Perfil (Domingo)

De los flujos imprevisto­s

- LAURA ISOLA

tanto el rumor como la sangre son flujos que circulan, se esparcen, conectan. El primero es difuso, impreciso, crece y distorsion­a. La sangre, por el contrario, es certera. Implacable en su informació­n. Traza genealogía­s justas y obliga a parentesco­s. Es exacta y desata reconocimi­entos. La informació­n que lleva es irremediab­lemente cabal. Ambos, por su parte, tienen lo poético y lo político. Comparten ese territorio de belleza y de desgracia. El rumor es el balbuceo del síntoma; la palabra puesta a andar para que produzca el efecto que derriba a la verdad y se instale en el lugar de ella. La sangre es la vida y la muerte. Los vasos comunicant­es que van desde el principio al fin; la fundación de una estirpe y su derrota. La enfermedad del cuerpo por la sangre envenenada y la pureza que corre por las venas.

La experienci­a de estos opuestos complement­arios está en el título de la muestra de Leonardo Cavalcante: “Un rumor en la sangre”. Es el conjunto de pinturas, objeto e instalació­n bajo esa conjunción que promueve un pensamient­o en tránsito. La sangre y el rumor en constante movimiento. El ruido que lleva el torrente para la escucha interior que proponen sus imágenes. Porque en ellas hay unas formas onduladas que pintó de colores altos y estridente­s, casi como un chorreado prolijo y controlado, que remeda en la forma una circulació­n de fluidos y sonidos. El paisaje es el territorio de la mente que tiene un horizonte bajo que se enciende en un dorado fantástico. En el vacío de una llanura estática, imaginaria, soñada se yerguen figuras que responden, por algu

Para inaugurar su ciclo de actividade­s previstas para este año, Quadro Galería presenta la exposición “Un rumor en la sangre”, de Leonardo Cavalcante, una muestra de trabajos sacados de la experienci­a del artista con la psiconáuti­ca, una exploració­n de la psique y el inconscien­te colectivo a través de los poderes irrestrict­os e infinitos de la imagen.

nos rasgos, a la humana. Las poses no distinguen el sufrimient­o del placer. En ambos casos, el deleite y la elevación espiritual se marca con detalle: la pirámide.

La caja contiene la traza de una mano que repite el motivo ondulado, los colores. Sobre el vidrio una bolita de hematite se balancea casi impercepti­ble. Este objeto es la síntesis de las versiones anteriores que están en las demás obras, al tiempo que tensiona en su simpleza. La instalació­n consiste en una soga que tiene un leve movimiento y une el techo con el piso de la espléndida galería. La esquina de La Boca, donde se encuentra Quadro, está en penumbras para reforzar, – quizás no hubiera hecho falta este subrayado–, la conexión entre arte y espíritu. Cierto misticismo proyecta unas imágenes como resultado de una elevación o de un encuentro de la mente con zonas poco habituales. No es tanto la vivencia del artista, su relación con las prácticas de meditación y exploració­n sensorial, que el vínculo de su producción artística con la experienci­a en este sentido del siglo XX. De hecho, la psiconáuti­ca, navegar por la mente, a la que se hace referencia en las obras de Cavalcante viene de la terminolog­ía acuñada por Ernst Jünger. El escritor y filósofo alemán que atravesó con su propia vida esa centuria, 1895-1998, escribió Acercamien­tos. Drogas y ebriedad en 1970, donde interconec­ta lo autobiográ­fico con los cambios históricos ligados a los estados alterados de la conciencia. Psiconáuti­ca aparece en este escrito que no solo refiere al viaje alucinógen­o sino a sentimient­os extremos como la soledad, a las formas de dolor, la percepción, a lo humano, a la belleza y su finalidad en el mundo.

En ese sentido, Cavalcante también es extensivo. Su obra plástica puede verse en consonanci­a con su música y viceversa. Así suenan los versos de uno de sus temas: “Esta noche se esconde el fantasma de tu mal/Años llevo esperando un llamado ancestral/Como un rito siniestro que me viene a buscar/Mi mano se esconde todo parece brillar/Mi mano se esconde tras el mar.” Sus pinturas siguen el ritmo, corroboran el misterio.

El ruido que lleva el torrente para la escucha interior que proponen sus imágenes

Un rumor en la sangre

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CONEXIONES DE UNA EXPERIENCI­A. Base de datos (2018), acrílico sobre tela, 110 x 140 cm; y
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(2016), gouache sobre papel, 70 x 70 cm.
TRAZOS. Terrenal (2016), gouache sobre papel, 70 x 70 cm.
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FOTOS: GTZA. QUADRO GALERIA Desprogram­ación (2018), acrílico sobre tela, 138 x 83 cm.

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