“El yoga me ayuda mucho para la respiración”
Protagoniza Entonces la noche en La Plaza, y dice que los proyectos que tiene en cine están en veremos. No cree ser una fundamentalista, pero se ubica en las antípodas del neoliberalismo. Su vínculo con quienes simpatizan con el Presidente.
Mi personaje es una mujer quebrada, que tiene mucha capacidad para olvidar y no ver lo que realmente le pasa. No se permite aflojar el enojo que tiene con la vida. Todos los demás le parecen unos boludos. Y no se da cuenta de quién es ella ni tiene claro dónde está parada frente a las cosas que le empiezan a pasar. Cree que todo la pasa ‘casualmente’, que ella no tiene nada que ver. Desde ese lugar no se puede amar ni aceptar ni entender nada... Es un personaje muy difícil porque está siempre muy arriba, muy a la defensiva. A medida que pasan las funciones la estoy entendiendo más”. Cecilia Roth habla así de su papel en Entonces la noche, la obra de Martín Flores Cárdenas que acaba de estrenarse en la sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza y en la que comparte elenco con Dolores Fonzi, Ezequiel Díaz y Guillermo Arengo.
“Es una obra exigente para nosotros y para el espectador, que tiene que entender cuál es la propuesta, porque no es del todo convencional –agrega la exprimentada actriz–. Es una propuesta radical de un director que viene del off. Hay que ir encastrando las partes de la narración a medida que va pasando el tiempo”.
El proyecto de Entonces la noche no nació a partir de la iniciativa de un productor, sino como una propuesta de tres de los actores del elenco de la obra: “Fui a ver Entonces bailemos a una sala del off con Dolores y Ezequiel y después fuimos a cenar con el director. Nos gustó tanto esa obra que le propusimos ahí mismo hacer algo juntos. Fue hace casi un año y medio. A mí me seducía la posibilidad de romper con ciertas convenciones del teatro comercial en una sala emblemática de ese circuito como la Pablo Picasso”, explica Roth.
—Con la doble del sábado, están haciendo seis funciones semanales. ¿Se corre el riesgo de quedar atrapado en la rutina?
—El teatro requiere de una disciplina brutal. Implica mucho desgaste físico y mental. Hay que estar por lo menos
dos horas antes para prepararse bien y hay que guardar energía para cada función desde que te levantás. A mí eso me cansa más que una jornada de cine de doce horas. Pero no lo veo como algo rutinario. En algún punto es como el yoga: cada vez que hacés la práctica es totalmente diferente. Porque vos estás siempre diferente. En el teatro, la ceremonia que se arma con el público le da otra dimensión a cada función de la obra. Es muy entretenido. Se trata de recrear, no de repetir.
—¿Hacés yoga por un tema de cuidado físico o también por su faceta espiritual?
—Me ayuda mucho todo el trabajo de la respiración, que para un actor es clave. Hace años que hago yoga Ashtanga y ahora empecé a probar el Hata, que tiene algo más espiritual. No soy una persona religiosa, pero sí creo que somos algo muy chiquito en un universo enorme y desconocido, sin límites.
—¿Cómo te afecta cuando actuás todo lo que te ocurre en la vida cotidiana?
El teatro es una salvación en ese sentido. La semana pasada estaba muy congestionada, me sentía muy mal. Y cuando salí al escenario, la adrenalina que aparece es a tu favor, te hace sentir mejor. Te ayuda a dejar de lado tus rollos emocionales. Lo mejor de nosotros, tanto físico como psíquico, aparece ahí, en escena.
—¿Y el contexto social cómo te afecta?
—Me influye día a día. El neoliberalismo está muy lejos de mi ideología. Yo creo que la estamos pasando todos muy mal. Nos está yendo mal a los argentinos, lamentablemente. No es lo que quiero que pase, pero pasa. Está todo muy denso, en el Boletín Oficial aparecen sorpresas desagradables todos los días. Estamos retrocediendo groseramente. Pero no ocurre solo acá. Es en toda la región, en todo el mundo.
—¿Hay menos trabajo para los actores?
—Sí, hay una merma notable. Hay que inventar nuevas formas de producción porque hay un nuevo escenario por la incidencia de la tecnología. Pero siempre tenemos la pulsión de crear, por más que el Estado argentino hoy le dé poca i mpor ta nc ia a la cultura. Todos los proyectos de cine que tengo para este año están en veremos, a la expectativa de lo que va a ocurrir con el Incaa, que no sabemos bien qué es.
—¿Tenés amigos que simpaticen con el gobierno de Mauricio Macri?
—Algunos colegas y conocidos... Pero me cuesta tener amigos cercanos que estén en las antípodas de mi pensamiento, que también es muy flexible, porque no soy para nada una fundamentalista. Sé que hay gente que entiende que estamos viviendo el comienzo de una nueva Argentina, pero no lo comparto. Se me hace difícil encontrar cercanías con ellos.
“Nos está yendo mal a los argentinos. No es lo que quiero que pase, pero pasa.”