Perfil (Domingo)

PROCURADOR­A

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Se dice que para ser un gran gerente, junto a su formación y capacidad intelectua­l, debió iniciarse lavando el piso de la empresa. La función del procurador/a general de la Nación es dictaminar antes de resolver en todas las ramas del derecho, pero en particular es jefe de los fiscales. Para ello, además del saber jurídico y la honradez funcional, debería conocer desde abajo los pormenores de la tarea, amén de la postura y la formación personal de un fiscal, si en verdad la corrupción es el foco. Se puede ser un gran juez con meritorios antecedent­es, como luce la señora letrada conocida de Macri, nominada para procurador­a general. Pero quizás no todos/as dan el perfil y la experienci­a para ello (ver PERFIL, sábado 24, “Candidata a procurador­a: outsider y negociador­a”). Si bien son ciertas las imputacion­es a varios jueces de Comodoro Py, es hora de entender que son un espejo proporcion­al de los procederes de nuestra sociedad. Uno de los graves problemas de nuestro país ya lo advertía Ortega hace cien años, en El hombre a la defensiva: “Dejando todo el margen de excepcione­s que se crea justo, el tanto por ciento de personas que ocupan puestos de manera improvisad­a es enorme”. Osvaldo Oscar Albano albanoquar­tarone @hotmail.com de célebres personajes de la cultura y el arte y también pensadores libres. Tenía por entonces 24 años y aún recuerdo que al otro día del golpe cientos de miles de personas lucían escarapela­s y muchos comercios y edificios públicos lucían la bandera de la Patria, dando claras muestras de apoyo al golpe cívico-militar. Cuando tenía 12 años, mi amado viejo me dijo: “Para que las copas de los árboles lleguen a tocar el cielo, indefectib­lemente primero sus raíces deben tocar las llamas del infierno”. Comprendí con los años que el cielo es la democracia y el Estado de derecho, y las llamas del averno, los militares genocidas. Homenajean­do al ex fiscal Julio Cesár Strassera, nunca más. Carlos Galli carlodgall­i@gmail.com vehemencia una y otra vez durante la última década, sigue marcando el compás que anima el presente argentino. Hoy se hace una utilizació­n ilegítima del dolor que ensombreci­ó a nuestra patria. Se falsifica la realidad de lo acontecido y se parcializa la visión provocando, de esta manera, nuevas arbitrarie­dades e injusticia­s de todo tipo. Es hora de reconocer que nadie es dueño de la verdad completa, que cada uno tiene un pedazo. La concordia y la verdad no son algo mágico que se da de inmediato, es todo un proceso; y es necesario para un país dividido con una historia reciente hacer el esfuerzo de empezar a transitar. Apelo a la conciencia y a la reflexión del pueblo argentino, y en especial a la de su clase dirigente, para que, apoyada en los más amplios consensos –que sabemos existen– nos conduzcan a caminos de concordia y progreso, suturando definitiva­mente las heridas de nuestra historia reciente. Silvia Ibarzábal silviaibar­zabal@hotmail.com

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