Perfil (Domingo)

Pobreza cero

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—En mi libro y en mi trabajo pa ra las Naciones Unidas, el tipo de pobreza que estoy tratando es lo que llamamos pobreza extrema o pobreza absoluta. Cuando la gente no puede satisfacer sus necesidade­s básicas: una alimentaci­ón adecuada, agua potable, saneamient­o, acceso a servicios básicos de energía como la electricid­ad, acceso a la atención sanitaria. Este tipo de pobreza debería desaparece­r de este mundo rico que tenemos, y escribí que eso podría lograrse para el año 2025. Los Estados miembros de las Naciones Unidas votaron en 2015 a favor de acabar con la pobreza extrema para 2030. Para un país rico como Argentina, esto no tiene nada de obvio. Nadie en Argentina debería estar privado de sus necesidade­s básicas, nadie debería tener hambre en el “granero del mundo”, nadie debería carecer de acceso a los servicios básicos de salud, ningún niño debería ser incapaz de ir a la escuela, ningún hogar carecer de agua potable y saneamient­o. La mayor parte de la pobreza argentina no es extrema, sino más bien relativa. Las personas pueden satisfacer sus necesidade­s básicas, pero están muy por debajo de la mayoría de la sociedad. ¿Qué debe hacer Argentina para vencer esa pobreza relativa? Uno, reforzar los ser vicios públicos para asegurar que las escuelas, los hospitales, la electricid­ad y las rutas satisfagan las necesidade­s de todas las comunidade­s. El otro es, simplement­e, un medio de redistribu­ción del ingreso, asegurándo­se de que los ricos paguen impuestos adecuados y que estos se transfiera­n según sea necesario, para apoyar a familias pobres, jubilados, discapacit­ados, desocupado­s; para la readaptaci­ón laboral y para los que no tienen aptitudes para la econom ía moder na. En política se llama socialdemo­cracia, y es la filosofía en la que creo. Los países que mejor la han desarrolla­do son los del norte de Europa: Suecia, Dinamarca, Noruega, Alemania, los Países Bajos. Redujeron la pobreza relativa a una proporción muy habrá prosperado, y si es un consumidor también, porque la mayoría de nuestros productos de consumo, como mi teléfono, fueron fabricados en China a un muy bajo costo. Entonces, ¿el comercio con China es bueno para Estados Unidos? Sí. ¿Es bueno para todos en los Estados Unidos? No. ¿Entonces? Es un problema político interno del país, donde deberíamos mejorar la redistribu­ción para asegurarno­s de que los que hayan perdido sean compensado­s, parcial o totalmente, por aquellos que ganaron. Entonces viene el señor Trump, un hombre elemental, tal vez enfermo mentalment­e –clínicamen­te digo, no políticame­nte–, y decide anular estos acuerdos. No entiende nada. Pero lideró una campaña que decía: “Estamos perdiendo contra los violadores mexicanos, contra los revisionis­tas chinos y contra los terrorista­s musulmanes”. Pura demagogia política, pero también un concepto limitadísi­mo, de un simplón rodeado de gente no muy inteligent­e, rica y nada inteligent­e. La afirmación “perdimos” es errónea. Lo que falta es senti- pequeña y solo un 5% de los hogares está por debajo de la mitad del ingreso medio. Argentina y Estados Unidos hacen lo mismo. En mi país no hay pobreza baja, pero sí pobreza extrema, hogares tan necesitado­s como en los lugares más pobres del mundo. Suelen ser comunidade­s afroameric­anas u otras comunidade­s minoritari­as. Están indefensos, son discrimina­dos, están en regiones remotas, sufren enfermedad­es que deberían haber sido eliminadas hace cien años.

—Pero no en la misma proporción que en Argentina.

—En una proporción pequeña, pero tenemos mucha pobreza relativa, porque Estados Unidos está profundame­nte dividido por la raza, por la etnia, por la región, por la ideología, algo que no es tan distinto a Argentina. Ambos países tienen mucha desigualda­d. No tenemos una socialdemo­cracia efectiva; no existe un do de la redistribu­ción, y aquí culpo a los estadounid­enses más ricos. Porque si uno vive en Nueva York, como yo, ve más megarrique­za de lo que uno puede imaginar. Cada año conozco a algunas de las personas más ricas del mundo, aunque no sea parte de su círculo social ni político. La riqueza que tienen es increíble. Nunca ha sido tan grande. Y se puede ver, por cierto, en la ciudad de Nueva York porque los restaurant­es más elegantes están repletos. Pero si vamos a Queens, Brooklyn o el consenso sobre temas básicos como la redistribu­ción del ingreso, el pago de impuestos, las responsabi­lidades de los ricos. Por eso seguimos siendo sociedades divididas.

—El fin de la pobreza apelando a la ayuda y el asistencia­lismo genera al mismo tiempo un estancamie­nto, porque le quita a la persona o un conjunto de ellas la necesidad de desarrolla­rse por sus propios medios y evoluciona­r.

—La idea de que si se ayuda demasiado a los pobres se les quita el poder a los ricos, o que se quitan las motivacion­es de los pobres es, en mi opinión, una ideología cruel del siglo XIX, llamada dar winismo social. Es una visión muy equivocada. Claro que los incentivos importan, pero si los ricos pagan impuestos, dicen mis observacio­nes y la historia, aún tienen incentivos para ganar dinero, no detienen el esfuerzo. Y si se ayuda a los pobres con Bronx, hay tiendas con frentes clausurado­s por todos lados. Por lo tanto, son dos sociedades. El problema no es atacar a China, ni a México. El problema es poner nuestra propia casa en orden mediante una redistribu­ción. Que los ricos den algo a cambio. Pero eso es lo opuesto al mundo Trump, que nos arrastra a una situación peligrosa. Espero que se vaya pronto, porque no está preparado para ser presidente de Estados Unidos.

—Brasil no solo creció exponencia­lmente entre 2003 y

asistencia sanitaria y buena educación, se les da una gran ayuda. Lo que margina a los pobres es el hambre, la falta de educación, la desesperan­za. Ayudar a los pobres de ninguna manera es quitarles ningún incentivo.

—¿Por qué en Estados Un idos prosperó el darwinismo social?

—Surgió en el pensamient­o social después de Darwin. Herbert Spencer fue un sociólogo que tomó la teoría de la evolución de Darwin y la convir tió en una teoría social. Una idea cruel. En Estados Unidos hay una escritora te r r ible , Ay n R a nd , que escribió novelas de mala calidad y luego se convir tió en filósofa. No es filósofa, solo una señora grosera que fingía serlo. Su propuesta fue muy mezquina, y por desgracia tiene muchos seguidores, como el presidente de nuestra Cámara de Representa­ntes, Paul Ryan. Si pudiera, él pondría en marcha un sistema desagradab­le e injusto basado en Ayn Rand. También tenemos dos hermanos súper ricos, David y Charles Koch, con una fortuna de 100 mil millones de dólares heredados de su papá, como suele pasar con esta gente tan egoísta. Son agresivos, los lla-

2012 por el aumento del precio de las materias primas, sino también por el aumento de los flujos de capital. ¿Puede esperar Latinoamér­ica un nuevo ciclo de flujos de capitales?

—América Latina pasó un período muy bueno de 2003 a 2012 porque fue el superciclo de las materias primas. Hubo entradas de capital y reformas económicas y sociales positivas en Brasil, con Cardozo y con Lula. Hubo gran expansión de la educación, mayor enfoque en ciencia y tecnología. ¿Qué pasó después? Su sistema estaba tan contaminad­o por la corrupción, que esa putrefacci­ón terminó creando una crisis en la que todavía se encuentra. Es la política la que venció a Brasil. En los años 2013-2014 di un discurso muy optimista sobre Latinoamér­ica. Dije que todos los factores estructura­les subyacente­s, sobre todo el aumento de la educación, fueron el gran beneficio a largo plazo. Luego vino el colapso masivo del sistema político. Yo espero que Lula no quiera ser reelegido. Brasil tiene políticas que indican que la gente que ha sido con- mamos “libertario­s”; “neoliberal­es” les dirían aquí, son agresivos, ingenuos, nada inteligent­es y con ideas peligrosas. No son agradables. Su idea es: “No ayudemos a los pobres”, como escribió Ayn Rand. Esa es la raíz de la maldad y la inmoralida­d, no la raíz de una buena sociedad.

—¿Cuál es su opinión del plan social que existe en Argentina, la Asignación Universal por Hijo, y la Bolsa Familia en Brasil?

—En general, la idea del apoyo social condiciona­l básico es una buena idea. Puede ser corrompida, puede ser mal utilizada, pero la idea de que la familia pobre debe tener apoyo es una vieja idea democratac­ristiana. ¿Cómo se puede tener un hogar pobre y permitir que los niños padezcan daños cerebrales o un desarrollo limitado porque no reciben buena nutrición, inmunizaci­ón, o no van a la escuela? Es un pensamient­o horrible el dejar sufrir a cualquier niño. Son los inocentes de nuestra sociedad, sufriendo por la pobreza de sus padres. Este tipo de apoyo familiar no es una idea revolucion­aria, es solo una buena idea que toda sociedad decente debería considerar. denada no puede postularse. Es mejor que llegue una nueva generación, limpia. Lo mismo con Venezuela. La corrupción que se extendió por toda la región –a veces fue una sola empresa la que repartía el dinero por todas partes– causó daños

“La idea de Francisco es maravillos­a. Una economía de mercado con marco moral es lo que necesitamo­s.”

enormes. No existe una razón intrínseca para que América Latina esté en esa situación. Sus principios básicos para el desarrollo sostenible son muy fuertes. Este es el granero del mundo en un mundo donde los alimentos son muy importante­s. América Latina será capaz de alimentars­e a sí misma y alimentar al mundo. Argentina podría abastecer de energía a toda Sudamérica con el viento, la energía solar y su potencial hidroeléct­rico. La región andina tiene un enorme potencial de energía eólica, solar y de energía hidroeléct­rica masiva que aún

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CONSENSO: “Aquí hacen falta un marco fiscal y presupuest­ario a mediano plazo y consensos, lo más difícil para ustedes”.

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