Cienciología.
Esta religión, que se hizo conocida por seguidores famosos como tom cruise y John travolta, tiene una sede en Barrio norte. allí dictan 21 cursos y dan servicios espirituales.
La religión de famosos de Hollywood tiene 7 mil fieles y una iglesia en Argentina.
A primera vista, nada llama la atención en el exterior de un edificio de Ayacucho al 1000, en el Barrio Norte porteño. Pero en el hall, el escenario cambia: hay televisores con imágenes de cursos, antiguas v itrinas de madera y cristal con libros con fondos con volcanes en erupción y rayos –entre los que se repite especialmente uno, llamado Dianética, la ciencia moderna de la salud mental–, y una especie de living donde un señor de sonrisa permanente entrega folletos a una mujer que, sentada, le cuenta sobre el crucero del que acaba de volver.
Podría decirse que esa escena es la puerta de entrada a la sede de Scientology Argentina, tal como prefieren llamarse los seguidores locales de la cienciología, una religión –reconocida por la Secretaría de Culto desde 2008– que genera fanatismos y detracciones y se hizo conocida a nivel mundial por algunos de sus fieles más famosos, como John Travolta, Will Smith y Tom Cruise, quien dona millones de dólares al culto y, claro, de quien se dice que comió la placenta de su hija Suri al nacer (ver aparte).
En la Argentina, según sus propios registros, los cienciólogos suman 7 mil –no dan detalles sobre si hay entre ellos políticos o celebridades– y están en plena etapa de expansión: en 2013 compraron un edificio histórico en la calle Sarmiento. Allí abrirán su primera iglesia, con una capilla para dar servicios religiosos. Aún no tienen fecha oficial de inauguración. Cuando se los consulta, responden que están esperando
Gustavo Libardi, la máxima autoridad en el país, posa delante del retrato de Hubbard, fundador de la religión (arr.). La iglesia de Los Angeles, la más grande (der.). tener los fondos suficientes porque los aportes, dicen, provienen de los fieles, de la venta de los libros y de los cursos que dictan.
Esos cursos, 21 en total, cuestan $ 850 cada uno y son las etapas de un camino que procura “una civilización sin demencia, sin criminales y sin guerra, donde el capaz pueda prosperar y los seres honestos puedan tener derechos, y donde el hombre sea libre para elevarse a mayores alturas”, como escribió L. Ronald Hubbard, su fundador y a quien los cienciólogos –que creen en un ente superior pero no lo llaman “dios”– siguen al pie de la letra (ver aparte).
La llegada a la Argentina se produce en 1984, a través de “un cienciólogo mexicano que vino en misión para diseminar en Argentina”, explica a PERFIL su presidente y líder religioso local, Gustavo Libardi, un contador que es la máxima autoridad y cara visible del culto. “En 1986 conocí la dianética a través de la pediatra de mis hijos. En ese momento, leí algunos libros y mi esposa recibió sesiones que la impactaron profundamente. En 2004 decidí ver un poco más de qué se trataba; hice un curso de comunicación que me sorprendió por su capacidad para mejorar mis relaciones con los demás, provocar en mi entorno lo que resultaba de mi interés y tener una percepción de que mi estado de ánimo había mejorado permanentemente”, dice. Se unió a la organización porteña como responsable de relaciones públicas y en 2007 pidió a la administración internacional solicitar el reconocimiento religioso de Scientology en Argentina, “lo que fue aprobado con mi nombre como presidente de la Iglesia”.
“las críticas están basadas en el desconocimiento de lo que hace scientology.”
A puertas cerradas. Los “auditores” dictan “los cursos religiosos y dan los servicios espi-