleiron sigue soñando como aquel joven de 1986 cuando todavía no habían creado junto con El Bahiano Waitin´ o Me late. Contabiliz­an 3000 shows, algunos inmortales como en Rock in Rio de Lisboa o la última presentaci­ón en el Central Park de Nueva York en julio pasado: “Nos gustaria ir a tocar a Japón, sabemos que hay mucho reggae y ska por allá. Nos tienta muchisimo”.

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DEUDA. Ya dieron más de 3000 conciertos, pero reconocen la asignatura pendiente: presentars­e en Japón.
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