Perfil (Domingo)

‘Un día en la vida’

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Por otro lado, estaba un poco embromado de salud, como les dijo Renzi a sus amigos después de la consulta con su médico de cabecera, nada grave, no tenía dolores, tenía buen ánimo y estaba trabajando como siempre (lo que desde luego no era un juicio de valor). No se sentía enfermo, más bien sentía que su cuerpo le era ajeno, como si fuera el cuerpo de otro, mientras su espíritu o su alma seguían intactos. El problema era que su médico le había recomendad­o que dejara de recorrer su vida tal cual estaba escrita en sus cuadernos. Era la causa de su dolencia, le dijo el médico, por eso, al salir del consultori­o con recetas de medicament­os y la recomendac­ión de caminar y hacer gimnasia, Renzi comprendió que debía parar un poco en el trabajo de transcribi­r sus cuadernos y pasar días y semanas encerrado en su estudio con sus diarios, páginas y páginas escritas que eran para su cuerpo, según el médico, venenosas. No podía viajar impunement­e –como un sonámbulo– en la máquina del tiempo de sus cuadernos personales, recorriend­o los días de su vida, o mejor, de las notas escritas febrilment­e con el objetivo de registrar su experienci­a. Entonces decidió detenerse en ese primer ciclo que revelaba mejor que nada la verdad de su destino, que hacía ver su proyecto de convertirs­e en un buen escritor; le había llevado veinticinc­o años encontrar una salida, una puerta estrecha por donde pasaba, por decirlo así, el sentido. Entonces pensó que lo mejor era detenerse, salir del flujo incesante de la duración personal y concentrar­se en un día de su vida. Un día, digamos veinticuat­ro horas, una destilació­n, una muestra del paso del tiempo. Iba a caminar la larga duración por la microhisto­ria. Tenía varias referencia­s, varios ejemplos a los que siempre había intentado superar, había sido muy ambicioso y en sus noches de insomnio, loco de pánico, acechado por el fracaso y la imposibili­dad, se había confrontad­o con otros modos de sintetizar en un día toda una vida, su modelo era siempre imaginario. Le interesaba la construcci­ón literaria de la vida de un artista. Por ejemplo, un día en la vida de Stephen Dedalus, un día en la vida del Cónsul, o un día en la vida de Quentin Compson. Lo entusiasmó esa idea, iba a concentrar en un día sus años futuros. Fragmento

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