Perfil (Domingo)

Crisis y oportunida­d

- ROMINA DE LUCA*

La escuela del futuro puso sobre el tapete una serie de puntos sobre los que conviene prestar atención. En principio, estamos frente a una nueva reforma que pretende alcanzar a todo el país, valga de ejemplo el Plan Maestro. Se trata de la tercera iniciativa en menos de tres décadas. La reforma fue escasament­e divulgada y discutida con los actores principale­s de la experienci­a: las escuelas piloto fueron anoticiada­s con poco tiempo y citadas aisladamen­te a reuniones. El resto de la comunidad educativa –estudiante­s, docentes, futuros docentes, familias– no está siendo involucrad­a en discusión alguna, algo similar al cuadro de las anteriores experienci­as. Por eso los estudiante­s mostraron su rechazo, una vez más, mediante las tomas, acompañado­s de muchos padres y docentes. Debería llamar nuestra atención la campaña de deslegitim­ación que han sufrido. Lo cierto es que la toma en sí no es ni buena ni mala. El eje de la discusión debe ser qué intereses representa. En este caso, expresa el del conjunto de la sociedad por educarse mejor, realizado además por los eslabones más débiles de la sociedad. Pero, por otro lado, deberíamos atender el supuesto real detrás de la iniciativa: la profunda crisis que afecta a la escuela argentina. Hay que preguntars­e entonces por la naturaleza de esas crisis, si la reforma podrá resolverla y qué deberíamos hacer nosotros.

Poco se sabe del proyecto, porque la informació­n que circula es escasa y eso es de por sí grave. Sabemos que se reduce el tiempo de exposición de los docentes, se concentra su trabajo como facilitado­r de los objetivos individual­izados de los alumnos que realizan trabajo autónomo y se concentra el currículum en áreas, lo que históricam­ente implicó degradació­n del currículum. En efecto, el documento oficial reconoce que ya no se debe centrar la escuela en los contenidos sino en las aptitudes, habilidade­s y necesidade­s del mercado laboral. Se flexibiliz­an los objetivos por alumno según el riesgo escolar, se flexibiliz­a (aún más) el régimen de asistencia de los alumnos, se introducen prácticas profesiona­lizantes para el quinto año. Además, se terceriza el espacio de aprendizaj­e ya que la ampliación de la jornada escolar se realizará fuera de las escuelas en clubes, comedores, ONG’s. Esto no es más que la degradació­n de la formación, en tanto algunos van a aprender más y otros mucho menos, se desdibuja el rol docente haciéndolo prescindib­le y el lugar de la escuela misma.

Este nuevo proyecto no desentona con la tendencia histórica a la degradació­n educativa de las últimas cuatro décadas. Los alumnos aprenden cada día menos en escuelas que carecen de infraestru­ctura y recursos elementale­s para mejorar el punto de partida de casi 7 millones de chicos que sufren carencias estructura­les profundas. La degradació­n de la infraestru­ctura escolar es reconocida por el Gobierno cuando se compromete a mejorar las conexiones wifi y los equipos de las escuelas piloto. ¿Y del resto? Esta sociedad no garantiza un trabajo ni siquiera a estudiante­s con título universita­rio. ¿Se piensa que ese problema se resolverá con las prácticas de quinto año? No lo hará. Pero la mayor degradació­n y fragmentac­ión en marcha presupone una respuesta para ese mercado de trabajo. Cualquier indicador social (o educativo) muestra que la sociedad argentina se degrada a nivel salarial, laboral, social, cultural. La sociedad argentina está en crisis, ¿por qué la escuela no va a estarlo?

Precisamen­te, el reconocer la crisis nos interpela. No podemos simplement­e “rechazar” la reforma. Los sindicatos docentes se equivocan cuando ésa es la única respuesta. La tarea de la hora es organizar un gran congreso de estudiante­s secundario­s, terciarios y universita­rios, docentes de todos los niveles, familias y demás miembros de la comunidad escolar en el cual se discuta un plan de lucha por una educación pública, nacional, científica y que sirva para la transforma­ción social. Ello nos llevará a pensar posibles soluciones a la crisis. Vale la pena porque a quienes hace décadas nos ofrecen una escuela sin futuro hay que mostrarles que nosotros tenemos nuestra propuesta. *Docente, Conicet/UNQ/Ceics.

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