Nuestra vida es contradictoria, no hay divisiones fáciles entre bien y mal. “Eso de tener las cosas muy claras es propio de tontitos”, decía el maestro jesuita.
nera o han sido crucificados homosexuales, disidentes y personas que abandonaron el islam. La crucifixión y decapitación del adolescente Ali al Nimr en Arabia Saudita provocó una movilización mundial solicitando clemencia. En el norte de Africa y varios países islámicos se produce una masacre brutal de cristianos. También hay creyentes islámicos que se autoinmolan por la fe. Los terroristas de EI son piadosos que entregan la vida por Dios. Algunos hacemos lo que podemos para oponernos a estas acciones que consideramos monstruosas. Otros dicen que hay que respetar las convicciones religiosas de los otros. A veces los virtuosos son misóginos, absolutistas, matan a los distintos.
En 2010 el gobierno boliviano aprobó que las comunidades indígenas puedan aplicar sus leyes ancestrales. Aunque no se aprobó la pena de muerte, cientos de personas han sido asesinadas cuando una turba o una comunidad creyeron que podían ser delincuentes. En regiones como el Chapare algunos sospechosos de abigeato han sido atados a árboles de Palo Santo para que millones de hormigas que habitan esa planta los devoren. Algunas comunidades entierran vivos, boca abajo, a quienes parecen sospechosos, para que con su último aliento se vayan al infierno. Hace un tiempo murieron así cinco estudiantes que habían organizado un picnic cerca de una comunidad indígena. Algunos creen que los “pueblos originarios” poseen una sabiduría ancestral, superior a las normas de la civilización occidental. No se entiende por qué si esas instituciones son tan buenas no son universales. Probablemente los defensores de la Justicia indígena reaccionarían mal si un grupo de inmigrantes bolivianos entierra vivos a cinco estudiantes de la UBA que están de paseo en un campo. Se ha difundido la idea de que la violencia es virtuosa cuando la ejercen los pueblos originarios, porque se debe respetar sus creencias. Los demás somos mestizos, no pertenecemos a una raza pura y debemos aguantar la impureza. Con frecuencia los virtuosos son xenófobos, racistas.
Corea del Norte es un país virtuoso. Kim Jon-il, su anterior presidente, fue un gobernante ejemplar. Durante cuatro años estudió una carrera universitaria, compuso cinco óperas y escribió 3.900 libros sobre todas las ciencias y las artes. El gobierno de su padre lo proclamó la mente más perfecta del mundo. En alguna ocasión pasó por un campo de golf. Bajó del coche, tomó un palo por primera vez en su vida, y estableció un récord mundial: la bola entró y salió sucesivamente de 18 hoyos. Satisfecho se retiró del deporte. Todo el país festejó durante dos días su genialidad. En 1992 durante una parada militar en Pyongyang exclamó: “Gloria a los heroicos soldados del Ejercito Popular de Corea”. Esta fue una de las pocas alocuciones públicas que pronunció en su vida. La agencia oficial de noticias dijo que el impacto del discurso fue tan grande que se paralizó el desfile y hubo manifestaciones masivas de alegría en todas las ciudades del mundo. Kim nunca cometió una equivocación, fue un gobernante ejemplar. Su biografía oficial dice que nunca defecó.
Ojalá encontremos en América Latina políticos, periodistas, pensadores tan justos. Personas que nunca conocieron un banco podrían encargarse de las áreas económicas, algunos analfabetos de los editoriales, para acabar con los conflictos de intereses. Seríamos un país gobernado por justos, como aquel del que habla Luis Alberto Romero en un artículo de lectura necesaria que termina diciendo: “En cuanto a los hombres y mujeres justos, tener hoy tantos, tan vigilantes e intransigentes es una bendición. Pero en cuanto a un gobierno de los justos, como decía Rubén Darío, “¡Líbranos, Señor!” ( http:// luisalbertoromero. com.ar/triaca-entre-los-justos-y-elgobierno/).
Cuando gobiernan los justos, la menor sospecha conduce a la condena
*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.