Bullrich tiene operador judical en el Sur
Era secretario letrado de la Corte y asesor de la entonces diputada. Fue una pieza clave en el caso del río Chubut y ahora también en Bariloche. “Transmite mensajes”, dicen.
Se llama Gonzalo Cané y actuó con los jueces del caso Maldonado y ahora con el conflicto mapuche.
El día del desalojo a los mapuches por parte de Prefectura, Gonzalo Cané se reunió con el juez federal de Bariloche Gustavo Villanueva. Más de dos meses atrás, también había tratado casi cotidianamente al juez que investigaba la desaparición de Santiago Maldonado. Cané está al frente de la Secretaría de Cooperación con los Poderes Judiciales, Ministerios Públicos y Legislaturas, dependiente del Ministerio de Seguridad. En la práctica, es el embajador directo de Bullrich ante los jueces que manejan causas sensibles para su ministerio, como el desalojo que terminaría en el asesinato de Rafael Nahuel.
Asesor informal de Bullrich desde sus tiempos como secretario letrado de la Corte Suprema, Cané se convirtió en los ojos, la voz y el cerebro judicial de la ministra. Esa es la principal misión de su puesto. Pero además de ser un nexo con sus ex compañeros de la familia judicial, tiene otras áreas de Seguridad a su cargo: la de violencia institucional y búsqueda de personas.
Para los especialistas en seguridad de la oposición, se trata del verdadero monje negro judicial de Bullrich. “Ensucia las causas. Estuvo en Esquel manejando la declaración de los gendarmes en el caso Mal- donado, desviando la atención”, acusa el ex jefe de la Policía de Seguridad Aeronáutica Marcelo Saín.
Los familiares de Maldonado también apuntaron en su contra. “Sembró pistas falsas, como la del puestero de Epuyen”, postearon.
Desde el ministerio, en cambio, aseguran que Cané cumple un papel casi administrativo. “Tiene el mapa judicial en la ca- beza y se conoce todos los aspectos procedimentales. No es un operador, pero puede transmitir mensajes”, afirma un dirigente que lo conoce bien.
Tiene un rol más intelectual y menos operativo que el del jefe de Gabinete de Bullrich, Pablo Nocetti. A diferencia de Cané, que prácticamente se mantiene en el anonimato, Nocetti levantó su perfil sin buscarlo demasiado: estuvo en Esquel mien- tras se realizaba el operativo que derivaría en la muerte de Maldonado, y se vio obligado a dar explicaciones.
Cané es un antikirchnerista rabioso, al punto de haber comparado al gobierno anterior con el nazismo. Es admirador de Jorge Lanata, ultraliberal, punitivista y defensor de la doctrina armamentista. “Los Estados que desarman a su población son totalitarios”, tuiteó. “Quien limita el derecho de defensa está a favor de la delincuencia. Los ciudadanos de bien deben defender su vida y propiedades”, profundizó.
Una vez en el ministerio, su verborragia en las redes se cortó de un golpe. Lo hizo a pedido de Bullrich. Si bien se conocen desde hace sólo unos seis años, la ministra y el secretario se volvieron muy cercanos y afines desde el minuto cero. Mientras él ejercía como secretario letrado de la Corte, desde donde criticaba a Ricardo Lorenzetti y despreciaba a Eugenio Zaffaroni, se cruzó con Bullrich. El flechazo ideológico fue inmediato. Ella por entonces era diputada y presidía la comisión de derecho penal. Sin blanquear su militancia, Cané empezó a asesorarla.
Una vez que Mauricio Macri designó a Bullrich como ministra de Seguridad, ella le ofreció pegar el salto a la política. Cané pidió licencia en la Secretaría Civil y Previsional de la Corte, y se animó al desafío de aplicar sus ideas desde el Estado. En eso anda ahora mismo.