Adieu, Bocuse.
Murió a los 91 años el chef del siglo XX, padre de la gastronomía francesa.
Ayer, en la localidad Collognesau-Mont-d’Or, se dio a conocer la muerte de Paul Bocuse (91). El afamado chef luchó varios años contra el Parkinson y se lo recordará como el impulsor de la corriente gastronómica Nouvelle Cusine. Formado desde la infancia para convertirse en cocinero, tuvo una etapa como soldado del general Charles de Gaulle y supo crear un imperio de veinte restaurantes alrededor del mundo que facturaban decenas de millones de euros al año.
“La gastronomía francesa pierde hoy una figura mítica que la transformó profundamente”, señaló el presidente de Francia, Emmanuel Macron. “Los chefs lloran en sus cocinas, en el Elíseo y en toda Francia. Pero ellos continuarán su trabajo”, dijo al conocer la noticia. Además, el ministro del Interior francés, Gérard Collomb, aseguró que “Monsieur Paul era Francia, sencillez, generosidad, excelencia y arte de vida”.
“Trabajar como si fuera a vivir cien años, y vivir como si fuera a morir mañana”, solía comentar Bocuse. Esta forma de pensar la obtuvo tras la guerra, además de un tatuaje en forma de gallo que solía mostrar a toda persona posible. Una vez que finalizó su tarea con el ejército francés, volvió a la cocina. A partir de ese momento realizó creaciones que cambiaron la concepción de la comida tradicional francesa. Haciendo foco en platos más ligeros, con productos frescos, menos manteca y salsa, renovó la concepción gourmet del país. “La nueva cocina existe y la acabamos de encontrar”, di- jeron Henri Gault y Christian Millau, dos de los críticos más importantes de la época, tras probar “sus obras”.
Con los años se convirtió en formador de nuevos talentos. En 1987 creó el Concurso d´Or con el objetivo de impulsar y generar nuevos chefs. El resultado fue tal que hasta la actualidad se siguen realizando ediciones. Quien se alza como ganador recibe un gran prestigio y la posibilidad de trabajar en los mejores restaurantes del mundo.
En sus ú lt i mos a ños de vida se dedicó a viajar, estudiar nuevas técnicas para cocinar y abrir locales en d i st i nta s pa r tes del mu ndo. Fue así como en 2007 inauguró un establecimiento en Japón y más tarde haría lo mismo en otras siete ciudades, dentro de las cuales se encontraba Nueva York. Esto terminó por darle tal fama que fue premiado como “el cocinero del siglo” en 2011 por el Instituto Culinario de Estados Unidos, uno de los
“La gastronomía pierde una figura mítica que la transformó”, dijo Macrón
más importantes en el rubro.
Conocido por sus pares como “el cocinero más grande del siglo XX”, se encontraba junto a su esposa Raymonde y su hija Francoise al momento de partir. De todas formas, siempre se declaró poligámico, por lo que otras dos mujeres, con las cuales también convivía, lo despidieron. “Me encantan las mujeres y actualmente vivimos demasiado tiempo como para pasar una vida entera con una sola”, solía bromear cuando le preguntaban sobre el tema. En una ocasión también declaró que ellas eran lo más importante para él. “No lamento nada de mi vida, salvo quizás el dolor que haya podido provocar a las mujeres de mi vida. Espero que me perdonen”, fueron sus palabras.
El lugar que escogió para pasar sus últimas horas fue su restaurante Auberge du Pont en Collognes-au-Mont-d’Or, el mismo lugar donde por años crearía sus platos. Según contaron sus familiares, “mantuvo el buen humor hasta el final dejando ver su fama de buen vividor hasta el último de sus instantes”.