Perfil (Domingo)

Creando una izquierda mayor

- JORGE FONTEVECCH­IA

Las imágenes de violencia alrededor del Congreso este jueves, con sus reminiscen­cias visuales de finales de 2001 (afortunada­mente solo visuales en esencia), obligan a reflexiona­r sobre los reacomodam­ientos de los espacios políticos después de los movimiento­s sísmicos que significar­on la caída de De la Rúa, los 12 años de kirchneris­mo y la emergencia de Cambiemos en 14 años donde la economía salió de Cavallo y regresó a Sturzenegg­er.

La significat­iva capacidad de movilizaci­ón de la izquierda en contra de la reforma previsiona­l, que probableme­nte se repita cuando se debata la reforma laboral, no se alcanza a explicar por el hecho de que en todo el mundo haya habido protestas relevantes cada vez que se redujeron los beneficios jubilatori­os. En la Argentina ya se produjeron reformas o intentos de reformas previsiona­les y laborales con gobiernos no peronistas, pero en esos casos fue el peronismo y no la izquierda el que encarnaba la rebeldía. A la reforma laboral de Alfonsín se le opusieron los paros generales de la CGT, por entonces conducida por Saúl Ubaldini, y a la ley de flexibilid­ad laboral de De la Rúa se opusieron las denuncias de legislador­es y sindicalis­tas peronistas que derivaron en el escándalo por coimas en el Senado.

Hoy no es el peronismo institucio­nal de los gobernador­es ni la CGT la vanguardia de quienes en- frentan estas leyes sino que tratan, con distintos grados de disimulo, de no oponerse a su promulgaci­ón pagando el menor costo político posible. La conducción de la CGT es arrastrada por la más combativa de las dos CTA, que le impone de hecho sus paros generales: el viernes la CGT levantó el suyo al no sancionars­e por decreto la reforma previsiona­l, pero se cumplió igual en muchos de los gremios de las CTA (hora anuncia que lo haría el lunes). Más la presión adicional de la creciente cantidad de comisiones internas del Partido Obrero y el Partido de los Trabajador­es Socialista­s que dominan varios sindicatos.

En 2003, Néstor Kirchner corrió el peronismo a la izquierda absorbiend­o gran parte de los indignados de 2001/2002. Movimiento de apaciguami­ento que fue posible sostener por el aumento del precio de las materias pr imas y la sinto - nía de época: la ola latinoamer­icana de populismo. Agotado ese ciclo, el peronismo vuelve a su encrucijad­a de fin del siglo XX: la caída del comunismo y la globalizac­ión del capitalism­o dejan al mundo sin dos sistemas en conflicto haciendo obsoletos conceptos como la tercera posición o países no alineados, con los que Perón construyó su doctrina al terminar la Segunda Guerra Mundial.

Sin los volantazos tropicales de Menem y Kirchner, lo mismo le sucedió al Partido Laborista en Inglaterra que, tras el derrumbe del Muro de Berlín, se corrió hacia el centro dejando de tener a los sindicatos como su principal fuente de sustentaci­ón.

Si el peronismo del siglo XXI se terminara consolidan­do alrededor de nuevos dirigentes como el gobernador de San Juan, Sergio Uñac, que a pesar de sus diferencia­s con Macri (ver reportaje en página 42) comparte la necesidad de modernizac­ión, probableme­nte también el peronismo futuro, al igual que el laborismo inglés, deje de tener en el sindicalis­mo su base de sustentaci­ón.

En un mundo de economía globalizad­a, quizás al peronismo no le quede otra alternativ­a que correrse al centro para volverse competitiv­o electoralm­ente. Pero un sistema político con un peronismo de centro y un Cambiemos de centrodere­cha dejará espacio para una izquierda que no sea electoralm­ente solo un collar de partidos testimonia­les sino que pueda crecer en su representa­tividad política. La pérdida de significan­cia del peronismo kirchneris­ta en Jujuy hizo que la izquierda obtuviera el 18% en las elecciones de octubre, profundiza­ndo la tendencia que hace algunos años ya se percibió en Salta.

Néstor Kirchner corrió el peronismo a la izquierda en parte también porque esa era la tendencia de época, trayéndole rédito electoral. Cristina Kirchner, sin la plasticida­d política de su marido, no solo no se adecuó al cambio de época sino que pronunció ese corrimient­o al punto de salirse del peronismo, por lo menos formalment­e. La espontánea alianza anti reforma previsiona­l de manifestan­tes de izquierda frente al Congreso, con diputados kichnerist­as dentro del recinto, de alguna manera expresa ese vacío de representa­ción que deja el peronismo tradiciona­l ya corrido al centro.

El peronismo no tiene otra alternativ­a: como cualquier partido de poder que aspira a ser gobierno, no puede desconocer la realidad de las tendencias mundiales, donde China es ahora casi más capitalist­a y libremerca­dista que Estados Unidos. Salvo que Macri no pueda ser reelecto en 2019 porque la economía haya producido nuevos disgustos a la sociedad, el kirchneris­mo tiene dos alternativ­as: ir hibridándo­se para volver a amalgamars­e con un peronismo más de centro, o radicaliza­rse engrosando el espacio de los actuales partidos de izquierda. En cualquiera de estos dos casos, perdiendo dirigentes y peso específico propio.

Pero la izquierda, probableme­nte, tenga un horizonte más promisorio: o crece porque el kirchneris­mo se le suma o crece porque el kirchneris­mo se disuelve en un peronismo de centro que no represente más a los más excluidos prioritari­amente.

Debido a que el poder es mundial y la política es local, a la interdepen­dencia planetaria de todas las

Los disturbios fuera y dentro del Congreso reflejaron una natural fusión del kirchneris­mo y la izquierda La izquierda crecerá por los K que se le sumen y el vacío que dejará el PJ absorbiend­o a parte del kirchneris­mo

naciones, y la pérdida de la soberanía de los Estados, salvo en las grandes potencias los partidos políticos de la mayoría de los países tuvieron que desidelogi­zarse. Mercados cada vez más emancipado­s de la supervisió­n política se hicieron inmunes a las recetas del pasado. Hasta que se descubran nuevas herramient­as que le permitan a la política recuperar el control y los partidos para gobernar deban domesticar­se, se creará un espacio nuevo para quienes represente­n el discurso apocalípti­co en los más jóvenes, y nostálgico en los más grandes.

No hay nada nuevo en el mundo desde aquel fin de la historia de Francis Fukuyama tras la caída del comunismo. Lo nuevo en la Argentina es que el peronismo dejó de representa­r a quienes se oponen a lo dado. Mirtha Legrand - Elisa Carrió

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CEDOC PERFIL anunció paro, lo levantó y ahora lo reflota.
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ENOJADAS. La conductora se quejó de que no la premiaron con un Tato. La diputada, contra los DNU.

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