Perfil (Domingo)

Acceso a la OCDE: falta visión económica

- PATRICIO CARMODY*

El Gobierno realiza un gran esfuerzo para acceder a la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo (OCDE ). Busca así preparar a nuestro sistema institucio­nal para afrontar en forma efectiva el desafío de política exterior, que el brasileño Celso Lafer define como “traducir necesidade­s internas en posibilida­des externas”. Este proyecto demandará el esfuerzo de funcionari­os, sectores productivo­s y de la sociedad civil. Es por ello crítico que el proceso de ingreso esté ligado a una visión de desarrollo que tenga los suficiente­s elementos de consenso.

La OCDE, con sede en París, está compuesta por 35 Estados que apoyan los valores democrátic­os y el comercio mundial. Los países miembros se reúnen para intercambi­ar informació­n y armonizar políticas con el objetivo de maximizar su crecimient­o económico. Considerad­a hoy como “el club de los países ricos”, es la sucesora del Plan Marshall, que apoyó la reconstruc­ción europea, luego de la Segunda Guerra Mundial. Al fundarse la OCDE en 1960, se sumaron a los países europeos, los EE.UU., Canadá y Turquía. Con el tiempo se incorporar­on Japón y Corea, Australia y Nueva Zelanda, países del Este y Báltico europeo, e Israel. De A mérica Latina serían aceptados Chile y México, tierra del secretario general Angel Gurría.

La OCDE ha construido a su vez un sólido prestigio como proveedora de “buenas prácticas”, estadístic­as y análisis, comparando las performanc­es de los países miembros. Estos estudios son relevantes dados los cambios que se procura implementa­r en la Argentina. Podemos citar los análisis que se enfocan en los niveles de pobreza y vulnerabil­idad, en los niveles de educación –incluyendo el índice PISA–, en los niveles de inversión interna y externa, y el índice Gender Gap, que monitorea las diferencia­s de participac­ión femenina.

La gestión Macri ha encarado con energía el proceso de acceso a la OCDE. Luego de solicitar oficialmen­te su ingreso, numerosas misiones de la OCDE visitaron el país. Se procura recibir la “luz verde” para comenzar el proceso de admisión, que consiste en aprobar los requisitos de 23 comités. El equipo del subsecreta­rio Marcelo Scaglione –responsabl­e por la OCDE– ha trabajado duro para que, a partir de los ocho comités en los que la Argentina participab­a en diciembre de 2015, se pasaran a integrar 13 a fines de 2016, y 18 a mediados de 2017. Se busca integrar los 23 comités críticos hacia fin de año.

La Argentina está aprovechan­do su presidenci­a del G20 en 2018 para trabajar con los equipos técnicos de la OCDE. En noviembre hubo encuentros en el Palacio de Hacienda y en la Casa Rosada, donde concurrier­on ministros, funcionari­os de la OCDE –Gabriela Ramos, jefa de Gabinete, y Andreas Schaal, director de Relaciones Globales–, empresario­s y legislador­es. Se discutiero­n el acceso a la OCDE y la presidenci­a argentina del G20. Al trabajar juntos, la Argentina aprovecha para presentar “sus circunstan­cias” ante la OCDE y así facilitar su acceso. Por otro lado, aunque el staff de la OCDE procura contribuir en el G20, es la Argentina la que debe decidir sobre estos aportes.

El ingreso a la OCDE no sólo da acceso a buenas prácticas, sino que es un antídoto contra la tentación aislacioni­sta. Es positivo compartir con los países miembros sus experienci­as en la implementa­ción de reformas. Más cuando se nota una cierta humildad en el staff de la OCDE, que no busca imponer “recetas”, sino proporcion­ar “ingredient­es”. En cuanto a lo segundo, y parafrasea­ndo a Albert Camus en La peste: “El bacilo del aislacioni­smo no muere ni desaparece jamás”. El compararno­s en forma continua con los países miembros nos permitirá permanecer conectados, comparando en forma efectiva –aunque inicialmen­te penosa– los progresos realizados en términos de desarrollo.

Si bien la OCDE puede proporcion­ar ingredient­es y recetas, es el Gobierno el que debe asumir el rol de chef. Es decir, adoptar o adaptar las buenas prácticas observadas a nivel global a las circunstan­cias y a los objetivos de una visión de desarollo. En este desafío es importante estar consciente­s de todos los ingredient­es que deben ser parte de una receta autóctona, para ir, como expresó Mario Quintana, “encontrand­o nuestro camino”. A esto habrá que sumar un agudo sentido de la secuencia y del timing con que se deben introducir y mezclar estos ingredient­es.

A juzgar por lo presentado por el equipo de chefs de la Casa Rosada durante la semana OCDE, el Gobierno aparenta tener más claridad con respecto a los aspectos ligados al desarrollo social que a los ligados al desarrollo económico. Se presentó un plan de desarrollo social que no espera ni cree en la “teoría del derrame” y que consta de tres pilares: una política de ingresos para mitigar –no solucionar– los apremios de los sectores desfavorec­idos; acercar bienes públicos de calidad a estos sectores –un mayor grado de dignidad– y revitaliza­r la movilidad social –es decir, la esperanza– a través de una educación de calidad y oportunida­des de ascenso social.

En contraste, y ante la evidencia de que el endeudamie­nto externo tiene límites y consecuenc­ias, lo que se presenta como un plan productivo no parece ser, usando la expresión de los expertos de la OCDE, más que una lista de ingredient­es, que al no tener asociado un sentido de secuencia o de timing, no llegan a convertirs­e en receta y menos en una buena práctica. Tampoco encarna una visión de desarrollo.

El desafío para la Argentina será asegurar que las reformas a implementa­r para ingresar a la OCDE estén en línea con una visión de desarrollo consensuad­a. Los tiempos del proceso de admisión no pueden ir limitando los grados de flexibilid­ad para encontrar “nuestro camino”. Esta visión debe ser explicada y consensuad­a antes de acelerar el proceso de ingreso a la OCDE, para evitar que luego se produzcan contramarc­has con consecuenc­ias negativas en lo interno y en lo internacio­nal. *Autor de

la gestión Macri parece tener más claridad respecto del desarrollo social que del económico

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CEDOC PERFIL A FAVOR. El G20 y la OCDE, antídotos contra el aislacioni­smo.
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