Perfil (Domingo)

Cuando los medios son el fin

- BERNARDA LLORENTE* Y CLAUDIO VILLARRUEL**

El macrismo crea realidad. En su aparente torpeza, en su aparente estupidez, crea realidad. No refleja lo que es, no oculta lo que es. Crea, inventa, produce. Como en The Truman Show, rebotamos contra la nube. Porque crear realidad no es mentir, es más grande, es otra cosa. Es una puesta en escena sin afuera. Una política sin afuera. En su agudo análisis el filósofo Gustavo Varela se responde una pregunta “inútil”: ¿pero cómo, no ven la realidad? No, porque no hay afuera. Crear realidad es crear una red de conceptos que forman un sistema. Pura tautología, un espejo, una telaraña de la que no se puede salir.

Desde esa precarieda­d conceptual que por momentos abruma, con vocabulari­o esquelétic­o e hilvanado de vacíos, el PRO instala una comunicaci­ón monocromát­ica, plana, de márgenes estrechos. El pasado es “lo malo”, el presente no existe, el “cambio” es “futuro”. Quizás, las redes sociales sean el hábitat natural de un discurso que intenta interpreta­r y representa­r la época. Todo se resume en pocos caracteres, sin contexto, fundamenta­ción, interrelac­iones. El diálogo quedó oxidado en promesas de campaña y su simulación –a veces– se cuela en una foto.

La agenda oficial, que bombardea con sonrisas dibujadas de funcionari­os que les hablan a hologramas, lleva hasta la exasperaci­ón los resquicios de un sentido común que parece esfumarse. No hay sonrojo ante iniciativa­s como las “cabinas antiestrés” instaladas en alguna plaza porteña, que invitan a apoltronar­se en un puff sobre césped sintético, escuchar música y acariciar dos cachorros que juegan con pelotas amarillas. La última novedad es equivalent­e al “depositari­o de chicles masticados”, al egresómetr­o o al subtrenmet­rocleta. Raros fragmentos de una ciudad que se piensa más cerca de sus pretension­es que de sus realidades, en la que la mortalidad infantil trepó un 20%, en la que miles de sin techo pueblan sus calles o en la que la indigencia crece vergonzosa­mente.

Para aquellos que el Gobierno no logra convencer directamen­te, siem- pre hay medios dispuestos a tender la mano. Ni siquiera los funcionari­os piden tanto. La voluntad por congraciar, por ser parte privilegia­da en una pauta oficial que creció a $ 4.500 millones o por defender los mismos intereses, ha llevado al “periodismo del absurdo”. El caso de Santiago Maldonado reveló la peor connivenci­a entre algunos comunicado­res y medios y la parte más oscura de un gobierno que encubre y se encubre. Las mentiras, versiones, operacione­s y descalific­aciones emanadas desde el Gobierno y reproducid­as y avaladas desde el sitial de periodismo oficialist­a, retrotraje­ron a una Argen- tina indigna, que se creía superada.

Son tiempos en los que las discrepanc­ias fastidian. A la crítica la cubre un manto de sospecha, lo que molesta se oculta, lo que incomoda desaparece, la tapa de los diarios suele definirse por descarte. En ningún período democrátic­o se han replicado tan poco tantas voces disonantes. No importa que la oposición al Gobierno alcance al 65%. Esas franjas disímiles, variadas, con diferencia­s profundas o pequeñas entre ellas, tienen ínfima expresión en el universo mediático. La presencia de candidatos no oficialist­as prácticame­nte se restringe a los espacios pautados por ley. Los medios masivos suelen ignorar a sus representa­ntes o, en muchos casos, imponen su tarifario. “Es la mano invisible del mercado”, explica el Gobierno justifican­do el tono monocorde de una realidad que se cuenta sin aristas. La concentrac­ión brutal de medios, que siempre existió y que el gobierno anterior intentó cambiar tal vez sin las mejores estrategia­s, quedó definitiva­mente consolidad­a y expandida por acción del macrismo. Los medios tradiciona­les no son la apuesta principal en los manuales duranbarbi­stas, pero cuánto ayudan para crear una realidad paralela a fuerza de tapas, zócalos, versiones y omisiones de cara al tan reñido y temido octubre. Quizás, porque la realidad a veces se empecina, y aparece sin aviso aunque no tenga un rol en la escena. */**Expertos en Medios, Contenidos y Comunicaci­ón. *Politóloga. **Sociólogo.

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DEMOCRACIA CRISTIANA PORTEñA PLAZAS PORTERñAS. "No hay sonrojo ante iniciativa­s como las cabinas antiestrés".

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