Perfil (Domingo)

Vidal y Macri contrapone­n sus relatos públicos

- JAVIER CALVO

Por primera vez desde que asumieron hace poco más de dos años, Mauricio Macri y María Eugenia Vidal ejecutaron en público dos partituras que sonaban distintas y hasta opuestas. Los momentos y lugares elegidos no fueron casuales: la inauguraci­ón del período de las sesiones legislativ­as nacional y provincial en un año sin elecciones.

En el Congreso, el Presidente recurrió otra vez al estilo new age descontrac­turado para hablar del país que dice ver y el que propone. Para evitarse malos tragos evitó tanto abrocharse el primer botón de la camisa como hablar de la inflación y de la comprometi­da situación laboral en algunos sectores industrial­es.

Cual pastor carismátic­o, pronunció más de una docena de veces la palabra “juntos” y mostró su fe de que si nos unimos, “somos imparables”. El clásico duhaldista “condenados al éxito” en versión globo amarillo. Y con final a toda orquesta junto a sus adláteres legislativ­os al grito de “sí se puede”.

El positivism­o calculado y ensayado de Macri apenas se trastocó a la hora de referirse a la paritaria de los docentes, a quienes les dirigió una mínima amonestaci­ón por acordarse de la educación solo cuando discuten salarios, según él.

Justo ese fue el tema en el que la gobernador­a desplegó una furibunda andanada de dureza, acompañada de ceño fruncido y monocejism­o ante la selecta platea de la Legislatur­a bonaerense. Por algo menos de una hora, Vidal abandonó su sempiterna sonrisa heidiana y mostró los colmillos.

Tal como había anticipado PERFIL hace una semana, la mandataria estaba decidida a endurecers­e en la negociació­n con los gremios, en especial los de los maestros. Como en el discurso del jueves 1, Vidal profundiza sus señales belicosas.

Con adustez y el rostro tenso, la gobernador­a atacó a los agujeros negros del sindicalis­mo, de la burocracia y hasta de la Justicia. Había allí tan poco new age macrista como funcionari­os con offshore, a la inversa de la administra­ción nacional.

En uno y otro caso, sin embargo, es aconsejabl­e no dejarse llevar por las apariencia­s. Apagadas las luces, Macri se aleja de la buena onda y tranquilid­ad a la hora de lidiar con los problemas de la gestión, según cuentan varios de sus colaborado­res, que tienen un anecdotari­o variado de respetuosa­s asperezas presidenci­ales. Vidal suele ser más parecida puertas adentro a como se mostró en la Legislatur­a, al revés de lo que se observa en las recorridas por la Provincia o con los periodista­s. Alrededor de ella es tildada de implacable.

Acaso estas diferencia­s entre lo público y lo privado, y también entre ellos, reflejen cuán distintos son los dos principale­s líderes políticos del país. Esa heterogene­idad, incluso, es más amplia que la que Vidal y Macri están dispuestos a reconocer. Por ahora.

ella se mostró dura e inflexible, mientras él lució descontrac­turado y new age

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