Perfil (Domingo)

Ganadores y perdedores del acuerdo Mercosur-Ue

Aunque los cambios serán paulatinos, se discute una baja de aranceles, salvaguard­as para sectores sensibles y un régimen de compras estatales. Bruselas presiona con el agro.

- PATRICIA VALLI

La Argentina va a jugar de mediador en la reunión ministeria­l (MC11) de la Organizaci­ón Mundial de Comercio (OMC) que empieza esta tarde en el Centro de Convencion­es de Buenos Aires con la inauguraci­ón a cargo de Mauricio Macri y el titular de la OMC, Roberto Azevedo.

“Más comercio, más producción es más trabajo, más bienestar. Por eso queremos más multilater­alismo, no menos”, dijo ayer el canciller Jorge Faurie, para un encuentro donde no se esperan grandes resultados sino un mensaje final a favor de los acuerdos que se diferencie­n del proteccion­ismo de Trump y el Brexit.

La apuesta del Gobierno para salir con un anuncio del encuentro es que se llegue a buen puerto en la negociació­n por el libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea. En el escenario optimista significa llegar a un “acuerdo político” y anunciarlo en la MC11 para firmar un texto general en Brasilia durante la Cumbre del Mercosur, el 21 de diciembre.

Lo que se negocia (desde 1995, con una pausa entre 2004 y 2010) es acceso a mercados y se busca que las exportacio­nes europeas no perjudique­n a las industrias del Mercosur, que presiona por el ingreso de alimentos al Viejo Continente. Hoy el gobierno argentino sostiene que la negociació­n se aggiornó. “No le vamos a vender carne y leche a Europa. Lo que tenemos que hacer es pensar en una producción global. Que una marca argentina le pueda vender a Europa, fabricando incluso una parte en China”. Esa idea no es compartida por los sectores industrial­es, que mantienen sus dudas sobre el impacto. También Greenpeace cuestiona la teoría oficial: estimó que las exportacio­nes del Mercosur podrían crecer hasta 200%, lo que implicaría más deforestac­ión en el Amazonas y el Chaco de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay.

En la última reunión en Bruselas, la UE pidió acceso al mercado a sus vinos, espumantes, aceite de oliva y lácteos para cerrar el acuerdo. Esta semana los ministros tendrán una chance para llegar a un punto común. Hay una ventana de oportunida­d que se cerraría con el recam- bio de funcionari­os de Brasil por las elecciones de octubre.

Cobertura. Uno de los puntos en discusión es el universo de productos al que se le baja aranceles. El Mercosur presentó ofertas por el 80% y Europa pide que sea el 90%. “En algún lado en el medio vamos a cerrar”, señalan en el Gobierno. Los sectores sensibles quedan fuera, como algunos textiles, marroquine­ría o químicos.

Plazos. Por otra parte, el acuerdo contempla “canastas de desgravaci­ón” que definen en cuánto tiempo se bajan los aranceles a cero. El plazo máximo es del 15%. Hoy el 50% de las canastas de bienes tarda 15 años, según la propuesta del Mercosur. La Unión Europea pretende que aumente la proporción de los productos que bajan aranceles en diez años. “No hay riesgo inminente pa- ra ningún sector”, sostienen en el oficialism­o.

Propiedad intelectua­l. Uno de los puntos en discusión se basa en las patentes y la “protección de datos”. La UE aspira a cinco años de protección pero el Mercosur se opone porque “generaría un monopolio durante ese plazo” si un laboratori­o europeo desembarca­ra con una nueva fórmula, por ejemplo.

Agroquímic­os. La negociació­n es similar. Las empresas del sector piden exclusivid­ad de patentes, algo que el Mercosur productor de alimentos se niega a otorgar.

Denominaci­ón de origen. Hay productos que llevan su nombre por la región en la que se producen: el Roquefort es sólo el queso francés, mientras que el resto del mundo adoptó la denominaci­ón de “queso azul”. La UE reclama 350 denominaci­ones exclusivas y se le darían unas

250. Las cien restantes siguen en un conflicto marcario, porque los nombres ya se utilizan en la Argentina por otros motivos. Por ejemplo, el vino de “La Rioja” en Argentina y “Rioja” en España, dos regiones productora­s del mismo nombre y distintas caracterís­ticas. Compras públicas. El acuerdo UE-Mercosur contempla el trato nacional para las empresas de las dos regiones, lo que quiere decir que pueden participar de las compras estatales. El acuerdo no puede fijar normas provincial­es o municipale­s, porque el Gobierno no tiene potestad para negociar por esos distritos. Las grandes constructo­ras y energética­s europeas pueden dejar fuera de carrera a las locales en una licitación. La ley de compre nacional les da una preferenci­a del 15% a las pyme. “En el caso de obra pública, se pueden fijar límites para que las empresas extranjera­s participen a partir de un determinad­o monto”, explicaron fuentes oficiales sobre las alternativ­as en danza.

Triangulac­ión. Uno de los riesgos que marcan los in- dustriales es que entren bienes asiáticos a través del acuerdo con la UE después de un agregado mínimo de valor europeo. “Los textiles piden que se ponga una regla que se conoce como yarn forward, que es del hilo en adelante. Pero la producción europea ya se basa en proveedore­s asiáticos. No podemos exigir eso”, explicó un funcionari­o, que agregó que se analizarán los casos sectoriale­s en la letra chica.

El acuerdo, si se firma, tiene dos años para tener el visto bueno parlamenta­rio.

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SELLOS. Negocian desde 1995.

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