Mujeres y lenguas privilegiadas
Si bien el anuncio del Nobel de Literatura lo hace una mujer, pocas escritoras han recibido el premio. En 1909, a ocho años de establecido el galardón, abre la serie Selma Lagerlöf, sueca, pero pasarán 17 años para que otra lo reciba: Grazia Deledda. En total, lo han recibido solamente 14, y en realidad 13, contando que Svetlana Aleksievich, última ganadora, representa a la crónica periodística más que a la literatura. Pero las ausencias femeninas contaron con períodos aun mayores: 21 años (entre 1945 y 1966, de Gabriela Mistral a Nelly Sachs, que lo compartió con Shmuel Yosef Agnón) y 25 años (entre 1966 y 1991, cuando se premió a Gordiner). La mitad de las 14 recibieron el Nobel en los últimos 26 años, vale decir, la performance del premio mejoró un poco para que no acusen a los suecos de tanto machismo. De todas formas, es necesario agregar ciertas características de Margaret Atwood: es feminista, anti Trump, canadiense, rebelde e intransigente per se. Este espíritu y carácter no se amolda al dominio de esta globalización de la ficción como ganancia pura. Es un mal ejemplo, o el mal en sí para las productoras de contenidos. La asimetría del Nobel de Literatura también se contempla en las lenguas premiadas: 28 en inglés, 14 en francés, 13 en alemán, 7 en sueco, 6 en italiano, que hablan de un predominio norteamericanoeuropeo o, en términos geopolíticos, de una OTAN de la cultura. Queda nuestra lengua con 11 ganadores, resultado que muestra claramente qué importancia tiene el habla hispana de esta porción de América en el reconocimiento global: nada más que 5 fuera de España… Y no es que no se produzcan libros ni falten escritores; todo lo contrario, esto sugiere quién lee y qué leen en los centros de poder. Sin dudas, nuestros escritores están al margen del margen.